Esta semana se estrena Ready Player One (2018), la película que bien podría ser el pináculo de la cultura pop que se desarrolló en gran parte durante la década de los años 80, mismo lapso histórico en el que también se desarrollaron muchos de los clásicos contemporáneos del cine, la masificación de los videojuegos, y la cultura de los juegos de mesa, y juegos de rol como el icónico, Dungeons and Dragons.
Cabe destacar que fue en estos mismos años, en los que sobresalió el nombre de Steven Spielberg, cineasta responsable de varios filmes de culto como Jurassic Park, E.T. El Extra-terrestre, y Cazadores del Arca Perdida. A la fecha , el nombre de Spielberg es sinónimo de la cultura pop, por lo que la elección del director, quien ahora cuenta con 71 años de edad, para encargarse de llevar al cine la obra de Ernest Cline, era la elección perfecta.
La primera vez que leí Ready Player One, fue en el año 2015, el mismo año en que se rumoraba que la novela sería adaptada a la pantalla grande, y que el nombre más sonado para encargarse de esta cinta de acción y ciencia ficción, sería el mismo Spielberg.
La primera hoja del libro cuenta con una referencia muy clara a Ghostbusters de Ivan Reitman, este es el primer indicio de lo que está por venir en un relato que se sitúa en un futuro distópico, en el que la sociedad está sumida en el caos, la pobreza, la hambruna y la desesperanza, males que se combaten con un universo en realidad virtual contenido en el Oasis de James Halliday, una simulación compleja y cuasi infinita, de la cual, toda la humanidad es parte.
A estas alturas, sobra decir que el mayor atractivo de la novela de Cline, es la oleada de referencias interminables, que van desde películas como WarGames de 1983, hasta videojuegos como Joust, el cual apareció por primera vez en 1982.
Precisamente este punto de la obra, es el que parecía más complicado al llevarse al cine, lograr obtener los centenares de derechos para poder mostrar en la película, personajes como Ultraman, Pac-Man, Gigantor, o hasta el mismo Spider-Man, quien pertenece a Disney y Sony Pictures.
La solución a esta tarea, está en la combinación de Warner Bros y Spielberg, quienes usan a gran parte de los personajes que están en su propiedad, o acuden a otras productoras como Universal o 20th Century Fox, para lograr abarrotar la pantalla de cameos y apariciones especiales, las cuales son imposibles de apreciar en una primera vista.
Pesadilla en la Calle del Infierno, Battletoads, Hello Kitty, Halo, Street Fighter, El Gigante de Hierro… cada momento de Ready Player One, está específicamente creado como un bombardeo de cultura pop que logra asemejar a su obra original, cambiando algunos nombres por otros.
A pesar de que este es el atractivo principal del filme, la realidad es que la maestría de Spielberg para contar historias, y crear una relación personal con los protagonistas, es lo más destacado de este paquete. La intertextualidad y la explotación desmedida de referencias se ha convertido en un estándar en la actualidad, y Spielberg parece saberlo, ya que se limita al no mostrar personajes propios en la cinta, y se hace notar que su trabajo radica más en la parte narrativa, aunque es imposible no distraerse o sonreír, al ver a Chucky, el muñeco diabólico, en un campo de guerra.
En específico, Ready Player One nos muestra la historia de Wade Watts, un chico común y corriente de Columbus, Ohio, quien ha dedicado su vida a estudiar el legado de Halliday, creador del Oasis, así como a su relación con el cine, los videojuegos, la literatura y todos los aspectos que son propios de la fundación de su mundo en realidad virtual.
Halliday muere de un día para otro, y deja programada una búsqueda dentro del sistema, para encontrar tres llaves, las cuales son la clave para hacerse acreedor de Oasis y de su fortuna. Nolan Sorrento es el villano en esta historia, un acaudalado hombre de negocios que busca adquirir este universo, para utilizarlo a su conveniencia.
Watts, conocido como Parzival en la realidad virtual, es el principal contendiente en la búsqueda de las llaves, junto a su mejor amigo, Aech (Hache), Art3mis, su interés amoroso, y Daito y Sho (Shoto en la obra original), dos jugadores japoneses, estrellas del juego.
Tye Sheridan encabeza el reparto del filme, junto a Olivia Cooke, a quienes vemos en gran parte de la historia como sus avatares virtuales. El trabajo de actuaciones, nuevamente recae en la mano de Spielberg, quien empuja cierto balance en la trama, para que logremos ver lo que están viviendo los protagonistas en la vida real, en una especie de rebelión que se siente en la historia, como el futuro de la humanidad.
Visualmente, la película es una bomba muy cuidada y trepidante, en donde a pesar de que estamos viendo mundos en CGI en donde el DeLorean de Volver al Futuro está tratando de ganar una carrera en la que King Kong es el enemigo principal, el sentimiento cinemático no se diluye, Spielberg trabaja la cámara como si estuviéramos viendo una grúa sobre esta ciudad de Nueva York ficticia, por lo que nuevamente, cabe destacar, que su papel en el filme es mucho más importante de lo que muchos habríamos pensado.
En la parte del guion, es importante mencionar que el mismo Ernest Cline se encargó de adaptar su obra junto a Zak Penn. La verdad es que en cierta parte, la historia original toma un camino completamente nuevo en la cinta, y aunque se retoman los elementos clave de la novela; el poder de las acciones, las tareas para obtener las llaves, y la relación de los personajes principales en el mundo real, son totalmente distintas en el filme.
Tal vez la trama es lo que más me conflictua con la adaptación, ya que los momentos clave de la novela, se ven demeritados en la película, pero sorpresivamente, son suplidos por otros completamente distintos, que tal vez, sean igual de poderosos que en la obra original con mensajes nuevos sobre el poder de la realidad, y la amistad, sobre la búsqueda del amor verdadero.
El punto en el que sí veo una oportunidad desperdiciada, es en el aspecto musical, convirtiéndose en el punto más débil del filme. Otra de las principales bondades de Ready Player One es la importancia musical que surge en la trama original. Canciones como ‘Dead Man’s Party’ de Oingo Boingo, ‘Three is a Magic Number’ de Bob Dorough, y gran parte de la discografía de Rush, son clave en la historia, mientras que el peso en la cinta recae en el score de Alan Silvestri, quien logra incluir a la mezcla, un toque personal con los temas de Back to the Future, y otros toques melódicos que se basan más en referenciar a otras películas, dejando de lado la inclusión de canciones, exceptuando un par de casos como el de ‘Jump’ de Van Halen o ‘Stayin’ Alive de Bee Gees.
A pesar de que la película se distingue en gran manera del libro , gracias al balance que hay entre cosas frescas y me atrevo a decir, hasta un momento personal en el que Spielberg se ve reflejado dentro de la historia, para hacer una referencia al que fue uno de sus más grandes ídolos, Stanley Kubric; logro encontrar que el filme es único y por demás destacable, gracias a la reacción que causa la fila interminable de cameos e easter eggs, además de ese toque casi imperceptible en que esto no es un juego de referencias creado en licuadora, sino más bien, un homenaje que se hace presente en cada momento.
Es todo esto lo que hace que la película sea una experiencia completamente nueva en la que tenemos como resultado un gran filme que se distingue de su material base, en donde la importancia para Steven Spielberg al contar una historia, no se ve demeritada por el sinnúmero de personajes, y referencias que están en pantalla, haciendo de Ready Player One, una película que tiene que verse por los menos un par de veces, y un regreso en forma del director que definió a la cultura pop, en la que bien podría convertirse en una cinta de culto más, como las que inspiraron este relato.