El sábado 7 de junio del 2018, El Imperial abrió por última vez. El club ubicado en Álvaro Obregón 293 de la Colonia Roma ha cerrado y con él se fue un importante segmento de la historia de la música de la CDMX.
Sea como un espacio referente para agrupaciones ya establecidas del país o como plataforma para bandas que apenas iniciaban, el club se convirtió en un sinónimo de apoyo a la industria nacional. Cientos de bandas encontraron su primera oportunidad para explotar dentro del foro y muchas otras encontraron inspiración apreciando algún concierto dentro, no fueron pocas las personas que se conocieron y empezaron a colaborar dentro de este lugar caracterizado por su buen sistema de sonido, las cortinas rojas de terciopelo tan estilizadas que adornaban a su escenario y los candelabros que se colocaban sobre el público.
A lo largo de sus diez años de historia, El Imperial fue partícipe de cientos de historias que rodean a la industria de la música nacional que merecen ser narradas. Aquí algunas de ellas.
Resumir mis buenos tiempos en El Imperial a una sola anécdota sería imposible. Viví tantos momentos increíbles ahí, como DJ, como músico y también como cliente. Pero creo que lo mas importante es que siempre me dejó un sentimiento como de que estaba pasando algo, que éramos parte de algo y que se estaba haciendo historia.
Con Hello Seahorse! tocamos varias veces. La primera un Agosto del 2008. Y fue en ese show, en ese escenario, la primera vez que tocaríamos en vivo una canción que le daría la vuelta a nuestra carrera. Ese día abrimos con Bestia, ni si quiera la habíamos grabado aún. Siempre me encantó pensar que el tocarla ahí nos echó la buena suerte.
No podría enumerar las veces que toqué como DJ en El Imperial. Hubo un año que mínimo me echaba 3 sets al mes. Aprendí muchísimas cosas como DJ. A leer a la gente, que rola iba a prender, cual no. Hice sets de 6 horas, a veces estaba a reventar, a veces no tanto. A veces tocaba después de llegar de giras largas o de viajes cansados, pero jamás, jamás lo sentí como un trabajo o una carga, por que me encantaba estar ahí. Me sentía en casa y sentía que toda la gente que estábamos ahí éramos amigos, y se estaba haciendo historia.
La primera vez que tocamos en El Imperial fue en un “martes de propuestas” con Los Blenders, en noviembre del 2013. Llevábamos un par de meses tocando como Hawaiian Gremlins y habíamos dado unos dos o tres shows con un pequeño público conformado por amigos y músicos de otras bandas. En aquellos tiempos tocar en El Imperial tenía un significado para cualquier banda mexicana que estaba empezando. Más que un foro, El Imperial era como una prueba; era el bautismo de fuego del indie chilango.
La prueba de sonido fue una pesadilla. Ni Los Blenders ni nosotros sabíamos cómo hacer un soundcheck y con los regaños del infame ingeniero conocido como El Dragón, no había forma de saber si realmente estaba sonando bien. Las dos bandas tocamos feo, pero fuerte y con más corazón que otra cosa. Un fugaz e inesperado proto-slam recibió a ambos proyectos. Buenos tiempos, buenos recuerdos.
Fue insospechado el hecho de que El Imperial llegara a su fin. La noticia me tiene melancólica, pues era un foro consolidado a cargo de personas que entienden a la industria desde adentro y que siempre procuraron que el músico fuera bien tratado en todos los sentidos. El espacio íntimo cargaba con identidad estética, el mejor audio de los foros chicos, backline completo, iluminación, un camerino ameno, hospitalidad y un sistema de pago puntual y funcional. Sus 10 años de existencia fueron cruciales para el desarrollo de la industria musical mexicana.
Para mí es un lugar lleno de historia personal, vi a muchas bandas ahí. Me presenté con proyectos como Mooi, Elis Paprika y como DJ. Tuve la peda más divertida de mi vida y hasta vomité en una hielera dentro del camerino, lo siento, tenía que revelarlo. Por supuesto, tengo mi historia con Descartes a Kant. Era como nuestra casa, nos encantaba presentarnos ahí, motivados siempre por hacer intros teatrales aprovechando el telón tan bonito. Siempre que montábamos algo nuevo lo intentábamos primero en El Imperial.
Muchos no saben esto, pero Descartes a Kant tiene cuatro covers de Lou Reed. El motivo de su origen fue que al morir Lou, sus directores decidieron organizar un tributo al cual nos invitaron. Los integrantes no estábamos completos para hacer la fecha y decidimos hacer unas versiones especiales, con diferente instrumentación. Ha sido de lo más divertido que hemos intentado como grupo y desde entonces nuestra versión de ‘Perfect Day’ prevalece en nuestro setlist.
Me quedo con una colección de recuerdos valiosos, relatos y vivencias como todos los que habitamos ese lugar durante 10 años. Ahora El Imperial habitará nuestro corazón por siempre.
El Imperial siempre fue mi lugar favorito para tocar de todo el circuito Roma-Condesa. Tuvimos unos cinco shows ahí y siempre la pasamos increíble, el staff siempre se esmeró por hacernos sentir cómodos y sobre todo sonar bien.
