Murales que reflejan la consciencia
// Por: Carolina Esposito
Paola Beck es una artista apasionada y se nota en sus obras, su principal fuente de inspiración son los elemento naturales, como las plantas y los animales que en su trabajo siempre establecen un vínculo orgánico con el ser humano. La artista se ha enfocado en la revitalización de espacios públicos, ya que percibe el arte como principal herramienta para entablar un diálogo de concientización con las personas, llevándolos con su estilo único a enamorarse poco a poco de su entorno. Beck fue una de las artistas invitadas el mes de octubre para hacer su residencia en El Hotel El Ganzo, en Los Cabos, S.L., así que platicamos con ella para conocer un poco más de su vida como artista y su estancia en el hotel.
¿Cómo comienza tu pasión por los murales?
Me fui a estudiar a Roma, Italia a los 18 años al Instituto Europeo de Diseño, la carrera de Ilustración. Cuando regrese a México empecé a hacer ilustraciones pintando y de ahí empecé a pintar en formatos cada vez mas grandes hasta que me pidieron mi primer mural para un restaurante en CDMX que se llamaba Aroma, desafortunadamente lo cerraron, pero nunca en mi vida había hecho un mural y lo realice, totalmente autodidacta y a partir de ahí me encanto el tema del muralismo y poco a poco mi trabajo se fue enfocando cada vez más en eso y ahora hace como unos 7 años más o menos estoy trabajando mucho temas de muralismo y espacio público.
¿Donde buscas inspiración principalmente?
Creo que mi trabajo se define bastante porque hago mucho retrato y me inspiro mucho en la naturaleza también, esas son las 2 cosas que hago prácticamente siempre porque soy bastante activista en el tema del medio ambiente, me preocupa muy cañón lo que estamos haciéndole al planeta, entonces creo que el arte público puede ser un instrumento muy valioso de comunicación masiva y en los murales donde hago mucha naturaleza y retratos, me gusta ponerlos en contraste para que el espectador vea la diferencia de la proporción de lo que somos nosotros como humanos y la naturaleza, que en realidad somos una cosa minúscula comparada con cualquier otro elemento de la naturaleza, pero aunque seamos unos pequeños elementos estamos haciendo daño irremediable, entonces en los murales busco siempre comunicar esa proporción para crear conciencia de decir; comparados con una ballena, una ola, o con cualquier elemento de la naturaleza somos realmente insignificantes. De tal manera, se puede decir que mi inspiración la encuentro en eso realmente, me encanta la naturaleza y trabajar en el hotel El ganzo ha sido increíble porque el lugar es súper bonito, el mar me inspira mucho la verdad.
¿En qué consiste tu obra actual?
Tengo un proyecto que se llama Ciclo con un amiga que se llama Laura Reséndiz, ella es historiadora del arte y con este proyecto nosotras trabajamos con espacio público, en general espacios que están desaprovechados o que están en desuso, con basura o que son usados de manera negativa. A partir de eso empezamos a trabajar con la comunidad para ver cuales son las necesidades y problemáticas del lugar y a través del arte y la unión comunitaria, reactivarlos y darles un giro y otro tipo de uso.
Hace 3 años ganamos una beca de Conaculta que nos dieron un presupuesto para proyectos sociales y trabajamos en 9 espacios públicos de Magdalena Contreras, que está en el sur de la ciudad de México por San Jerónimo y fue increíble, una experiencia súper intensa, yo soy la directora de arte de proyectos y tuve que reclutar y buscar artistas que tuvieran experiencia con comunidades, creando murales colectivos. Fue muy interesante porque yo nunca había estado del lado de coordinadora, sino del lado de artista y fui la artista de un mural pero la coordinadora de los otros 8, eso fue a nivel laboral y a nivel social fue una cosa súper fuerte porque trabajamos en 9 barrios de una zona que jamás reciben ni presupuestos públicos para parques; la Magdalena Contreras es una de esas delegaciones de México que están súper olvidadas, entonces fue muy impresionante la reacción de la gente de que en verdad no podían creer que estábamos ahí para ayudarles, para recuperar espacios, para que tuvieran un lugar donde convivir y donde jugar con sus niños, no tienen parques, ni un centímetro cuadrado de pasto verde ni nada, entonces la reacción de la gente fue impresionante; muy agradecidos y conmovidos y mientras más pobre era el barrio en que trabajábamos, más fuerte era la reacción de la gente. Fue una cosa muy profunda y conmovedora ver lo necesitado que esta nuestro país de iniciativas así y lo agradecidas que están las comunidades después de que les ayudas. Al terminar ese proyecto me quedó claro que para mi el arte es la mejor manera de poderle ayudar a mi país y hacer un cambio.
¿Qué te pareció la experiencia en El ganzo?
Fue un reto increíble, ya que El ganzo hasta ahora solo había hecho intervenciones enfocadas a sus clientes, al interior del hotel; entonces me contactaron del hotel y me pidieron que hiciera yo el muro exterior, ya que querían hacer llegar el arte a más personas, sobre todo a la comunidad, incluir también a los residentes en la obra.
Me fluyó increíble la pintada y la inspiración. Siempre me sentí súper a gusto, muy cómoda, en ningún momento presionada. La verdad es que se portaron súper bien, el servicio increíble, el lugar precioso, fue una gran experiencia.
¿En qué constó tu proyecto ahí?
Las residencias aquí duran de 4 a 5 días, pero como el muro que me pidieron es enorme (mide 52 metros) de hecho es la pieza más grande que tiene El ganzo ahora, pero cuando pidieron el muro y me dieron las medidas, apenas con 2 semanas se puede finalizar. Pero la verdad es que muy bien, quedó una pieza súper bonita, un muy buen resultado y estoy muy contenta.