La sensibilidad poética de Barry Jenkins es inigualable. El ganador del Oscar a Mejor Guión Adaptado por “Moonlight” ha construido un sello muy particular en su filmografía. La intención de Jenkins es contar historias honestas con un trasfondo de denuncia social a través de personajes con grandes problemas emocionales que son aderezados con el poder de una preciosa fotografía y música memorable.
“If Beale Street Could Talk”, la nueva cinta del aclamado director, está basada en la novela del activista James Baldwin y cuenta la historia de una pareja de jóvenes afroamericanos que sienten gran amor el uno por el otro. Tish, interpretada por Kiki Layne, se embaraza de Fonzy mientras él está en la cárcel pagando por un crimen que no cometió. Tish y su familia buscan probar la inocencia de su prometido luchando con obstáculos financieros, caprichos sociales, racismo y un círculo lleno de desigualdades e injusticias.
A pesar de que la trama pareciera similar a varias historias ya vistas en pantalla, la denuncia inigualable del realizador recae en el apego absoluto a la narrativa del autor de la novela, (una vez más, Jenkins está nominado al Oscar por Mejor Guión Adaptado) y al contexto explicativo contundente de la historia afroamericana. Cada persona negra nacida en Estados Unidos nació en la Calle Beale; ya sea en Jackson, Mississippi o en Harlem, Nueva York, la Calle Beale es su legado. Pero lo más encantador de la cinta recae sin duda en la construcción de los personajes y en las maravillosas actuaciones que transmiten diversas cargas emocionales.
Los momentos de Tish y Fonzy son enternecedores, cada diálogo, cada mirada y cada momento a cuadro celebran el amor profundo de un par de almas gemelas. La madre de Trish, interpretada por la ahora nominada al Oscar, Regina King tiene momentos brillantes de amor maternal, dolor y valentía frente a las más grandes adversidades, mientras que la familia de Fonzy ejemplifica al estrato social más dañino de una sociedad, los fanáticos religiosos que provocan dolor y rechazo por las decisiones de su hijo. El ensamble actoral conjuga con la herramienta visible desde la cinta pasada del director, donde los actores miran a la cámara enfatizando los diálogos y las expresiones faciales de inmensa alegría o tristeza descomunal.
La música original a cargo del Nominado al Oscar, Nicholas Britell es uno de los deleites más resaltables de la cinta, las escenas con diálogos sutiles y los planos de James Laxton, provocan un ejercicio de devoción para el espectador. Es imposible no dejar de apreciar las sub tramas mientras nuestros sentidos se empapan con la mezcla visual y lírica.
La cinta que tuvo su premiere en el pasado Festival Internacional de Cine de Toronto, nuevamente coloca al director como un director para tener en la mira y contiene un mensaje poderoso acerca de las injusticias raciales que prevalecen al día de hoy a través de una hermosa historia de amor.