El enfrentamiento de Black Sabbath y la comunidad católica mexicana #ConCiertoDesconcierto

// Por: Staff

jue 24 mayo, 2018

Por Mario Yaír T.S.

Black Sabbath tocó en México por primera vez en 1992 dentro del Palacio de los Deportes, pero no era la primera vez que la banda lo había intentado. Cuatro años antes había comenzado la venta de boletos para su show en León, Guanajuato, pero la banda comenzó una odisea por la moral católica de dos estados.

Plustar fue la empresa encargada de traer a Black Sabbath a México, la fecha estimada era el 28 de octubre de 1989, a tres días de la noche de brujas, en el estadio Nou Camp de León.

Las protestas religiosas

Era uno de los peores momentos de la banda, ignorados por la crítica luego de sacar su disco Headless Cross, solo un medio se atrevió a decir que era el mejor álbum de la banda sin Ozzy. Es que en aquel entonces, la banda estaba conformada por Cozy Powell, Laurence Cottle, Geoff Nicholls, Tony Lommi y como vocalista Tony Martin.

Las necesidad por promocionar el álbum en un nuevo país los llevaron a aceptar el contrato, pero cuando pusieron el primer pie en México, los periódicos de León ya publicaban que era una banda en contra de los valores humanos y espirituales de los jóvenes. Decían que -“este grupo ha explorado deliberadamente todas las letras del ocultismo y del satanismo, desde la misa negra hasta el sacrificio humano”-. Por eso la Diócesis de León comenzó una intensa campaña en todos los medios posibles contra de la presentación de la banda.

Para el 19 de octubre la Presidencia Municipal declaró que no daría el permiso para por: Ser instrumento para el consumo de drogas; ser motivo para generar desorden en nuestra ciudad; porque la policía no era suficiente para vigilar el evento y -“por la gran repulsa de la mayoría de los habitantes de nuestra ciudad a este tipo de conciertos”-.

Black Sabbath (1989)

El cambio a Celaya

Plustar anunció el cambio del concierto a Celaya y todo fue de mal en peor. Cartas firmadas por la Agrupación de Esposas Cristianas, la Juventud Católica Femenina, el Movimiento Bíblico y hasta al Asociación Nacional de Trabajadores llegaban por montones a las oficinas del gobernador. Fue el Gobernador Rafael Corrales Ayala quien exigió que ningún municipio de Guanajuato permitiera tal presentación, aun teniendo todos los permisos con luz verde desde meses antes.

El último intento fue el estadio Plan de San Luis en San Luis Potosí, pero allá la sociedad potosina declaró que si Black Sabbath llegaba a tocar un solo acorde, todo el estado quería condenado a la perdición el día del juicio final. -“¿No es lo anterior de lo más absurdo y ridículo?”-, se anunciaba en una nota periodística bajo el título ¿Aún existe la inquisición? Fue el turno del presidente municipal Guillermo Pizzuto cancelar el concierto para conservar las buenas costumbres.

 

El intento por traerlos a CDMX

Por eso tras la conferencia de prensa que la banda dio el 27 de octubre en la Ciudad de México, no temieron en llamar -“tonta”- a la sociedad mexicana. Pulstar no pudo costear todo el conflicto y pese a que hubo patadas de ahogado por presentarlos en DF, todo se fue a la borda. La noche del 27 de octubre, los miles de greñudos que tenían su boleto listo en la terminal de Autobuses del Norte, se enteraban apenas de la noticia.

Así, dos sociedades moralinas perdieron la oportunidad de colocarse en el mapa musical de México y el mundo, pero seguro les va bien con el turismo religioso. Perdieron el setlist programado que incluía ‘Neon Knights’, ‘Children of the sea’, ‘Iron Man’, ‘Children of the grave’ y por supuesto ‘Paranoid’ y ‘Heaven and Hell’.  OCESA ganó la batalla hasta 1992, pero de recuerdo quedaron los boletos de 40mil pesos que nunca se cortaron.