*Esta es una columna de opinión y expresa únicamente el punto de vista del autor.
“Camera got them images, camera got them all,
nothing’s shocking…
Showed me everybody naked and disfigured,
nothing’s shocking…
And then he came, now sister’s not a virgin anymore,
her sex is violent”
Sex is Violent / Jane´s Addiction-
El pasado 7 de enero todos los que vimos la 75 entrega de los Golden Globe Awards por televisión o Internet alrededor del mundo fuimos testigos de un evento que trascendió la clásica y muchas veces aburrida retórica de la industria del entretenimiento de los Estados Unidos, para convertirse en la plataforma desde la cual varias importantes mujeres expresaron su solidaridad con aquellas que han levantado la voz en los últimos meses para denunciar algún tipo de acoso, hostigamiento o condicionamiento sexual con tal de obtener papeles y trabajos.
Bajo el concepto #MeToo y al grito de “Your time is up!” todas estas mujeres hicieron saber a los acosadores dentro y fuera de Hollywood que están unidas y que harán lo necesario para que nunca más una mujer sea obligada a cumplir favores sexuales para obtener un personaje o crecer laboralmente.
Y es que prácticamente toda la segunda mitad del 2017 vimos como, un día sí y otro también, los medios norteamericanos y a nivel global fueron presentando nuevos casos de denuncia contra productores, actores y directores del cine y la televisión que atacaron, se insinuaron, acosaron o persiguieron a diferentes mujeres (y a algunos hombres como en el caso de Kevin Spacey) a lo largo de los años, en una práctica que algunos dicen es recurrente en la industria desde siempre, pero que es ahora que las nuevas plataformas de información dan la posibilidad de la viralización, que esas denuncias alcanzan tal nivel de audiencia y de impacto.
La llamada igualdad de género está plagada de falsos discursos, argumentos oportunistas y excesos retóricos.
A pesar de que incluso muchas mujeres herederas de los auténticos principios de la lucha feminista aceptan que es erróneo hablar de igualdad, sino de respeto a las diferencias entre hombres y mujeres, hay otras que han venido trastocando esos principios que exigen un trato digno y justo a nivel laboral, social, económico y cultural para convertir su discurso en un mar de argumentos, irónicamente discriminatorios, donde las mujeres siempre son las víctimas… y los hombres los victimarios.
Pocas horas después de que Oprah y muchas otras actrices americanas aprovecharan la voz que les da su fama, su poder y su dinero para proyectar su hartazgo e indignación al mundo, del otro lado del planeta cien mujeres francesas, también vinculadas al arte y la cultura de su país, lanzaron un manifiesto en el que critican el “puritanismo” de la campaña #MeToo contra el acoso desatada a raíz del caso Weinstein y defienden la “libertad de importunar” de los hombres, que consideran indispensable para la libertad sexual.
“La violación es un crimen, pero el flirteo insistente o torpe no es un delito, ni la caballerosidad una agresión machista”, dicen personalidades como la actriz Catherine Deneuve, la escritora Catherine Millet, la editora Jöel Losfeld o la actriz Ingrid Kaven, en una columna publicada en el diario Le Monde.
El manifiesto de las francesas señala que el movimiento #MeToo se ha convertido en una cacería de brujas, que reduce el papel de las mujeres a víctimas, fortaleciendo prejuicios y acrecentando la distancia entre géneros, en una correlación en la que ya hay grandes abismos.
Podemos entender e incluso admirar el posicionamiento y la actitud digna de las actrices norteamericanas o el llamado a la moderación por parte de las intelectuales francesas, pero lo cierto es que, mientras en ambos discursos lo que se polemiza tiene que ver con acercamientos incómodos, condicionamientos sexuales, acoso verbal e incluso tocamientos inapropiados, ninguna de estas mujeres famosas representan, por ejemplo, a los cientos de mexicanas que viven como víctimas de trata a todo lo largo y ancho del país, donde son obligadas a trabajar como esclavas sexuales, a veces desde la niñez y a servir a las perversiones de varios hombres por día.
