Hoy se cumplen dos años de la muerte de Juan Gabriel, una de las figuras más icónicas y representativas de la música popular mexicana. Un artista controvertido que logró romper con los moldes de una sociedad conservadora y al mismo tiempo ganarse el corazón de todo el país.
El Divo de Juárez fue uno de los primeros músicos que dejó a un lado la hiper-masculinidad de los intérpretes latinoamericanos, dando rienda suelta a un repertorio repleto de canciones que hablan de abandono, frustración y desamor.
Al compositor con el mayor número de canciones registradas en la Sociedad de Autores y Compositores de México no le importó para nada dar rienda suelta a una vida dedicada de lleno a la creación artística, ni siquiera lo detuvieron los prejuicios de una generación poco preparada para ver a un hombre con los labios pintados, rogando a su madre que vuelva a protegerlo. Él siempre fue libre de los demás y seguro es por esta misma libertad que logró impulsar a una gran cantidad de géneros que parecían estancados y que, tras su muerte, parecen volver a aquel estancamiento.
El género tradicional de México, el mariachi, que en 2011 fue inscrito por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, nació hace tres siglos como una evolución natural del son español. Según lo declarado por el escritor y musicólogo Jesús Jáuregui en El Mariachi, “el mariachi es el resultado de una fusión de innovaciones locales con elementos culturales provenientes de diferentes patrimonios, una síntesis de rasgos de origen propio y ajeno moldeado en Nueva España”.
Los grupos se desarrollaron hasta el siglo XIX con líricas principalmente católicas, pero los mismos músicos empezaron a expandir sus temas tras una pequeña pérdida de la influencia de la Iglesia Católica, fuente de la independencia del país. Los músicos empezaron a cantar sobre aquello que les interesaba, grandes relatos de héroes de batalla, alcohol, comida y la buena vida.
Pronto aparecieron en celebraciones oficiales, siendo la primera, la toma de protesta de Porfirio Díaz, quien vio en el género un gran elemento cultural para exportar del país con la utilización de fonógrafos y organillos. Con la llegada de la música grabada, su música se convirtió en lo más escuchado dentro del país, en una marca inconfundible de la sonoridad y cultura mexicana.
Normalmente se grababa con violines, guitarras, vihuelas y guitarrones, pero también se empezaron a incluir trompetas y en algunos casos piano a su instrumentación, lo que se considera como Mariachi Moderno. Sin embargo, pese a su popularidad, la temática y sonoridad del género quedó estancada por años.
Varios cantautores se volvieron grandes figuras públicas con su carisma, voz y talento como artistas, pero poco hicieron para que los temas establecidos y la sonoridad de la música progresara. Vicente Fernández, José Alfredo Jiménez, Pedro Infante y Jorge Negrete, entre otros, siguieron a lo largo de las décadas hablando de hombres fuertes, alcohol, el amor a la Patria y el arte de la seducción.
Tuvo que llegar alguien desde la clase baja del país para romper por completo con todas las concepciones que se tenían de lo que es ser un ‘Mariachi’, un ‘gran artista’ y un ‘hombre’ en México. El nacido en un pequeño pueblo en Parácuaro, Michoacán, décimo hijo de una familia de campesinos con una trágica historia que hizo que entre muchas otras cosas, viera la muerte de su padre derivado de un incendio en su tierra, y viviera en la pobreza durante toda su juventud.
A los cinco años se separó de su madre para ir a una institución de mejora social para jóvenes, lugar en donde se le dieron las facilidades para encontrar al propósito de su vida. Con trece años encontró la obsesión en una guitarra acústica y en la poesía, escribiendo su primera canción a tan temprana edad, ‘La Muerte de Palomo’. Ese mismo año decidió escapar de la escuela para vender artesanías y viajar por México con la intención de dar a conocer su música.
Gracias a su buena labia y sencillo sentido del humor, logró hacerse con contactos como José Alfredo Jiménez, Alicia Juárez y varios agentes de las disqueras más importantes de México. No desperdició la oportunidad que le dio RCA Records de grabar El Alma Joven (1971) y se fue a la composición de baladas básicas, pero con una innovación temática muy personal en el tema ‘No Tengo Dinero’, en la cual narra una historia trágica sobre pobreza y desamor de forma humorística. A la gente le encantó y vendió dos millones de copias de inmediato.
De inmediato Juan Gabriel se estableció como el artista más sincero y directo del país. Los relatos de su vida impresos en cada una de sus canciones lograron conectar de forma tan personal con una sociedad fríamente golpeada por las dificultades de la pobreza que en pocos años ya a nadie le importó un sólo detalle de su vida personal, ni siquiera a los de mente más cerrada, seguramente es el homosexual más respetado y aclamado en la historia del país.
En poco inició una nueva era para este género hiper-masculino llamado Mariachi, con una combinación sonora que mezcló lo más representativo del género con motivos pop, flamencos e incluso elementos disco, Juan Gabriel logró innovar musicalmente en discos como Vestido de Etiqueta por Eduardo Magallanes, con temas como ‘Se Me Olvidó Otra Vez’.
Sin embargo, esto no fue lo único que hizo por el género. En febrero entrevistamos al manager, productor, músico y empresario Camilo Lara, respecto al impacto de José Alfredo Jiménez, cuando le preguntamos respecto al estancamiento del Mariachi, Lara declaró, “el último en hacer una innovación en el mariachi fue Juan Gabriel, pero su innovación no sólo fue sonora, el hecho de que se presentara con un traje charro color rosado es lo más importante de su obra“, declaró, “el género no ha evolucionado más porque no se le ha dado la difusión necesaria dentro de la juventud“, recalcó quien ha trabajado arduamente para llevar a Los Ángeles Azules a convertirse en estrellas de carácter internacional.
El hecho de que Juan Gabriel apareciera sobre un escenario para cantarle temas de mariachi a docenas de miles de personas, vestido por completo de rosa, fue la designificación completa del traje de Mariachi. “Demostró que al mariachi no todo le duele ni debe ser macho. Y también comprobó que el cantante popular no debe venir siempre del campo. Él siempre tuvo como base Ciudad Juárez, la cultura fronteriza. Fue una provocación, un hombre bravo que defendió su posición ante el mundo a través de la canción”, declaró el estudioso de la cultura, Fabriizio Mejía Madrid.
Así, él inició una nueva era para el Mariachi, una lejos de la imagen de hombre alfa que cargó por un siglo y más cercana a la realidad del hombre actual, repleto de los sentimientos por los cuales Juan Gabriel será eterno.