Bryan Singer tuvo en sus manos la oportunidad de contar la conocida historia de Freddie Mercury con dramatismo, ahínco y pasión con Bohemian Rhapsody (2018). En su lugar decidió presentar una película gris, tibia y sin riesgos que se sostiene únicamente por la música de Queen y por la gran actuación de su protagonista Rami Malek.
Desafortunadamente todos los conflictos que hubo en la realización de la película quedaron plasmados en el producto final. Por una parte, la indisciplina de Singer al ausentarse del set sin avisar en diversas ocasiones, cosa que al final ocasionó su despido, los conflictos entre Malek y el director por su falta de compromiso y la contratación de última hora de Dexter Fletcher para filmar en las últimas semanas de producción y encargarse de la post-producción. Éste último es responsable de la próxima biopic de Elton John, Rocketman (2019), que estrenará el próximo año.
La película escrita por Anthony McCarten, quién fue responsable de las multipremiadas The Theory of Everything (2014) y Darkest Hour (2017), cuenta la historia de Freddie Mercury a partir de su juventud, cuando trabajaba acarreando maletas en el aeropuerto y escribía canciones por diversión. Cierto día se acerca a una banda local que seguía desde un buen rato y propone ser su nuevo vocalista, mientras el grupo se niega debido a su dentadura, Freddy canta magistralmente un fragmento de canción justificando que gracias a sus dientes llega a rangos vocales únicos y así surge Queen. La película cuenta la trayectoria del grupo, el surgimiento de sus canciones más icónicas, el amor por Mary y la salida del clóset de Mercury, iniciando y finalizando con el épico concierto dado en 1985 por el Live Aid.
La fórmula del éxito de la película recae precisamente en la admiración de todas las generaciones que han escuchado a Queen, la nostalgia que invade el génesis de canciones que han marcado grandes momentos en la vida de muchos y por supuesto el personaje tan único que es Freddy Mercury. La música por sí misma es un soundtrack que es inevitable no tratar de corear durante toda la película, sin embargo la historia carece de ritmo, se siente sumamente aclimática con falta de recursos creativos en su narrativa y sumamente improvisada. La construcción de personajes y el cierre de sus llaves dramáticas se vuelven caricaturizadas, los buenos son muy buenos y los malos muy malos. El recurso de que un solo personaje cargue con las malas decisiones de Mercury como un villano simplón, es predecible e innecesario para la historia.
Otro factor distractor es la caracterización, si bien, es impresionante la forma en que Rami Malek estudió y coreografeó a su personaje, los prostéticos de sus dientes en las primeras escenas parecen incomodarle y es ahí dónde se refleja la falta de dirección y comunicación de Singer. Las peluclas, barbas y prostéticos no le hacen justicia a una producción de millones de dólares. La sensación de estar viendo, en varias escencas, una parodia televisiva es inevitable.
La decisión de los estudios de hacer una película que fuera apta para varias audiencias fué un factor indicador para restarle el dramatismo necesario a la historia de Mercury. Hubiera sido una gran oportunidad de mostrar la vida de excesos, alcoholismo, drogradicción y sexo de una estrella del rock tan solitaria, hablar de un tema tan relevante en los 80 como el SIDA, su homosexualidad obvia pero tan escondida, la ruptura familiar, el desequilibrio mental, los conflictos con la banda, y hacerle justicia al surgimiento de las grandiosas canciones como un verdadero proceso creativo y no como escenas improvisadas pegadas a un guion tibio y sin riesgos.
Singer y los estudios decidieron tomar la historia a la ligera y presentarla como un melodrama musical que no hizo justicia a una gran historia como la de Freddie Mercury y la repercusión de su legado. Cabe mencionar que la cinta está siendo un éxito en taquilla, pero no gracias a su realización si no al amor profundo de los fans por una de las mejores bandas de todos los tiempos.