El director nominado al Oscar, Peter Farrelly, conocido por éxitos como There’s Something About Mary (1998) y Dumb and Dumber (1994) sorprende con su primer drama después de 25 años haciendo cine de comedia. La Academia de Las Artes y Las Ciencias Cinematográficas Americana lo ha nominado al Oscar en la categoría de Mejor Guión Original este 2019 por su más reciente cinta “Green Book”. Una basada en la historia real de la amistad de más de 50 años entre Don Shirley y Tony Lip. La película además compite en las categorías de Mejor Película, Mejor Edición y Mejores Actuaciones.
Durante la época de segregación racial en Estados Unidos, Tony “Lip” Vallelonga, un italoamericano rudo y carismático, pierde su empleo en un club nocturno. La situación económica le preocupa ya que él es el proveedor del sustento familiar. Tony es un hombre poco educado, con valores arraigados de familia, centralización y una ligera homofobia y racismo inculcados desde sus raíces italianas. En un momento de oportunidad, Don Shirley, interpretado magistralmente por Mahershala Ali, un pianista afroamericano snob y afamado, le ofrece el empleo de chofer en su gira artística por el sur del país. Después de una buena oferta monetaria, Tony recibe el Green Book, una guía de viaje seguro para los afroamericanos. El viaje contrasta a dos personajes con personalidades opuestas que aprenden a entenderse gracias al testimonio de injusticias, el quebranto de estereotipos y el mutuo respeto que construye una conmovedora amistad.
La película que estrenó el pasado Festival Internacional de Cine de Toronto, es una cinta sumamente conmovedora con un guión espectacular lleno de diálogos brillantes. La historia se desenvuelve en una época de profunda incomodidad entre los conflictos raciales de los años 60 y los prejuicios personales de dos personas completamente diferentes en su crianza y en su percepción de la estética y la desenvoltura social. Farrelly logra construir magníficos personajes con conflictos emocionales que provocan risas, compasión y empatía. Un recurso que es difícil de ejecutar en películas con temáticas de amistad entre opuestos. No hay manipulación en la ejecución y la naturalidad de la escritura es de lo más resaltable de la cinta.
Las actuaciones son el segundo atractivo de esta historia. La química entre Viggo Mortensen y Mahershala Ali es alucinante. Ambos actores prepararon su físico y su expresión corporal por meses para acercarse a la descripción de los personajes reales. La forma en que van madurando sus arcos dramáticos y evoluciona una amistad es sumamente orgánica. Los gags incluso parecen improvisados en el buen sentido de la ejecución, las pequeñas charlas a cuadro son encantadoras.
Aunque la cinta es el tradicional producto emocional que venden los grandes estudios de cine y su narrativa cae fórmulas clásicas, tiene una grandiosa realización. Cursi y diseñada para complacer a la audiencia, pero sin duda comprometedora.