David Byrne en el Teatro Metropólitan #WARPGigs

// Por: Oscar Adame

mié 4 abril, 2018

Fotos por: OCESA/Lulú Urdapilleta

Artista: David Byrne

Lugar: Teatro Metropólitan

Fecha: 03 April 2018

David Byrne se ha convertido en un sinónimo de lo que es un artista multidisciplinario desde que Talking Heads se separó discursiva y musicalmente de la escena punk neoyorquina, convirtiéndose en una agrupación que experimentó con todo tipo de música y artes escénicas. 

El cantautor escocés ha explorado todo tipo de territorios con tal de expresar la naturaleza de la ansiedad humana, siempre con inteligencia y sin precipitaciones. Es por ello que cuando anunció, a finales del año pasado, el lanzamiento de su primer disco como solista en 14 años, todo mundo supo que el visionario artista de 65 años tenía algo importante que decir.

Él lo dijo todo el pasado 3 de abril dentro del Teatro Metropólitan,  dando su singular visión de la esclavitud del siglo XXI y del cómo hemos llegado a ella con música, bailes, y una puesta en escena innovadora. 

Tras la presentación de Camilo Lara y su Instinto Mexicano del Sonido, que ahora cuenta con los chicos de Big Big Love como banda de apoyo, se colocó una silla en el centro del escenario, iluminada desde un punto de vista cenital, como si se tratara de un objeto divino. Las grabaciones de paisaje sonoro que inundaron al foro remarcaron esta teoría. 

El escenario conformado sólo por un piso color café, y rodeado por miles de hilos colgados a forma de persianas dejaron ver al inicio de la presentación como si se tratara de una obra de teatro. Al aparecer Byrne, sentándose sobre la silla, tomó un cerebro de plástico y le empezó a cantar la letra de ‘Here’ a modo del monólogo ‘Ser o no Ser‘ presentado en Hamlet, de Shakespeare.

Tras terminar de interpretar el primer tema de American Utopia (2018), a Byrne se unió una colección de 12 músicos provenientes de distintos países y culturas, ocupándose de una sección rítmica repleta de distintos tipos de bongoes. Los músicos y Byrne bailaron como si se trataran de los primeros hombre sobre la tierra, la lírica trata sobre el por qué se hacen fiestas: Para que la gente nunca se sienta sola.

Este disco se distingue por ser un tanto más simple instrumentalmente que el trabajo previo de Byrne como solista y con Talking Heads, es por ello que todas las canciones clásicas de su repertorio sufrieron cambios en sus arreglos. Los temas repletos de capas de sonidos, sampleos sobre sampleos, de discos clásicos como el Remain In Light (1980) y Speaking In Togues (1983) se vieron particularmente afectados para combinar con la visión conceptual del concierto, minimizando su cantidad de elementos al mínimo. 

Siempre es bueno ver que un artista se arriesga re interpretando sus canciones con un nuevo fin discursivo, pero esta vez siento que los temas perdieron la emotividad que les caracteriza. Aun así, la forma en cómo combino estos temas, escritos hace más de 20 años, dentro de la narrativa de la puesta en escena, fue brillante. 

‘I Zimbra’ y ‘Slippery People’ se hicieron valer de todos los instrumentos mientras los miembros bailaban y se enfrentaban los unos con los otros, como si trataran de buscar una jerarquía social. Posterior a ello la pared izquierda del escenario se iluminó con una brillante luz azul, había empezado ‘I Should Watch TV’ y Byrne trataba con todas sus fuerzas de detener la luz, de ocultarle la iluminación a los demás personajes de su escena. No resultó, tras gritos y caídas por los aires, todos llegaron a los medios masivos. 

‘Dog’s Mind’ y ‘Everybody’s Coming To My House’ incursionaron en un comportamiento más moderno por parte de los artistas, quienes dejaron los bailes y empezaron a dramatizar sobre el escenario la ansiedad que el hombre siente en el siglo XXI, repleto de sobresaturación de información y aislamiento. 

El clásico de Talking Heads, ‘This Must Be The Place (Naive Melody)’, dio paso al monólogo sobre la insignificancia de la vida de ‘Once In a Lifetime’, considerados por muchos como la obra magna de Byrne y del movimiento new-wave en general. Aunque perdió toda su densidad instrumental, ‘Born Under Punches (The Heat Goes On)’, fue uno de los momentos más impresionantes del concierto. 

Posterior a ello los actores amanecieron muertos en ‘Bullet’, una canción escrita desde el punto de vista de una bala que ha sido obligada a arrebatarle la vida a un soñador. ‘Every Day Is a Miracle’ le dio fuerzas a los músicos para seguir bailando, al igual que ‘Like Humans Do’.

‘Burning Down The House’ contó con juegos teatrales interesantes, que llegó en su culminación cuando los músicos empezaron a hacer lipsinc en completo silencio. Se rompió con la instrumentación para verlos bailando y tocando sus respectivos instrumentos sin hacer ni un ruido. 

Tras un pequeño receso, Byrne regresó para tocar ‘Dancing Together’ y ‘The Great Curve’. Además hizo un cover a Janelle Monáe, ‘Hell You Talmbout’.

El concierto de Byrne no tenía la intención de ser una presentación pop sin más, el artista de 65 años regresó con un discurso ambicioso y una puesta en escena interesante. Su retrato de la historia de la vida humana y de la situación emocional en la cual se encuentra ahora es única.