El año más importante para a carrera de Jamiroquai, 1996, fue uno repleto de incertidumbre para la comunidad académica y política de los Estados Unidos gracias a un texto publicado por el politólogo Francis Fukuyama titulado ‘El Fin del Hombre’.
Este libro, que llevó a Fukuyama a ser Director del Consejo de Política Científica de los Estados Unidos, habla respecto a una futura división social generada gracias al avance de las ciencias biotecnológicas y los medicamentos neurológicos. Pocos meses después de su publicación, esta estrella pop logró resumir las 400 páginas de su reporte en una canción pop, pegajosa y visionaria: ‘Virtual Insanity’.
Aunque las profecías de Fukuyama no se han cumplido a 22 años de su gestación, Jay Kay no se quedó con las ganas e hizo una secuela en la cual relata desde una primera persona la experiencia que viviría al estar en un mundo distópico como el que se profetiza.
Este mundo, el de Automaton (2018), fue presentado ayer dentro de la Arena Ciudad de México, un concierto repleto de éxitos que hizo bailar a los presentes, pero que se quedó corto en la promesa de entregar una experiencia escénica completa con el concepto distópico del disco como centro. En su lugar tuvimos una presentación pop divertida, aunque común, con una hermosa corona que quedó sólo como un adorno más y no como el símbolo que pudo ser.
Con la corona robótica que pretende representar su nueva falta de humanidad, Jay Kay salió al escenario entre gritos y aplausos en un Arena Ciudad de México al cual nunca había visto tan lleno. No cabía una sola alma más dentro del recinto, no había ningún asiento vacío y no se podía apreciar ningún segmento de piso en la sección general, todo el panorama era un mar de gente.
Empezó con ‘Shake It On’, primera pieza de su último disco de estudio, con los sintetizadores que remiten al french-wave y las voces robóticas que distinguen a este álbum.
‘Little L’ y ‘Main Vein’ de A Funk Odyssey (2001) hicieron que la gente se pararan de sus asientos, un público diverso en edades, rango socioeconómico e incluso intereses musicales. De señores de 40 años con collares de oro a jóvenes de la Generación Z bailando con su pareja, personas con playeras de Bauhaus, Blur y Avril Lavigne. Todos se unieron en una celebración excéntrica en la cual nunca paró el baile.
Fue hasta ‘Space Cowboy’ que los gritos ensordecedores por parte de los asistentes se hicieron notar, esta pista no la había tocado en su reciente gira y es un clásico que en México amamos. La interpretación de sus músicos, coristas, bateristas, bajistas y guitarristas, entre otros, siempre fue excepcional.
‘Alright’ y ‘Cloud 9’ mantuvieron el interés en la presentación, pero con la interpretación de ‘Superfresh’ se perdió el interés. Por otro lado, ‘Use The Force’, con su letra llena de referencias a Star Wars, hizo que la gente se reanimara previo a interpretar una de las piezas más esperadas de la noche: ‘Cosmic Girl’.
Aunque todo el mundo estaba viviendo un gran concierto, el concepto alrededor de la corona se perdió por completo hasta la interpretación de ‘Automaton’, cuando Jay Kay empezó a moverse como robot, imitando los pasos de baile que creó para su aclamado video musical. Las luces se apagaron y por un momento lo único que se vio fue ese excéntrico símbolo, la corona, que cambiaba de color cada que Jay lo requería y que también se movía cuando él lo indicaba con su mano izquierda.
‘Canned Heat’ y ‘Love Foolosophy’ dieron un divertido cierre al set principal, aunque el encore se llevó las palmas cuando el público iluminó con sus celulares al venue de arriba abajo esperando por el tema más icónico de Jamiroquai: ‘Virtual Insanity’, tras lo cual la banda se retiró.
El concierto no fue lo que pudo ser, por lo menos no conceptualmente, pero ver a tanta gente distinta disfrutando de las mismas canciones con tanta pasión, lo valió por completo. Además, Jay Kay sigue cargando con la carisma que lo volvió una estrella en los 90, y el grupo que trae es espectacular.