Por: Fernando Valencia
-“Estar en esta banda por los últimos 12 años ha sido una verdadera bendición (…). Y ahora, como todas las grandes cosas, ha llegado su tiempo para terminar. Gracias a todos por el apoyo y por ser parte de la aventura”-. Con este escueto comunicado en su página oficial, My Chemical Romance, banda estandarte de la explosión de música alternativa de la década pasada, anunciaba oficialmente su desintegración el 22 de marzo de 2013.
Gerard Way, Mikey Way, Ray Toro, Frank Iero y James Dewees tomarían caminos separados para perseguir sus propios proyectos.
Tres días después, en un ensayo mucho más cuantioso, Gerard explicaba un poco más la decisión. Un ataque de ansiedad tras un concierto en Asbury Park, en su natal New Jersey, fue la culminación de lo que, años después, se revelaría en diversas entrevistas: Una sensación de que no era él mismo, una demanda constante por alimentar al proyecto a costa de su propia salud mental.
Aunque la opinión sobre su propuesta siempre fue divisiva, el compromiso detrás de su música permanece siendo innegable. Para toda una generación, My Chemical Romance supuso el escape perfecto a los problemas de la adolescencia temprana. Aquellas frustraciones que en su tiempo se sentían enormes encontraron la banda sonora ideal en las dramáticas interpretaciones de discos como I Brought You My Bullets, You Brought Me Your Love (2002), Three Cheers for Sweet Revenge (2004) y The Black Parade (2006).
Hablar de My Chemical Romance es hablar de fanatismo. No es coincidencia que la banda tuviera que disculparse tras llenar de falsas ilusiones a quienes esperaban su regreso en 2016, cuando anunciaron el lanzamiento de una edición conmemorativa por los diez años de The Black Parade, o las teorías de fans sobre una separación fingida para el lanzamiento de ‘Fake Your Death’ en 2014. Cada año, algún ex integrante tiene que desmentir una supuesta reunión.
¿Cómo se puede culpar a los fans por esperar? Canciones como ‘The Ghost of You’ y ‘Helena’ son capaces de transportarnos, discman en mano, a aquel cuarto de la pubertad con posters en las paredes. Camisa negra y corbata roja se convirtieron en todo un estilo de vida que hoy muchos buscan renegar. ¿Quién no recuerda haber visto en MTV el espectacular video ‘Welcome to the Black Parade’?
Incluso con su transición al pop más amigable con su ligero Danger Days: The True Lives of the Fabulous Killjoys (2010), la banda evitó el camino más sencillo y construyó toda una distopía como telón para comprender el contenido lírico del material.
Muchas personas continúan negando el impacto cultural de My Chemical Romance y los descartan rápidamente usando la etiqueta emo, que en primer lugar no debería tener una connotación peyorativa, y en segundo lugar es un género al que nunca pertenecieron.
Tener talento para crear canciones pegajosas nunca ha sido un delito. En realidad, el maquillaje y la teatralidad fueron en su momento, más que un estereotipo de los dos miles, un sello distintivo. Una dosis de pretensión saludable en una época en que no muchas propuestas se aventuraban a la creación de discos conceptuales y óperas rock.
Y es por eso que hoy, un lustro después de aquel comunicado, quienes fuimos y somos fans nos atrevemos a tomar estos espacios para declarar que los extrañamos, que somos muchos y los seguimos esperando, cuando el tiempo sea correcto, y por supuesto, que su memoria continuará.