A finales de los años 70, el lobo gris mexicano fue declarado en peligro de extinción. En ese entonces se estimó que su número llegaba apenas a medio centenar.
Sin embargo, ayer la UNAM informó que el número de ejemplares del lobo gris mexicano ha aumentado a 356 ejemplares, por lo que ya no se considera en peligro de extinción.
Es una especie que se extinguió de la vida libre debido a campañas de erradicación que tuvieron lugar entre los años 40 y 70, cuando, por mantener la producción de carne a nivel nacional, los lobos fueron capturados, cazados y envenenados.
Esta especie es una de las más pequeñas, mide metro y medio de estatura, y pesa entre 27 y 45 kilos. Es un animal de hábitos nocturnos, está acostumbrado a vivir en manada. Viven entre ocho y trece años, habitan en el desierto de Sonora, Chihuahua, Chiapas, Texas, Nuevo México y Arizona. Actualmente, el lobo gris se encuentra protegido en la zona norte de nuestro país y al sur de Estados Unidos, en donde se le conserva y se le da rehabilitación.
Parte de la rehabilitación para la vida libre de los lobos consiste en conservar no sólo sus patrones conductuales silvestres, sino su estructura social, para que puedan cazar presas apropiadas. Mientras están en cautiverio se les cuida con un plan genético, y de medicina preventiva, así como con un programa de rehabilitación, con preliberación y liberación, tras lo cada se le da radio collar para su monitoreo a cada uno de los ejemplares .
Esto ha sido posible gracias al esfuerzo de especialistas y ciudadanos agrupados en 55 instituciones multidisciplinarias, 38 de ellas pertenecientes a Estados Unidos y 17 a México. En México hay un centro de rehabilitación con dos encierros. Las zonas de liberación están entre Durango, Zacatecas, Nuevo León, Sonora y Chihuahua, y en Estados Unidos entre Arizona y Nuevo México.