En 2013 Sony Pictures anunció su propio plan para gestar un universo elaborado con Spider-Man como epicentro. Se anunciaron varias películas que seguirían con la adaptación del super-héroe dirigida por Marc Webb, un par de filmes sobre Venom, la adaptación de The Siniser Six y una propuesta feminista con La Mujer Araña y Black-Cat como heroínas centrales de la obra. Todo esto cayó a la basura cuando The Amazing Spider-Man 2 (2014) empezó a ser proyectada en todo el mundo.
La compleja narrativa, muy mal trabajada, de la película aburrió tanto a los menores interesados en el trepa-muros, como a los adultos. Se le tachó de larga y fastidiosa. La gente se molestó ante sus clichés. El personaje no mostró desarrollo alguno y es por ello que Sony, al darse cuenta de la molestia de su público, decidió devolver los derechos del personaje para sus adaptaciones live-action a Marvel Studios, quienes han convertido a Peter Parker en una parte central de su universo cinematográfico. Sin embargo, Sony no se quedó sin nada, siguió con algunos de los proyectos planeados.
Si Sony Pictures quería hacerse del bien visto público para seguir trabajando sobre la licencia, tenía que trabajar de una forma completamente distinta a la que había estado desarrollando desde hace décadas. Es por ello que decidieron pro-seguir con un filme animado que tenían en mente, con el sello de los genios de la comedia, Phil Lord y Chris Miller, quienes volvieron a tener éxito con un proyecto demasiado ambicioso para los personajes con los que laboraron. Tras la increíble The Lego Movie (2014), los guionistas trabajaron incansablemente para entregar la que es la adaptación más fresca que hemos tenido de un cómic en muchos años.
Spider-Man: Into The Spider-Verse (2018) se vendió como una versión familiar, pero profunda de lo que es el personaje, con una animación vanguardista cuyo desarrollo incluso está a punto de ser patentado por la productora, una combinación incomparable de animación digital con mano alzada. Ver esta película es la experiencia más cercana a meterse dentro de una novela gráfica que se ha tenido en la gran pantalla. Es un show repleto de colores vibrantes con el cual sus directores juegan de manera brillante para introducir elementos interesantes. Hay burbujas repletas de información relevante para la trama, juegan con múltiples paneles en una sola pantalla, por momentos los efectos sonoros llegan a crear locuras distorsionadas, como cuando la palabra ‘beagel’ es utilizada como un efecto de sonido.
Es una locura vibrante que como un experimento visual funciona de maravilla, pero que además viene acompañada de una historia fascinante que juega con un ritmo tan rápido como el de los cómics en los cuales está basado. Los beats son impresionantes, los puntos de conflicto aparecen y desaparecen en cuestión de segundos y cualquier encuentro, por pequeño que parezca, fluye con naturalidad a la trama principal de la película, aportando elementos a un mundo que se siente rico, pero muy bien enfocado.
Aquí es cuando se entiende la razón por la cual esta dupla de creativos se ha convertido en una de las más cotizadas de Hollywood. Al igual que The Lego Movie (2014), en la cual el protagonista lidió con un sistema corrupto autoritario con influencias claras en la obra del literato George Orwell, aquí Spider-Man tiene que lidiar con otra trama con un epicentro intelectualoide que termina por re-enforzar al valor del individuo.
Esta película se enfoca en Miles Morales, un estudiante de preparatoria que tiene un gran futuro gracias a su evidente talento para los estudios y las artes; sin embargo, su padre jefe de policía ha estado ejerciendo mucha presión sobre él. Su relación se fractura a lo largo de la cinta, mostrando cada vez más capas tanto del sentir de Miles, como de las verdaderas intenciones de su padre. Principal punto de enfoque para el desarrollo de ambos personajes.
Sin embargo, en una desafortunada visita al interior del metro de Nueva York, Morales es mordido por una araña radio-activa, empieza a sentir los poderes arácnidos en un mundo en el cual ya existe un Spider-Man y entra en shock. Por cuestiones de la vida encuentra a Peter Parker mientras lucha con Kingpin en un intento por destruir un colizionador de partículas, por lo cual Parker muere y varias dimensiones chocan, trayendo a varios trepa-redes al mundo de Morales.
Es divertido e irónico porque la introducción de cada uno de los personajes hace gala de la poca visión que tienen respecto a su propio mundo y la importancia de su existencia. El filme abre con el Parker asesinado declarando que es el único Spider-Man, mientras nos relata la historia que todos sabemos del personaje, repleta de gags y de burlas ácidas a su mal uso dentro del cine. El siguiente es el Parker que ayudará a Morales a encontrarse a sí mismo como super-héroe, un Peter que ha llegado a su edad media repleto de fracasos, decepcionado ante su separación con Mary Jane y el asesinato de la Tía May.
Sin embargo, pese a que parece ser un filme con un mensaje nihilista en su inicio, la visión de Lord y Miller se desarrolla a una en la cual no importa qué tantas personas hay en el mundo. No importa lo “especial” que sea el personaje, importa lo que haga y es por ello que todos podemos ser Spider-Man. Todos en esta película son Spider-Man y es un mensaje hermoso que queda remarcado en su homenaje a Stan Lee.
Al final no es una película que sólo hace uso de cientos de gags bajo un trabajo artístico revolucionario y hermoso, también es un filme que tiene una historia apasionante, muy bien desarrollada y con un mensaje final optimista que se agradece ante tanta superficialidad que reina en las películas de super-héroes. Spider-Man Into The Spider-Verse (2018) es una adaptación fresca tanto técnica como narrativamente que se convertirá en un clásico.