Como tampoco representan a las miles de esposas que, muy a la mexicana, son programadas y sometidas a trabajar en casa sin horarios ni remuneración, al ser educadas bajo la premisa de que el marido y los hijos deben ser su única prioridad.
Ni son esas mujeres las que pueden hablar por los cientos de féminas que han fallecido a través de los años de las maneras más brutales, acabando en fosas clandestinas en cualquier rincón de México.
Pero esperen… también hay hombres sometidos por sus mujeres, también hay hombres que viven como esclavos en la trata sexual, también son miles de hombres los que mueren brutalmente todos los días.
Así como se denuncia que a las mujeres se les condiciona a cumplir favores sexuales para poder obtener trabajos y posiciones laborales, sería sensato y un ejercicio honesto de autocrítica de género aceptar que muchas mujeres, en todas partes del mundo, han sabido aprovechar su capital erótico para obtener cosas, promociones y estatus.
Y entender que esta no tiene porque seguir siendo una batalla de odio o de mutuos reclamos de injusticia, sino un ejercicio cotidano de respeto a las diferencias y de reconocimiento a lo que nos hace sexualmente complementarios y parte de un juego donde cierta dosis de violencia y de insinuación son absolutamente necesarias. Es naturaleza humana, es sexualidad orgánica.
Lo que no se puede ni se debe hacer es someter al otro sin su consentimiento, pero el coqueteo, el flirteo, el piropo, la seducción y cierta proporción de fuerza (e incluso sumisión mutua en un juego de roles) en la dinámica erótica son partes inherentes de esta interacción que hombres y mujeres hemos alimentado durante generaciones y a lo largo de los años.
Yo crecí entre 4 mujeres que fueron las responsables de mi educación y formación al ser un niño que perdió a su padre a muy corta edad. He vivido intensas y maravillosas relaciones con mujeres para las que no tengo más que cariño y agradecimiento. Hoy en día cuento con una mujer a mi lado a quien admiro y amo profundamente y con la que quiero pasar el resto de mis días. Mis mejores amigos…son amigas.
Sin embargo, también me ha tocado convivir con mujeres de distintas edades que han convertido el discurso feminista en una herramienta mentirosa y conveniente para justificar y procesar sus propios odios y frustraciones y que aprovechan cualquier oportunidad, incluidas sus publicaciones en redes sociales, para despotricar contra los hombres en general y “reclamar justicia para las indefensas mujeres que en todo el mundo son presa del poder, ambición y bajos instintos de los malvados machos”.
Nada más alejado de la realidad, si se hace una fría y bien documentada revisión del crecimiento de la presencia femenina en los altos cargos del poder a nivel mundial, de su presencia mediática, de su empoderamiento a nivel social y familiar, nos daremos cuenta que son ellas las que mandan.
Si a eso sumamos fenómenos, como el latinoamericano y muy particularmente el mexicano, donde vivimos en un matriarcado sublimado en el que madres, abuelas y esposas simulan ser sumisas, llevando sin embargo las riendas del hogar, las cosas ya no parecen tan desproporcionadas.
Las mujeres también acosan, también abusan de su poder, también violentan… pero al mismo tiempo crean, construyen, generan una energía que solo ellas pueden aportar a la evolución de la especie humana a todos los niveles.
Los hombres maltratan, destruyen, esclavizan… pero al mismo tiempo aman, cuidan, protegen y buscan en su complemento femenino lo necesario para alcanzar una plenitud en todos los aspectos.
Las generalidades nunca funcionan…
Si bien no debemos aceptar el abuso, tampoco debemos aceptar la victimización y la condena mediática ante la Santa Inquisición Digital y tenemos que comprender eso sí, que la sexualidad humana es más compleja y más simple de lo que pensamos y que unas veces es nuestro cerebro y otras nuestro instinto el que habla… cuando alguien despierta nuestra alarma de atracción… y la pone en rojo…
No feminismo, no machismo… humanidad…