Desde que empezamos con la banda, uno de nuestros mayores objetivos era el poder pisar ese escenario. Se me hacía mítico, como el Alicia, tenía la sensación de que tocar ahí te llenaba de una energía muy especial, y sí fue así. El recuerdo más bonito que tengo es de un jueves, tocamos para festejar el primer año de El Oasis, programa de radio de mi querido Alan Navarro, el lugar estaba abarrotado y se armó una fiestota. Aunque a decir verdad, siempre se armaba una fiestota, con el cartel que fuera. Siempre lo llevaremos en la corazón. Gracias Imperial.
A pesar de que ya tenía cinco años, la primera vez que pise el stage de El Imperial como performer fue en un tributo al mítico bar conocido como El 9, en donde me presenté docenas de veces con mi proyecto de dark-synth-cabaret llamado María Bonita, en los ochenta y parte de los noventa.
Por ese foro pasaron todas las propuestas latinas e internacionales de vanguardia, así como grandiosos DJ’s y shows conceptuales.Fue precisamente en ese rubro en el que logré concretar tres proyectos de vital importancia en mi vida: El regreso de María Bonita 30 años después a un lado de mi hermano Mateo y que incluyó sets de DJ Chrysler y Carlos García de Silueta Pálida.
El LaFoshow de terror de Rocky, mi versión al clásico de culto, a manera de tributo para la legendaria Julissa de Llano. Montamos el show dos veces para celebrar Halloween, la primera en 2014 y la segunda en 2016 con un espectacular elenco y éxito. Dicho perfomance fue una idea que tuve sobre un trabajo previo del director de El Imperial, Atto Attie, quien lanzó en el 2014 el álbum doble Soy Tractor/ 24 Cuadros. El segundo disco es un trabajo instrumental inspirado en la cinemática, el cual intervine con textos, canciones y poemas que escribí especialmente para el show y que era un recorrido por el cine de terror narrado por Alfred Hitchcock y con las actuaciones de Patrick Norman, un híbrido entre la Psicosis de los años 60 y la de los 90 que hizo Baruq Gibran Seth, también director de escena de todos mis proyectos en un escenario.
Hicimos 6 funciones, cuatro en Cine Tónala y dos en Cabaret El Vicio como una producción de El Imperial encabezada por Jorge González que por primera vez salía de su recinto en Alvaro Obregón. De esa gran experiencia, Atto decidió formar la Orquesta 24 Cuadros que en un inicio , era la primera parte del perfomance y hoy en día es un sólido proyecto que triunfa e inclusive ha recibido premios internacionales por sus vídeos.
El Imperial significa mucho en mi vida, independientemente de la gran amistad con Atto y Jorge y las innumerables enfiestadas y anécdotas en el club, ambos continuarán como empresarios en otras áreas enfocadas en el arte plástico y sonoro. Definitivamente con el cierre del local más importante y emblemático de la nueva década se ubica instantáneamente en un nicho de culto que jamás será olvidado. Gracias a Atto y a Jorge por tanto y tanto.
Nosotros sólo tocamos un par de fechas en El Imperial, uno de los santuarios de la música independiente de la ciudad. El sonido era espectacular y lo pasamos increíble.
Recuerdo que el primer show que tuvimos ahí terminamos hangeando con El Abu de Las Víctimas del Dr. Cerebro y el Bonz de Hello Seahorse! Sentimos que a partir de ese toquín ya éramos parte de la escena independiente de la ciudad. Fue como una especie de iniciación para nosotros.
Aún no entiendo por qué culminó pues todo iba tan bien. Como una relación amorosa donde uno no es el que quiere cortar. Tan buenos momentos que vivimos, amigos que hicimos, música que escuchamos, canciones que coreamos. Como diría Jeanette, -“¿por qué te vas?”-. Solo se hace mas grande la nostalgia en este verano frío y lluvioso del 2018 con tantos cambios por venir. El futuro avecina incertidumbre y la música debe continuar con o sin ti.
Gracias por recibir tantos sueños y hacerlos realidad pues el que una banda o artista tenga donde tocar, desenvolver su talento y compartir su alma, tú lo hiciste posible. 10 años, Como los Beatles y si el cuarto de arriba hablara.
Aunque la noche en la que El Muchacho de los Ojos Tristes se presentó por primera vez en el escenario de El Imperial fue grande, las anécdotas vividas en aquel lugar marcado con el #293 de la Avenida Alvaro Obregón se remontan por ahí del año 2010 en donde descubrí el foro gracias a que Le Butcherettes tocó ahí. Así, de pronto El Imperial se convirtió en el lugar de encuentro.
Ahí nacieron grandes amistades, ideas que después se convertirían en canciones. Desveladas, borracheras, risas, peleas, besos largos y húmedos y más sucedieron bajo ese lugar de marquesina luminosa. Por esas o muchas otras razones el haber llevado la música de El Muchacho a este icónico escenario es algo para recordar, rodeado de viejos y nuevos amigos; de esos que sólo la música te sabe dar.
