La depresiva vida del hombre de negocios: Una retrospectiva a The Great Escape de Blur

// Por: Oscar Adame

dom 17 septiembre, 2017

Un año antes de The Great Escape, Blur se encontraba en su mejor momento. Parklife había sido recibido por la mayor parte de los medios europeos como el mejor disco del año; habían arrasado con cuatro premios dentro de los Brit Awards y se habían convertido en una banda masiva.

27,000 personas fueron las que observaron a Damon Albarn en el Mile End Stadium de Londres en el final de la gira promocional del disco. Él mismo había dicho que fue aquella noche la única en la cual se sintió como una verdadera estrella pop; ‘nunca había visto a chicos alternativos cantando junto a seguidores del fútbol con la misma pasión’, dijo para la NME poco después, mientras Alex James declaraba que Blur se había convertido finalmente en propiedad pública.

Ellos, sin embargo, no se encontraban felices. El éxito se lo habían ganado de imprevisto, por canciones pegajosas pop que hablaban de formas alegres y positivas respecto al estilo de vida británico de aquella década. Muchas bandas lo estaban haciendo también, aunque de formas menos ficticias y más serias.

El Britpop en su punto más alto: Suede, Pulp, Oasis y Elastica.

Suede, la banda rival del momento ‘under’ de Blur, se sacudía las melodías alegres de sus principales influencias, como The Smiths y David Bowie, para entregar discos con la esencia más deprimente, negativa e histriónica de ambas propuestas. Los Pulp de Jarvis Cocker acababan de subirse al mainstream con un disco de fuerte contenido político que a la larga se terminaría convirtiendo en un icono de la guerra de clases. Además se habían sumado, hacía solo unos meses, unos Oasis que con una actitud violenta y directa hacían cantar a miles con relatos duros llenos de las desilusiones que los hermanos habían vivido a lo largo de su vida.

Blur no tenía nada con qué competirles, no en su discurso social, es por ello que su disquera creía que serían sólo una moda pasajera que terminaría por convertirse en una banda con un poco de suerte. Damon se dio cuenta a tiempo y se decidió por crear un disco que preservara los momentos ridículos de su propuesta y la instrumentación que los hizo gigantes por Parklife, mientras integraba un discurso “serio” y “político” al disco.

La mala respuesta que Graham tuvo respecto a su éxito comercial le dio un empuje interesante al álbum en el cual las guitarras shoegaze de Leisure y las estructuras progresivas a la Cardiacs de Modern Life Is Rubish habían desaparecido por completo; mientras aun no aparecían las guitarras a la Pavement del homónimo ni los experimentos krautrock de 13. Él quería armar un disco tan alejado al pop como se pudiera y terminó dejándonos el más accesible de la historia de la banda.

La inspiración de The Great Escape: Los Administrativos de Food Records.

The Great Escape fue un disco de transición entre el obtener aquel discurso que Damon quería, la libertad creativa que anhelaba Graham y el seguir en la monotonía del momentum britpopero. Un álbum interesante que se alza entre la crítica y sus seguidores como una curiosidad menor con un par de temas clásicos, pero que bien vale la pena volver a visitar, por la historia que le precede, por la genial narración que carga y por aquellas melodías que a más de uno han encantado.

Las grabaciones empezaron en mayo de 1995 con el mal vistazo de todos los administrativos de Foo Records. Parklife apenas había salido el año pasado y había mucha cuerda que sacarle todavía al disco, sin embargo a la banda no le importaba y entre peleas, distanciamientos y frustraciones, decidieron armarse un disco que criticara directamente a aquellos hombres de negocios que tanto los molestaban.

Los problemas con el alcohol y las drogas que sufrían cada uno de sus miembros, en conjunto con una severa depresión que sufrió Graham tras una ruptura amorosa y la difícil situación que vivía Damon con Justin Frischman (de Elastica y ex-guitarrista de Suede), ayudaron a que las descripciones fueran vívidas y tristes. Todavía no llegaban a temas como ‘No Distance Left To Run’ o ‘Beetlebum’, pero sin duda toda aquella alegría que cargaba Parklife se empezaba a apagar con historias con toques de soledad y de enajenación.


