Por: Jesus Cruz Zea/ @ChuchoChancla
Pay to win, la ventaja de la cuna de oro. Desde un principio la era digital arrojaba un mensaje basado en la experiencia mejorada de la nube a cambio de una módica cantidad. Es decir, elementos exclusivos y características únicas bloqueadas a la espera de aquel que quiera y tenga la capacidad de pagar por ellas, es ahí donde radica la existencia de la viabilidad, de las mejores optimizaciones a merced del que esté dispuesto a entregar rupias análogas a cambio de una concepción digital.
La promesa de un futuro mejor yace en el score de muchas personas y es que en la actualidad los eSports son anfitriones de eventos y sumas multimillonarias que llenan de esperanza a los jugadores habidos en los controles. Es ahí donde la ventaja se eleva y los recursos en este plano generan prelación sustancial pues, es necesaria una buena conexión, unos buenos terminales y mejores accesorios, pero ¿quién tiene tiempo y dinero de sobra para comprar eso?
De forma general es fácil reconocer el futuro de los videojuegos y la tecnología, estamos hablando de los mundos lúdico ficcionales. Los universos en donde la imaginación se hace presente y los sueños cobran actividad pues, es ahí donde los límites se quiebran, donde la habilidad lo es todo y la astucia se convierte en ley. Sí, como el mundo virtual de la película.
En este momento me es preciso denotar, lo anteriormente escrito no es un ideal, ni mucho menos un deseo de este habitante de geektón. Es una realidad tangente que crece día con día en donde la única debilidad es la realidad y nuestra identidad.
Al igual que en Ready Player One, el mundo digital deja de ser sano en el momento que dejas vislumbrar información personal. Es irónico que el veneno de lo virtual sea la realidad y tu privacidad pues, a fin de cuentas las resonancias de tus acciones en FaceBook, Twitter, Second life, PUBG, se pueden escuchar en los pasos de aquel o aquella que te mira al fondo del vagón.
Es aquí cuando surge la pregunta de cuál realidad está rota. La que te permite obtener recompensas inmediatas completamente equivalentes a tu esfuerzo, la que alimenta tu socialización medida para que en equipo desentrañes recompensas jamás antes vistas o por contrario, la que te obliga a trabajar 8 horas por un miserable pedazo de papel, en donde la privacidad es un lujo cada vez más caro, en donde los que se esfuerzan más ganan menos. La respuesta la dejo en tus manos.