Tras un largo periodo de inactividad posterior al lanzamiento de Programatron (2013), aunado al proyecto alterno de León Larregui como solista, la banda mexicana Zoé está de vuelta con Aztlán (2018), su primer disco en 5 años, el cual contó con la colaboración del reconocido productor Craig Silvey, quién ha trabajado con bandas del calibre de Arctic Monkeys, Arcade Fire, Noel Gallagher y Florence + the Machine, entre otros.
El disco abre con ‘Venus’ y de forma inmediata notamos la pureza y claridad sonora de uno de los proyectos más maduros del rock en español, donde cada uno de los elementos que componen la canción inicial se muestran en la dirección correcta, guitarras y sintetizadores en simbiosis perfecta creando un ambiente bastante ligero y luminoso. ‘Azul‘, uno de los tracks más reconocibles, cuya exposición se debió a que fue elegido como el primer adelanto del nuevo trabajo, captando la atención de críticos y seguidores de la banda, la cual se mueve en terrenos melancólicos más apegados a los trabajos solistas de Larregui que a lo último de Zoé. Es un clásico instantáneo.
En ‘No hay mal que dure’ la banda mexicana crea una pieza bastante pegajosa cargada de una luminosidad sonora bastante agradable con un juguetón synth pop. Si bien los sonidos electrónicos no son ajenos a Zoé, en esta pieza le otorgan un protagonismo in-edito. La nostalgia nunca puede faltar en la discografía de los liderados por Larregui, ‘Al final’ es la encargada de transportarnos a momentos reflexivos suavizados por matices melódicos. Los sintetizadores hacen su aparición de nueva cuenta en la adictiva ‘Hielo’, otra de las rolas sobresalientes del disco la cual de cierta forma muestra a unos Zoé más arriesgados en agregar elementos sonoros no tan habituales generando un resultado bastante propositivo.
‘Luci’ y ‘Aztlán’ son las encargadas de bajar un poco la intensidad del disco, con algunos elementos rescatables, quizá de los puntos más bajos del disco el cual vuelve a subir con la obscura y experimental ‘Temor y Temblor’ en uno de los momentos más interesantes del álbum, la cual se erige de forma inmediata como uno de los mejores tracks que Zoe ha lanzado últimamente.
En el ocaso del disco encontramos un abanico sonoro de temas que van desde la balada pop ‘Renacer’ y la synth pop ‘Ella Es Magia’, las cuales sirven para preparar el terreno y cederle el protagonismo a temas aún más completos como ‘Oropel’ y sobre todo ‘Clarividad’, piezas que sobresalen por su estructura sonora, apelando a los puntos más altos de Zoé lo cual sin duda, agradecerán los viejos fans de la banda, cerrando de buena forma el regreso de una de los proyectos más sobresalientes, seguidos y mediáticos, no solo del rock pop nacional sino latinoamericano en general.