La historia de Juan Carlos Baumgartner es la de un apasionado de su profesión cuyo amor lo lleva a entender al mundo con las herramientas que ésta le proveyó, resolviendo grandes interrogantes a través de subdisciplinas que él mismo ha acuñado. Este edificador filosófico es egresado de la Facultad de Arquitectura de la UNAM y ha tenido una formación académica internacional con su paso por la Universidad de California y Berkeley, en Estados Unidos, y la Domus Academy en Italia, siendo Chicago y Nueva York las ciudades en las que inició SPACE, su propio entorno creativo.
Hoy, Baumgartner es un referente al hablar de diseño de interiores y arquitectura sustentable, corporativa y residencial, con sede en la Ciudad de México y trabajos para Volaris, Microsoft y las laureadas oficinas de Google México. Dichos logros son, sin duda, motivo de orgullo para él pero su labor va más allá al desarrollar corrientes como el Design For Happiness y, recientemente, su incursión en el mundo del diseño de joyería en 3D.
¿Qué te llevó a fundar SPACE y cómo supiste la forma en que debía ser?
No me gustaban los despachos que conocía y su esquema tradicional se me hacía el arquitecto viéndose el ombligo [sic]. Estoy convencido de que vivimos en mundo sumamente complejo que requiere soluciones de este tipo, y las firmas de arquitectura tradicionales no están diseñadas para dar soluciones complejas.
¿A qué te refieres con “complejas”?
Tiene que ver con tecnologías exponenciales, soluciones interdisciplinarias y muchas otras cosas que están sucediendo en el mundo, algunas industrias lo tienen claro pero en la arquitectura —por aferrarnos a esta visión de “artistas”— es difícil salir al mundo y tener despachos con metodologías que realmente te acerquen a esta disciplina alejadas del modo tradicional.
En SPACE comenzamos a trabajar en esa línea y abrimos un área de investigación en San Francisco, California, para el día a día. Esta área funciona para hacer alianzas con distintos equipos de investigación de universidades, como el Media Lab del MIT (Massachusetts Institute of Technology) y nuestra alianza con la Delft University of Technology, en Holanda, con la que trabajamos en una teoría llamada Design For Happiness, cuyo trasfondo es entender mejor la relación y correlación entre el diseño y las emociones positivas que derivan en la felicidad.
Cuéntanos del Design For Happiness. ¿Cómo llegaste a la conclusión de que tenías que investigar la relación entre el diseño y la felicidad?
Hace algunos años viví una época en la que no era feliz, o por lo menos en una parte de mi vida. Paralelo a eso, vi el documental Happy (2011) y en él entrevistan a muchas personas alrededor del mundo para saber cuál es su meta máxima en la vida; el resultado es impactante: más del 90 por ciento de los entrevistados determinan que lo que quieren en la vida es ser feliz y, sin embargo, no hemos hecho gran cosa como sociedad para ayudar a esa gente a lograrlo.
Empezamos a investigar el tema de la felicidad con la Universidad de Harvard, en el área de ciencias de la felicidad, parte científica que trata de entender y explicar cómo ésta funciona y los mitos por los que la gente se deja llevar, de manera que comenzamos a entender la relación que hay entre espacios y objetos, emociones positivas y como consecuencia la felicidad. En el proyecto con la Delft University hemos encontrado más de 60 emociones, negativas y positivas, la segunda parte de la teoría habla de objetos específicos que despiertan estas emociones y cuáles son los comportamientos que las detonan. A partir de eso se puede empezar a diseñar espacios y objetos de manera más profunda de lo que se ha hecho tradicionalmente.
Tu trabajo más reconocido está plasmado en interiores, en diseño de oficinas para corporativos como Google. En ese aspecto, ¿cuál es tu propuesta para tales empresas?
No son únicamente las empresas tipo Google, sino las empresas de tecnología en general las que van entendiendo que el espacio es una gran herramienta, que las oficinas no son un contenedor de espacio o una caja de zapatos donde aprietas gente sino una gran herramienta para la competitividad.
Steven Johnson, autor de temas científicos, dice que moldeamos espacios que después nos pagan el favor. En este entendido, puedes crear un lugar que moldee la cultura generada en su interior. Jason Silva (conductor y cineasta), por su parte, se referiría a esto con la litografía de la mano de (M. C.) Escher, Drawing Hands, porque diseñas un contenedor que estructura un nuevo marco cognitivo para las personas, quienes van a diseñar el siguiente espacio que volverá a generar otro marco cognitivo, tornándose en un loop infinito; en el momento en que cambias su marco cognitivo, modificas a la persona para siempre.
Cuéntanos acerca de tu proyecto de joyería, ¿cómo surgió?
Este año fue sumamente activo y ocupado. Sacamos una línea de joyería que empezó por un regalo para mis hijas. Lo que quería era que tuvieran el mapa de dónde viven y se me ocurrió usar una impresora 3D que teníamos empolvándose en la oficina, lo imprimí y la idea empezó a tener mucho éxito. Varias personas me pidieron impresiones de distintas colonias y llegó un punto en el que tuve que ver dónde más lo podía imprimir porque yo tenía la calidad para generar maquetas pero no joyería y, además, queríamos empezar a utilizar metales y otros materiales.
Encontramos una empresa en Nueva York donde imprimen en platino, oro, plata, acero, bronce, cobre… lo que se te ocurra, y con ella hemos trabajado desde entonces. Este proyecto se volvió más serio y en ese momento nos buscó el MUAC (Museo Universitario de Arte Contemporáneo) para comercializar nuestra joyería, lo que derivó en una edición especial de un brazalete padrísimo de Ciudad Universitaria en el que puedes ver el estadio y el caos del campus. Posteriormente, un museo en Milán nos pidió lanzar la línea en Italia como parte de la Design Week y fue como llegamos a varias ciudades europeas. Próximamente vamos a Chicago y pensamos expandirnos por varias ciudades americanas.
Como arquitecto y diseñador, ¿cuál es tu visión de la impresión 3D como herramienta para fomentar la creatividad?
Si no existiese la impresión 3D no estaría haciendo joyería, y es algo que le va a pasar a mucha gente creativa con el ímpetu para desarrollar ideas. En poco tiempo veremos un cambio impresionante en la forma de consumir y estoy convencido de que empezaremos a comprar más licencias y permisos para imprimir más y más cosas. El concepto de consumo va a cambiar radicalmente.