Desde que se anunció el regreso de U2 a la Ciudad de México su visita se convirtió en uno de los conciertos más esperados de los últimos años.
Vendrían festejando el 30 aniversario de su disco más exitoso y, probablemente, el más celebrado de su carrera, The Josua Tree (1987). Además se presentarían acompañados de Noel Gallagher (que está a punto de lanzar su tercer disco de estudio), en una de las ciudades que más cariño le tienen a su música.
México y U2 siempre han sido cercanos. Tras el desastre que azotó al país el pasado 19 de septiembre, Bono mostró su interés con mensajes de apoyo para ‘sus amigos y compañeros mexicanos’. Una vez pasada la pesadilla el pueblo se lo reconoció y volvió a emocionarse por su reencuentro tras 4 visitas previas, la última, aquella en la que la banda agotó 3 fechas del Estadio Azteca en el 2011.
No hay muchas bandas que celebren a la vida de la forma en como U2 lo ha hecho a lo largo de sus 40 años de carrera. Bono, the Edge, Adam Clayton y Larry Mullen Jr. crearon una sensación de poderío en sus gritos, mismos que normalmente se dirigen a las injusticias del mundo. Para la ocasión, los irlandeses decidieron cambiar un poco su discurso por uno más personal y emotivo.
La necesidad de que los seres amados se protejan los unos a los otros y el calor y amor que se crea con aquella acción, fue lo que Bono quiso compartir. Una decisión brillante ante los acontecimiento destructivos que se vivieron en las últimas semanas, pero que también resultaría emotivo ante las dificultades y ante la vida misma.
-“Irlanda y México son muy similares. Están llenos de belleza y de guerreros, gente que no se rinde nunca, que crea obras de arte incomparables y que siempre ve a la vida de forma directa, peleando por sentirla.”-, dijo Bono poco antes de tocar su clásico ‘One’. Ya para entonces se había ganado a la atención de México.
A las 20:30 unas cuantas líneas iluminaron la pantalla con forma del íconico árbol de su portada: Un poema, uno escrito por Alberto Ríos titulado La Frontera: Un Soneto Doble, un escrito que trata respecto a una posible frontera debido a la cual las aves ya no pueden ver y la vida parece cortada a la mitad. Un mensaje directo a la intención que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, mantiene desde su candidatura de crear un muro entre su país y el nuestro.
Las 75 mil personas presentes lo leyeron sin parpadear cuando el foro se pintó de un rojo brillante dentro del cual lo único que sobresalía eran cuatro figuras en negro, pequeñas y a lo lejos, que se detuvieron a observar a las masas que se encontraban frente a ellas. Empezó enseguida el arpegio de guitarra de ‘Sunday Bloody Sunday’ interpretada con un tempo digno del mejor reloj del mundo.
El primer track de War (1983) es un llamado a la guerra, una batalla que la gente sincera y honorable podía ganar. Un relato respecto a lo necesario que era un levantamiento, un levantamiento moral, ante las atrocidades que ocurrieron en Irlanda el siglo pasado pero que hoy más que nunca parece haber sido escrita para la actualidad.
La banda inmediatamente continuó con la tercera canción de ese mismo disco ‘New Year’s Day’, caminando por la pasarela de su escenario a una pequeña glorieta, entrando en un mayor contacto con su público. Los juegos de guitarra de The Edge sobresalieron en su capacidad de generar texturas que a más de 35 años siguen poseyendo una personalidad única.
‘Bad’, de The Unforgettable Fire (1984) continuó con el primer momento nostálgico, pasivo y pop de la noche. Una canción esperanzadora que alcanzó nuevos niveles de significación en sus notas finales cuando las cuerdas se amontonaron, las luces del público empezaron a ser encendidas y el coro del ‘Cielito Lindo’ fue cantado al unísono.
Una de las agrupaciones más grandes del mundo se vio pequeña ante la fuerza con la cual el público se cantaba a sí mismo, iluminado; mientras el cuarteto se mantenía a obscuras, presenciando la intensidad con la cual México cantaba su canción más querida, una pieza que combinó perfecto con la noche y la música de U2.
‘Pride (In The Name Of Love)’ fue una continuación sensacional, con su enérgica instrumentación y la interpretación vocal de un Bono tan excitante como siempre.
El cuarteto caminó hacia el escenario, colocándose frente a la gran pantalla iluminada con el árbol que obtuvo su nombre de una referencia bíblica, de Josué, quien levanto los brazos en medio del desierto pidiendo desesperadamente la ayuda de Dios, quien lo guió por el camino que lo llevaría a la libertad.
Esa sensación fue la que se vivió en aquel momento de la noche con la esperanza re-establecida y el amor propio y a la patria en un nuevo nivel. Bono y su gente supieron cómo hacer para que todos y cada uno de los mexicanos ahí presentes se volvieran a sentir seguros y orgullosos de estar en su país.
Entonces la proyección del camino de una carretera tomó el lugar del árbol y empezó a sonar ‘Where the Streets Have No Name’, primera canción del clásico The Joshua Tree.
La banda se movió a lo largo de los 10 temas originales del disco con una fluidez y facilidad que sólo obtienen aquellos que se han aprendido sus propias canciones desde lo más profundo. Cada nota que The Edge tocaba sonaba como un mensaje intenso, real, cargado de una sinceridad que desnuda y el público se los aplaudió track por track.
De ‘I Still Haven’t Found What I’m Looking For’, seguida por los gritos de todos los presentes, a ‘Mothers Of the Disappeared’, cada una fue recibida con la calidez nata de los mexicanos.
Todas las canciones fueron acompañadas por increíbles proyecciones sobre adolescentes obligados a ir a pelear en la guerra, sus familiares llorando, caminos largos, cielos claros y otros obscurecidos. El mejor momento llegó cuando el grupo decidió realizar un homenaje a las mujeres del mundo en el cual se proyectaron imágenes de mexicanas sobresalientes, de Sor Juana Inés de la Cruz a Carmen Aristegui.
Les fueron seguidas dos encores con canciones como ‘Elevation’, ‘Vertigo’, ‘You’re The Best Thing About Me’ y ‘Ultraviolet’, siendo ‘One’ la elegida para cerrar la noche con las palabras de apoyo de Bono, nombrando a México su nación hermana. Una nación de valientes guerreros que se cuidan los unos a los otros… así ha sido tras los acontecimientos del 19 de Septiembre.