Por: Mario Yaír T.S.
El rumor estaba confirmado, el 28 de agosto de 1965 The Beatles ofrecerían un concierto en el Estadio Azul. La única cosa que lo impedía era un enorme muro de concreto pesado llamado Ernesto Uruchurtu, el regente de hierro, el viejo Jefe de Gobierno del Distrito Federal.
Los Beatles habían tocado al México conservador en 1964 con Discos Murat y luego Capitol Records. Help (1965) fue el primer álbum que llegó y la sociedad de las buenas costumbres los criticó de desordenados sociales. El cabello largo, los movimientos alocados, la música estruendosa, los temas escandalosos… Básicamente las mismas críticas hacia el Metal en los 80, la electrónica en los 90 y el reggaetón en el 2000. Inmorales sin talento.
Solo “La Pantera” y “Radio Éxitos” se atrevían a pasar sus canciones por la radio, pero fue el regente de hierro quien llamó a los dueños de los principales centros de espectáculos para ordenar que -“Ni de chiste contratarán a esos músicos de pelos largos”-. Al canciller del concreto le parecía que daban mal ejemplo a la juventud y que no iban con la idea de una ciudad moderna, pero a Uruchurtu hasta construir el metro le parecía mal.
Así comenzaron los trámites, pero en gobernación los papeles fueron detenidos por Uruchurtu bajo el pretexto de que la ciudad no estaba preparada para un evento de tal magnitud, mientras preparaba los Juegos Olímpicos de 1968. Todos ya conocían el corte moral recalcitrante de Don Gladiolo, por plantar gladiolas en los camellones de Reforma a cada rato. Uruchurtu había comenzado desde 1952 su Cruzada de la Decencia Teatral decidiendo por los capitalinos lo que tenían derecho o no a ver.
Muchos creen que su odio rocanrolero empezó cuando pidió a Elvis Presley venir a la ciudad a cantar en los quince años de la hija de un amigo magnate, pero el cheque en blanco no convenció a Presley y lo regresó integro a Uruchurtu.
Así después de una tediosa batalla legal, el regente ganó haciendo quebrar el evento y negando los permisos. Los Beatles compartieron lista negra al lado de otros censurados por la cruzada: Tongolele, Luis Buñuel, el Salón México, Jodorowsky, María Victoria y muchos más. Pero no evitó fue que los Beatles se tomaran años más tarde una foto con la bandera de México, que aludieran al país en la portada del Sargento Pimienta y que nacieran en México mil bandas de rock inspiradas en el cuarteto.
Después de la censura se crearon mitos geniales alrededor, incluso se inventó que llegaron a Oaxaca a ver a María Sabina, una completa mentira. Los que sí ocurrió fue que cansado de su regencia, Díaz Ordaz hizo renunciar a Uruchurtu en el 66. Así, el regente no pudo evitar que George Harrison vacacionara en Acapulco, que Paul McCartney anduviera por Puerto Vallarta y sobrevivió para ver llegar a Ringo Starr a los Estudios Churubusco filmando El Cavernícola (1981) y tocando en Zona Rosa.
A Uruchurtu también le toco ver con horror como “El club de los Beatles” y “La hora de los Beatles” se posicionaban en los programas más altos de rating radiofónico en México. 50 años después de pasar 10 horas semanales de Beatles en la radio, hoy en México existen no sólo escuelas especializadas en su música, sino un enorme grupo de fans que podrían llenar 100 veces el estadio si hubieran vuelto.
De su concierto fantasma solo quedan leyendas. Lo cierto es que Los Beatles trasladaron esa fecha a California y jamás pisaron juntos México, pero para sus fans es como si así fuera. Por eso con cada concierto de McCartney en el Zócalo, regresa toda una generación retratada en sus acordes, bajo la sombra del autoritarismo y en un concierto nombrado con melancolía.