From The Mag: Diana García, mitologías oníricas

// Por: Staff

mar 29 agosto, 2017

Por Leonel Hernández

Misticismo. Shamanismo. Espiritualidad. Magia. Son algunas de las palabras que podrían definir mejor lo que rodea la obra de Diana García, una artista en toda la extensión de la palabra.

Nacida en Monterrey, México, en 1982, la también actriz de cine y TV funge como conector hacia un mundo onírico de una realidad subyacente, para hacerla tan universal como personal en una sociedad convulsa. Con un pequeño hurón en su regazo, Diana comparte una obra llena de compasión en cada uno de sus trazos, que van transfigurando su propia interpretación de una antigua mitología que hoy por hoy apunta hacia el futuro.



¿Cómo fue tu acercamiento al arte y la creación gráfica?

«Es gracioso, ese fue mi primer acercamiento al arte antes de ser actriz o comunicóloga y estar bajo el reflector. Las artes gráficas son las que me llamaron la atención desde el principio, desde mi infancia, me la pasaba en el estudio de mi abuela, ella es pintora y escultora. Cuando estaba en Los Angeles, en Hollowood, y vi que la forma en la que se desarrollaban las cosas en el ambiente actoral no eran precisamente lo que yo quería expresar de mí y mi cultura latinoamericana, comencé a buscar otras posibilidades que me gustaban. Entre a la UCLA y mi maestro Joe Blaustein me incitó a volver a conectar con el dibujo, y de pronto salieron estos animales. Me invitaron a hacer un mural en un restaurante, uno de mis dibujos, jamás lo había hecho y creo que a la gente le gustó, porque me empezaron a llamar para hacer diseños en casas, negocios, etcétera.»

 

– ¿Cómo llevas de la mano estas dos disciplinas, la actuación y la gráfica?, parecieran distintas pero, al final, en las dos concibes a un personaje…

«Hace mucho que no actuó mas que en proyectos pequeños, con amigos; digo, tampoco es que actúe mucho, hago audiciones y todo pero no representa un conflicto. Más bien me dedico a las cosas que me gustan en el momento y trato de sobrellevar eso. La sociedad nos dice que tienes que ser algo o vivir de algo. Ha sido interesante la mezcla de esas cosas que me gustan, por ejemplo, produje un festival de innovación social en Oaxaca llamado Catapulta y a eso me dediqué el año pasado. No podría hacer solamente una cosa.»

– Sobre tu gráfica, ¿cómo es tu proceso creativo? ¿De dónde surgen estas criaturas?

«Depende. Mis primeros dibujos fueron en clase, en la UCLA, con modelos, pero el Uniwolfcheeta, por ejemplo, que es mi obra más reconocida, la hice en un avión, en medio de dos señoras que querían hablar, fue un poco incómodo y sólo me puse los audífonos y comencé a dibujar. Cuando dibujo entro a este espacio de ensueño, y cuando despierto están simplemente ahí. He aprendido a canalizarlos y trasladarlos de mis sueños al papel, trato de relajarme, poner música, etcétera.»

 

– ¿Crees que la ciudad donde vives te inspira a crear? ¿En qué ciudad podrías decir que fluyen mejor tus creaciones?

«Me siento inspirada donde sea, realmente siento que no hago nada para las cosas que se me ocurren, porque trato de disfrutar mucho mi vida personal, mi trabajo, eso es muy importante para mí. Si tengo que detenerme para disfrutar cosas simples como ver la lluvia caer, acariciar a un perrito, pasar tiempo con mi hurón, lo hago. No soy realmente de sólo pintar o sólo actuar, todo el tiempo hago cosas. Ahora, por ejemplo, ayudo a Roberto Martínez, un youtuber que hace mucho contenido social. Trato de mezclar mucho mi trabajo con cosas que me gustan. Mi proyecto más reciente es para el Mayan Warrior, en Burning Man, un carrito que lleva cosas de arte. Mi pareja es quien lo lleva y le he ayudado a hacer diseños para diferentes cosas. Estoy muy emocionada por este festival, un espacio para diversas manifestaciones artísticas así que, sí, estoy emocionada.»

– Haciendo una comparación, ¿cuál crees que sea la principal dificultad de un artista, ya sea aquí o en Los Angeles?

«Lo difícil es para cualquiera, para un contador, un cocinero… todos somos artistas, todos creamos algo de la nada. Lo más complicado aquí y en donde sea es uno mismo, nosotros nos llenamos de excusas, de miedos e inseguridades, y usamos eso para no fluir, así que creo que uno mismo es el enemigo, lo que nos corta la inspiración. Cuando accedes a tu corazón y a la sanación personal, a darte cuenta del aquí y el ahora, que hay que vivirlo y que la logística que ha impuesto la sociedad o la vida es la que no nos deja creer y crecer, es cuando comienzas a liberarte y a estar en armonía.»

 

– Si tuvieras que definir la gráfica que realizas, ¿cómo lo harías?

«Yo dibujo una profecía hopi que me marcó la vida. Pareciera que soy alguien muy espiritual, pero no es eso, sólo quiero vivir más. Todos somos cuerpo, mente, espíritu y emociones, y he notado que la mayoría se deja llevar por las emociones, somos muy reactivos, pero si sabemos controlarlas ya no nos mueven, ya no explotamos y entendemos que la vida nos puso ahí para una lección de aprendizaje. Eso es lo que me pasa y no me tiro al drama.

 

«Hace cuatro años, aproximadamente, tuve una experiencia que me cambió la vida y me hizo conectarme con la Tierra, con la naturaleza, fue una sanación importante, de hacerme responsable y disfrutarlo. Durante ese tiempo escuché esa profecía hopi de los guerreros del arcoíris, de este grupo de gente de distintas razas o culturas que se unirá para hacer la Tierra verde de nuevo, eso se me hizo fascinante. Que mi propósito de vida fuera trabajar para ser rica o famosa dejó de tener sentido, para simplemente trabajar y ser parte de este grupo que quiere que el mundo sea mejor, a través del estar bien uno mismo, a través de la sanación, de cambiar la vida y de compartir. La profecía dice que vendrán animales extintos o místicos a ayudarnos a restaurar la Tierra. Yo prefiero vivir esa fantasía, en esa magia, no le encuentro el chiste a vivir en un ambiente de racismo, de violencia, injusticia y miedos. Mi obra está basada en esos animales, en esos guardianes que ayudarán a restaurar el orden.»