Tras terminar la gira promocional de su álbum debut homónimo Benjamin Booker inició su búsqueda por un lugar donde relajarse, despejar su mente y, a su palabra, librarse del racismo latente que se vive en los Estados Unidos. Su respuesta fue la Ciudad de México, en donde disfrutó por un par de años de los cientos de museos, bares y foros que la ciudad ofrece.
Es por ello que platicamos con él tras el lanzamiento de su segundo disco de estudio Witness, un álbum en el cual logra exponer enérgicamente todas sus ansiedades y miedos más profundizados. Este es un fragmento de la charla, busca la entrevista completa en WARP Magazine 87, disponible en noviembre.
Has dicho que llegaste buscando escapar del racismo que se vive en tu ciudad. ¿Encontraste en México a un buen escape de ello?
Pues no diría que hay racismo en México pero sin lugar a dudas hay una división. Hubo fiestas en casas enormes en dónde sólo había gente blanca y es porque hay zonas en donde la gente que tiene dinero es blanca, como la Roma y la Condesa. Pareciera que la gente no se preocupa por ello, y lo entiendo, no tengo derecho ni conocimientos para profundizar.
En tu nuevo álbum los segmentos góspel hablan sobre la desesperanza al no tener una fe. ¿Crees que tener fe es algo que el ser humano necesite, qué tipo de fe es la que quieres?
Es sobre las organizaciones, uno de mis escritores favoritos, James Bowling, dice que no las necesitamos y creo que es cierto. El punto es que hay muchos grupos allá afuera que te dicen que tienen las respuestas pero ellos no las tienen, tú las tienes.
Como un ex-periodista musical, ¿cómo describirías a éste nuevo álbum?
Es un disco cohesivo que tiene un mensaje particular de principio a fin, cuenta una historia. Espero que la gente se de cuenta de ello, se de el tiempo de escucharlo por completo y capte lo que trato de decir.
La portada de Witness es una imagen muy potente, casi bíblica.
Sí, me tomé mucho tiempo para pensar cómo sería la portada de éste álbum, quería darle una presencia específica. Se supone que es una pieza de arte en donde pienso lo que digo en el disco; tengo una cara triste en el frente y hay una ventana atrás de mí con una luz resplandeciendo desde afuera, lo externo es lo que a mí me dice ‘atestigua’. Eso es lo que se relaciona con lo que hablo en el disco.
Algo que quiero es que la gente la mire y analice mientras escucha el álbum.