El imperial es el 1er lugar donde si un concierto oficial. No tenía nada listo y ellos me buscaron para ofrecerme una fecha. Gracias a Jorge del Imperial, empecé con todo este camino de locura y diversión.
Fue lugar emblemático que marcó, inspiró y apoyó a un porcentaje gigante de la cultura y música en nuestro país. Gracias por tanto. Están en mi corazón, siempre.
La primera vez que toqué en El Imperial fue la mejor, por el 2013 o 2014 era el lugar indicado si tenías una banda y querías estar en la mira del público al que realmente le interesaban las nuevas propuestas. Me acuerdo que cuando recibí el correo en el cual nos invitaban a tocar me emocioné cabrón, yo era un adolescente bastante inexperimentado e introvertido que sólo tenía los shows en vivo como escaparate a mi loquera interna, desde que nos recibieron para el soundcheck se notaba lo profesional del lugar.
-“¿Que necesitas?”- , fue una pregunta que nunca nos habían hecho en los pocos venues en los que habíamos tocado antes. El staff, los ingenieros, todo el mundo estaba enfocado en hacer bien su trabajo, se notaba que les gustaba lo que hacían, eso hizo la enorme diferencia con otros foros, que posteriormente se irían profesionalizando más y más. Una tocada épica con mi proyecto de ese entonces llamado Acidandali.
Esa noche conocí a muchas personas que siguen estando presentes en mi cotidiano musical y sonamos brutal, nunca nos había tocado un escenario en el cual entendieran de qué se trataba nuestra propuesta y eso en la vida de una banda es invaluable. Después vinieron un par de tocadas más, igual de memorables, pero ninguna como la primera vez. El Imperial me dejó muy gratos momentos y grandes personas.
Son muchos los buenos recuerdos que tengo del Imperial y sería muy difícil escoger un momento en específico, hasta donde tengo entendido fuimos una de las primeras bandas que tocaron ahí, la segunda banda hasta donde tengo entendido.
Algo que genuinamente voy a extrañar del Imperial son los cinco minutos. Recuerdo la primera vez que tocamos, nos abría una banda llamada Simplifires y los escuchamos despedirse, no teníamos idea que esperar y fueron al camerino a gritarnos, – “¡cinco minutos!” -. Simplemente amé ese momento, adoraba esa mezcla de emoción, miedo, checar que tu guitarra estuviera afinada, que en mi caso rara vez lo estaba. Sales en cinco minutos, Death or Glory.
Jorge Gonzales siempre nos dejó hacer de todo musicalmente, nos dejó crecer en su escenario y eso es algo que le voy a agradecer por siempre.
Al Imperial siempre lo recordaremos como un lugar magico, un foro chingon, la mejor vivencia en el Imperial con 60 Tigres fue cuando tocamos con Le Bucherettes y terminamos con Pipe Llorens y Tere, tirándole carro a Dulce Maria y rapeando muy borrachos. Fue una noche legendaria.
Cuando tocamos con A Love Electric nos invitó Todd a tocar junto con ellos y a ese concierto le dimos un concepto interesante porque nos vestimos con camisas hawaianas y le dimos maracas a todo el público para que interactuara con nosotros. Estuvo muy chido y de hecho el único video promocional que tenemos en Facebook fue filmado en aquella fecha, se pueden apreciar cómo unas muchachas bailan deliciosamente a nuestra música y está un compa moviendo unas maracas.
Troker una vez nos invitó a compartir escenario con ellos en El Imperial y recuerdo muy bien que fue un show para el cual nos preparamos mucho, recibimos buenos comentarios de ellos y de la audiencia. Algo bien chido de El Imperial es que el público captaba la música a pesar de que no era un lugar de conciertos, no ibas a escuchar música, ibas a bailar y a tomar la chela, pero el público siempre recibía bien la música. Había interacción y esa era una de las cosas más ricas de tocar en El Imperial, contrario al trabajar con El Dragón.
La emoción que sentimos aquella vez que nos dijeron, -“tenemos una fecha confirmada en El Imperial“-. Es una sensación latente hasta el día de hoy. Por primera vez sentimos lo que era pertenecer a esta gran familia de músicos.
Sin contar las innumerables pedas, el recuerdo que siempre tendré de el Imperial es de la vez que pude compartir escenario con Christopher Owens y Mike Hindert.
Fue la primera vez que conocí en persona a Chris tras tantos mails y mensajes de texto por los cuales tuvimos que pasar para poder traerlo a México y sin el Director del lugar, Jorge, no podría haber logrado tocar junto a dos personas tan maravillosas y sabias. El Imperial siempre ocupará un lugar en mis recuerdos más chingones.
El Imperial fue el primer sitio de música en vivo que visite apenas llegue a México. Estaban tocando mis brothers de La Vida Boheme y tuve la oportunidad de subirme con ellos, la energía estuvo increíble y me di cuenta desde ese día lo importante que era ese lugar.
Luego fui un par de veces a tocar con Trasient, una banda de jazz y me impresionó que el público era demasiado amplio y daban espacio para todo tipo de música. Lo mejor es que publicaban los videos en Youtube.