Es verdad que México destaca, entre muchas cosas, por su amplia y exquisita variedad gastronómica. Desde los adictivos dulces morelianos, hasta la salsa picosa de una auténtica torta ahogada de Guadalajara; gustos y sabores hay para todos. Sumado al vasto catálogo de ingredientes que podemos encontrar en este país, la creatividad mexicana parece encajar como una pieza perfecta en el rompecabezas culinario de nuestro país.
La imaginación de nuestros chefs ha conseguido darles reconocimiento mundial, tanto a ellos como a sus propuestas gastronómicas. Si hay algo que nos distingue como nación, es nuestro interminable ingenio; y qué mejor que verlo aterrizado en una disciplina que hoy en día, es más que un tema de conversación. Los chefs se han convertido en rockstars y sus creaciones, más que platillos, son tendencias.
Hablando de tendencias; entre las invenciones culinarias que están explotando en internet, está la más reciente creación del chef Antonio de Livier.
Bajo el nombre de “birriamen” (birria+ramen), el platillo se ha convertido en sensación. Si me preguntan, dicha combinación fue una decisión atinada y a la vez, una linda coincidencia; siendo que hace algunos años, la gastronomía nipona comenzó a adquirir mucha popularidad en nuestro país (con locales de auténtica comida japonesa, olvídense de los restaurantes comerciales que conocen). Con su delicioso ramen, yakisoba, nigiris y claro, los -nunca suficientes- Pokys, Japón nos ha enamorado de su magia culinaria. Bajo esta premisa, el chef “Toño”, como es conocido ahora, nos trae una nueva propuesta, uniendo dos caldos clásicos de dos regiones completamente diferentes.
El birriamen contiene: con chile guajillo, pasilla, comino y retazos de res (entre otras especias), a la que se le agregan los fideos recién cocidos. Y como dicta la tradición mexicana, se acompaña con cebolla, cilantro, unas cuantas gotas de limón y picante.
Cuenta la leyenda que el birriamen nació en el restaurante del chef de Livier llamado La Panga del Impostor, ubicado en Guadalajara. Con varios años de haber sido inventado, el platillo no adquirió popularidad hasta que Antonio cambió de aires y se mudó al maravilloso Valle de Guadalupe, lugar que ha visto nacer una variedad de creaciones culinarias, entre ellas, la cocina baja med. De ahí, como dicen, el resto es historia.
Recientemente, el birriamen comenzó a disfrutarse también en la Ciudad de México. El chef de Livier abrió un lugar llamado Caldos Ánimo (calle Pennsylvania 205, en la colonia Nápoles), el cual, entre sus delicias “cura crudas”, se encuentra el platillo bicultural.