 

The Great Escape: track por track.

El disco abre con ‘Stereotpyes’ como introducción a nuestro personaje principal, uno de los administrativos de Food Records. Un hombre de negocios frío cuya principal motivación es hacer dinero por hacerlo.

Dentro del tema se nos describe en tercera persona al personaje, declarando que hay mucho más en la vida que lo que está haciendo. Que debería de tomar las riendas de su vida amorosa y volver a estar con su esposa, antes de que alguien con vida en el interior se la lleve lejos.

Un tema frenético que juega con las guitarras rápidas que los introdujeron en Leisure y que agrega puentes instrumentales con los sintetizadores sci-fi que les dieron aquel estilo ‘freak’ que atrapó a los escuchas con Parklife.

Tras introducirnos el mundo interno del personaje, se nos describe el externo con ‘Country House’. Canción que pasó a la historia de la música gracias a haber ganado la batalla del britpop, obteniendo más ventas que ‘Roll With It’ de Oasis, pero que es recordada gracias a la ironía de su letra y a su juego con el tempo dentro de su segunda parte.

Una canción que a lo lejos resulta tan banal como el personaje del que trata el disco. La descripción feliz de una casa en el campo, rica, llena de placeres y de objetos de lujo. Sin embargo, mientras más atención se le otorga al tema, más compleja resulta en su instrumentación y discurso.

El personaje se deja ver en su mundo interno dentro de los cantos más calmados, -“blow blow me out I am so sad and I don’t know why”-, es lo que se escucha en el fondo en todo momento. Un detalle escondido que resalta en su segundo puente instrumental y que se mantiene hasta el final.

Una canción brillante que simboliza todo lo que el disco trata de comunicar en todo nivel. Una oda al personaje que deja ver su exterior para que nadie se acerque a aquello que lo hace frágil, a aquello que lo lastima, aunque se termine lastimando a sí mismo por ello. No sabe por qué está triste, pero lo está y no puede hacer nada al respecto.

‘Best Days’ es una balada tipo ‘To The End’ que nos introduce por primera vez a los pensamientos del personaje, en primera persona. Una letra melancólica respecto a lo decepcionantes y vacíos que resultaron ser aquellos que dicen ‘deben ser los mejores años de su vida’.

Para ‘Charmless Man’, último sencillo del álbum, volvemos a ver la perspectiva del grupo respecto al personaje. Una tristeza andante sin valor y gris que no puede cambiar aquello que lo hace aburrido y vacío. Él quiere desaparecer en seguida dentro de ‘Fade Away’, una canción neurótica que refleja su frustración consigo mismo en compañía de todos aquellos pensamientos que no lo dejan en paz, simbolizados en una serie de elementos instrumentales ridículos y sin sentido, como la vida misma del personaje.

‘The Universal’ es la canción más querida dentro de la discografía de la banda. Así lo han dejado ver las votaciones de su club de fans y tops de revistas como la NME y The Guardian. No es difícil verlo y adivinar la razón: es una canción hermosa tanto en mensaje como instrumentalmente.

Un grupo coral, un cuarteto de cuerdas, un fino arpegio de guitarra por parte de Graham, una línea de bajo puntual que sólo agrega fuerza al trabajo en los violines y una de las mejores interpretaciones vocales de Damon Albarn.

Ilusionado, lleno de vida, a nuestra personaje se le da otra oportunidad. Una oportunidad casi divina al pensar en el futuro, una época en la que nadie perece en soledad, en donde los satélites te conectarán con todos; la oportunidad de dejar ir a todos aquellos que te causan daño, a todas aquellas etapas en las cuales padeciste ante la falta de esperanza y de comprensión.

