Ayer finalmente se reveló el line-up que conformará al Festival de Música y Artes del Valle de Coachella, el cual se llevará a cabo del 12 al 14 de abril y del 19 al 21 del mismo mes, en el Empire Polo Club de Indio, California. El cartel fue dado a conocer bajo una gran cantidad de polémica debido a la inclusión de muchos intérpretes que hacen gala de géneros, estilos y hasta nacionalidades que normalmente no son considerados en un festival de este tipo.
Es así que el festival musical más grande de América, ha decidido seguir los pasos del Primavera Sound de Barcelona, España, el cual se enfocó en la inclusión para la propuesta de su próxima entrega. Es un movimiento acertado que abre los ojos ante las necesidades de una nueva generación hambrienta de conocer tantos géneros musicales como sea posible. Sin embargo, el cartel de Coachella está muy lejos de presentar tantos aciertos como los del festival europeo.
Se dice que este cartel es un acercamiento parecido al de Primavera Sound, un “cartel revolucionario”, lo ha vendido el festival europeo, regido por la paridad, eclecticismo y el atrevimiento. El cartel además de contar con decenas de géneros representados por actos de primer nivel, se llevó las palmas al encontrar una paridad de género en su ofrecimiento. En contraste, la propuesta de Coachella es evidentemente parecida pero no tan atrevida.
El cartel del famoso festival americano está repleto de headliners de primer nivel, entre los cuales encontramos a Tame Impala, Childish Gambino y Ariana Grande, seguidos por leyendas del tamaño de Weezer, Aphex Twin, Diplo y Kid Cudi. Es un line up repleto de nombres conocidos, sea por viejas generaciones o por las más nuevas, como evidenciado en favoritos de la Generación Z como Chvrches y The 1975. Además, es un hecho que el festival estaba en búsqueda de estos nombres taquilleros como lo son Kanye West, mismo que canceló de último minuto por “limitaciones creativas“.
La ejecución de Primavera Sound en cambio, hizo una apuesta por la variedad de géneros, entre los cuales incluyen a grandes nombres del reggaetón, la electrónica experimental y hasta el black-metal, con la inclusión de Myrkur como una de las headliners. Sin embargo, Coachella se ha visto limitado por los géneros más obvios, aunque encontrando una vez más su inclinación al reggaetón con la llegada del colombiano J. Balvin como uno de los actos principales de los sábados y Bad Bunny los domingos. La electrónica es representada por gigantes como Aphex Twin, Gessafelstein, Dj Snake, Four Tet y Tara Brooks, y lo regional, repitiendo aquel formula de éxito que fue Los Ángeles Azules hace un par de años, ahora con Los Tucanes de Tijuana.
En realidad, no hay headliners que sean verdaderas sorpresas, no se lanzaron a nombrar por primera vez a una banda influyente de la presente década como uno de los actos principales del cartel. Los espacios titulares son restringidos. El resultado es lo más representativo de un puñado de expresiones musicales que poco tienen que ver entre sí, aparte de su appeal masivo y su evidente calidad.
Eso sí, hay mucho talento latino que hay que celebrar. No sólo tenemos a la inclusión de los legendarios Tucanes de Tijuana y del par de reggaetoneros, también tenemos a Mon Laferte en un buen lugar, incluso sobre favoritos anglosajones como SOPHIE y Charlotte Gainsborg. Tenemos a Javiera Mena haciendo su primera aparición, lo mismo que Tomasa del Real. Un verdadero honor que se presenten en el festival más grande del continente.
Adicionalmente hay que decir, que Coachella ha decidido integrar talento emergente de primera calidad aunque dentro de las letras más chicas del cartel. Nos encontramos con bandas que apenas el año pasado lanzaron su disco debut, como los ingleses de Shame, la productora SOPHIE, el duo de dream-pop Lets Eat Grandma, el rapero sensación de la crítica de JPEGMAFIA, los math-rockeros de Chon y la compositora favorita de los nuevos ‘indies’, Soccer Mommy. En este sentido, sí se está apoyando al talento que lo necesita y que tiene verdaderas posibilidad de crecer.
Es un hecho que Coachella se está enfocando a un nuevo tipo de público, mismo que tiene tiempo, dinero y energía para perder tres o seis días en un festival de música. La Generación Z está cambiando las condiciones del mercado, misma que se deja guiar más por lo inmediato y menos por la verdadera influencia que un artista ha construido a lo largo de los años. Estos nuevos carteles son una muestra de que a veces la viralización por medio de Facebook y YouTube tienen mucha más vigencia en la influencia dentro de la industria musical de la que se cree. Además de esto, muestran una nueva apreciación por diferentes géneros y expresiones culturales. No hay verdaderas leyendas en este cartel, porque los festivales ya no necesitan de esos nombres para ser eventos de entretenimiento de primer nivel.