La directora Natalia Beristáin sorprendió con su ópera prima No Quiero Dormir Sola (2012) por la manera tan elegante e íntima de contar una historia tan dura como la de una joven que tiene que cuidar a su abuela, una actriz retirada y alcohólica con inicios de Alzheimer. Su primer trabajo obtuvo gran reconocimiento en Festivales de Cine y la puso en la mira como una directora con un sello autoral que logra reflejar con gran sensibilidad los personajes femeninos.
Su nuevo largometraje, Los Adioses (2017) narra la vida de una de las mentes más brillantes de la literatura mexicana: Rosario Castellanos, pero no de manera biográfica si no desde la perspectiva emocional de una mujer con carencias y devociones poderosas que fungió como una de las figuras representativas más importantes del feminismo latinoamericano.
La ganadora del Ariel a Mejor Actriz, Karina Gidi, construye un papel impresionante como la poeta que a pesar de defender incansablemente los derechos de la mujer y luchar contra la discriminación sexual, vivía una co-dependencia emocional con el filósofo Ricardo Guerra, un hombre machista e inseguro que subsistía bajo la sombra de su genialidad. El grandioso Daniel Giménez Cacho interpreta de forma magistral a ese personaje que de alguna forma se volvió la debilidad más absoluta de la diplomática mexicana.
La película se cuenta en dos tiempos, por una parte vemos a Rosario joven, interpretada por Tessa Ia; una estudiante sobresaliente encerrada en aulas mayoritariamente habitadas por hombres que se concientiza de la realidad de la desigualdad de las mujeres, de la gran segregación racial y el clasismo en la sociedad y de su firme creencia de que para ser escritora tenía que renunciar a todo, pero conoce a Ricardo, interpretado por Pedro de Tavira y se enamora profundamente; y por otra parte vemos a la Rosario madura, catedrática, madre moderna decidida a seguir trabajando pese a la ideología retrógrada de su esposo que grita desde su profundidad su preocupación por la marginación, la sumisión, la enajenación de la maternidad mistificada, las abnegación y la auto devaluación femenina.
La visión con que la directora retrata con tomas suaves y desenfocadas la mente de una mujer tan compleja como Castellanos es producto de una conjunción eficaz entre el diseño de producción a cargo de Carlos Y. Jacques y la cinematografía de Dariela Ludlow que logran ofrecer un lenguaje visual sumamente bello entre planos simétricos y una paleta de colores sutiles que identifican a la época.
La sensibilidad narrativa de Beristáin se vuelve coincidentemente poética y rinde honor a un ícono de nuestro país como le es Rosario Castellanos.
Interesante mencionar que esta grandiosa película abre el diálogo no solo con la intención de conocer la obra de la poeta, si no también incita a armar agendas para analizar la situación actual de la mujer en nuestro país, de le evolución del feminismo y la lucha contra las desigualdades de género.