Deja ir a todos tus demonios y espera al futuro en compañía de un homenaje a Stanley Kubrick en forma de un video musical hermoso que resultó ser tan impactante, que es recordado hasta en el metro de la CDMX 22 años después de su lanzamiento.

‘Mr Robinshon Quango’ es una retrospectiva a la instrumentación progresiva, compleja y llena de rompimientos dentro de su tempo que los convirtieron en una banda a seguir tras Modern Life Is Rubbish, disco que inicio con esta trilogía del britpop.

Para ‘He Tought Of Cars’ volvemos a introducirnos a nuestro personaje, quien pese a cambiar un poco su actitud tras ‘The Universal’, no puede levantarse del todo. En su lugar se nos entrega un relato triste respecto a su intención de comprar un automóvil, algo material que lo ayude a buscar dentro del futuro de los invasores espaciales, pero que termina por deprimirlo más puesto que no encuentra quien lo acompañe.

La instrumentación de esta pieza es un precedente directo de lo realizado por el cuarteto en su disco homónimo, compárala con ‘Death Of A Party’, ambas cuentan con detalles duros en sus guitarras, elementos electrónicos pausados y una interpretación vocal pesimista, adolorida. Dos de las mayores joyas de ambos discos y dos de las piezas más infravaloradas de Blur.

‘It Could Be You’ es un juego al escucha, buscando por compasión hacia nuestro hombre de negocios. Una canción que hace uso de las guitarras más juguetonas de Graham y de unos sintetizadores, unos coros y unas trompetas ridículas en todo sentido.

Por otro lado ‘Ernold Shane’ es un experimento que juega con el paisaje sonoro que fue incluida por rolas como ‘Genetic Engineering’ de OMD en su uso de las voces, mientras juega con la instrumentación progresiva de The Cardiacs. Una pieza cinemática respecto al ridículo del dolor de nuestro personaje principal, ahora llamado Ernold y que nos despide de él.

‘Globe Alone’, ‘Dan Abnormal’ y ‘Entertain Me’ son burlas de la banda a sí mismos, haciendo un ridículo de sus personas de la misma forma en como habían hecho con todos los otros habitantes de Reino Unido a lo largo de su trilogía britpopera. Canciones que han sido olvidadas y que está bien que permanezcan de esa forma.

Se tenía pensado que ‘Yuko and Hiro’ fuera llamada ‘Japanese Workers’, pero se decidió cambiar el título para evitar conflictos con su público nipón, el cual se estaba convirtiendo rápidamente en su segundo más grande en el mundo. Una triste canción respecto a las odiosas condiciones laborales que colocan a los asiáticos las personas como Ernold, una repercusión directa de su débil persona e intereses egoístas.

Recepción final: Fracaso y evolución para Blur.

Al final el disco no fue tan bien recibido como la banda se había propuesto. Comercialmente los dejó en ridículo frente a las ventas que sus nuevos rivales, Oasis, habían conseguido gracias al insuperable (Whats The Story) Morning Glory?, por lo que sus integrantes lo terminaron odiando.

Damon ha dicho en varias ocasiones que es el único disco de su autoría del cual se arrepiente, indicando que es desordenado y confuso.

La historia lo ha puesto en un buen lugar, aparece de vez en cuando en listas de los mejores discos de la historia gracias a su concepto, accidentado y difícil de ver, pero interesante sin duda, y por canciones como ‘The Universal’ y ‘Country House’, las cuales siguen siendo coreadas en toda arena en la cual Blur se pare a tocar.

Alex tenía razón, el cuarteto se había convertido en propiedad pública; sin embargo, eso no dejó que la banda avanzara, experimentara y evolucionara con cada disco que le siguió. Cada vez con más problemas internos, más episodios llenos de frustración y depresión, pero también más música interesante y exitosa.

Tras The Great Escape, Blur nunca volvieron a ser aquellos cuatro niños que se juntaban en las tardes después de la universidad a escribir canciones irónicas y divertidas, se convirtieron en algo absolutamente mejor.