//Por: Aura García de la Cruz
Es necesario replantearnos el concepto de comunidad que tenemos e incluir a los otros animales, explica el doctor en Filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y director del Programa Universitario de Bioética de la misma institución, Jorge Enrique Linares Salgado. «Cuando uno considera moralmente a otro ser vivo lo incluye en su propia comunidad como un igual. Sé que eso no siempre sucede en las relaciones humanas, mucha gente no considera moralmente ni a su vecino pero no es argumento para dejar de lado a los demás animales, debemos empezar a tratarlos en un plano de igualdad, considerando que ésta implica el reconocimiento de sus necesidades e intereses.»
El doctor Linares Salgado continúa: «Se debe plantear un cambio ético en la sociedad y para lograrlo hay que empezar por un cambio jurídico». En este sentido, la nueva Constitución de la Ciudad de México incluye la defensa y el respeto a los animales no humanos, un «avance importante», aseguró el académico.
En enero, la capital del país protagonizó algunas de las discusiones más controversiales sobre la nueva Carta de Derechos de la ciudad, con una sociedad cada vez más interesada en política que planteó nuevas problemáticas, como la que refiere a la participación y el lugar en sociedad que desempeñan los animales no humanos.
El tema está en boca de todos y uno de los animales que llamó más la atención fue el perro. De acuerdo con la Organización No Gubernamental (ONG) AnimaNaturalis México, se estima la existencia de 20 millones de perros en todo el territorio nacional, la mitad de ellos en situación de calle; tan sólo en la zona metropolitana de la ciudad, ocho de cada diez canes que son producto de la compra-venta son abandonados.
El tema es mucho más amplio y, por lo tanto, relevante, lo que derivó en su llegada a la Constitución de la ciudad. El pasado 11 de enero se discutió el inciso B del artículo 18 que refiere al bienestar de los animales, definidos en la Carta Magna como «seres sintientes, sujetos a consideración moral», por lo que deben recibir un trato digno por parte de los capitalinos, quienes tienen el deber ético y la obligación jurídica de respetar su vida y su integridad.
Dicho artículo levantó controversia y tuvo detractores, pero atacar esta nueva perspectiva ética sobre los animales no humanos —según el doctor Linares— puede ser indicio de tres cosas: ignorancia respecto al tema, una actitud cerrada o conservadora que se niega a ver el cambio social y la existencia de intereses particulares. En este último punto, los animales y sus derivados son vistos como productos, con el comercio de pieles para calzado, prendas de vestir y mobiliario entre sus principales fines. El doctor Linares señala que el uso de animales como meros objetos se explica por la discriminación del ser humano hacia otras especies:
«La mayoría de las personas no reconocen que otros animales tengan una consideración moral porque no son iguales a ellos y ese es un prejuicio. Desde un punto de vista ético, es decir, filosófico, hay argumentos para sostener que al menos los animales sintientes deben ser considerados moralmente, lo que significa, en principio, que los humanos deberíamos preocuparnos por su bienestar, no matarlos ni dañarlos indiscriminada, innecesaria o arbitrariamente.»
El argumento de base para considerarlos moralmente, comenta el profesor titular de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, es que los animales son capaces de sufrir. «Se llaman seres sintientes a los animales con un sistema nervioso central que tienen la capacidad de experimentar dolor, placer y que tienen actividad intencional, es decir, algún grado de conciencia. Mucha gente cree que los otros animales son como robots, que actúan por instinto, pero este instinto es intencional, con un sentido para ellos en busca de su propio bienestar. Nosotros somos animales sintientes y nos damos cuenta de eso.»
Uno de los problemas más difíciles que se deriva de este tema y que plantea el doctor Linares es encontrar o fijar el límite legal que permita el bienestar de los animales no humanos y, al mismo tiempo, el bienestar de los animales humanos. «No se debe abusar de las capacidades del animal ni someterlo a un trabajo extenuante, al igual que a cualquier humano. En un trabajo éticamente adecuado no te denigran, no te explotan, recibes buen trato y la paga es justa.» El trato que los animales reciben en circos y zoológicos, según AnimaNaturalis, puede llamarse esclavismo.
Adoptar una legislación que proteja a los animales no humanos no es una ocurrencia, es un principio moral que se fundamenta al apelar a «razones éticas, valores morales universales y racionales que están por encima y trascienden las morales particulares:
«Poco a poco se ha avanzado en la idea de que no sólo debemos tener consideraciones morales o éticas con los demás animales, sino que deberíamos formular normas jurídicas para protegerlos de manera efectiva. ¿Por qué? Porque actualmente se ejerce una enorme violencia y maltrato contra los animales.»
El maltrato que sufren los animales no siempre es expuesto por los medios de comunicación y para muchos podría pasar desapercibido, pero de acuerdo a AnimaNaturalis México alrededor del 98% de los animales maltratados son utilizados como alimento en el mundo y, a partir de datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) cada segundo mueren 4 mil animales para este fin, entre mamíferos, aves y peces.
Los animales usados en la industria cárnica (vacas, cerdos, borregos, aves, conejos y peces, principalmente), pasan sus vidas encerrados en granjas industriales o pastando en áreas delimitadas, con posibilidades mínimas de movimiento, señala AnimaNaturalis. Normalmente se les engorda con el uso de hormonas y antibióticos y los piensos alimenticios muchas veces contienen restos de otros animales, para después llevarlos al matadero a corta edad, con métodos crueles: pollos desplumados vivos en agua hirviendo, cerdos pelados en parrillas calientes y vacas colgadas de una pata para facilitar su desangrado. AnimaNaturalis agrega que los animales de la industria láctea y del huevo también sufren.
El proyecto constitucional es un primer paso pero no el único, aclara el doctor Jorge Linares:
«El precepto constitucional sólo es una línea general que indica que la ciudad se interesa por las condiciones de vida de los animales sin- tientes. Este artículo va a normar un cambio de conducta en la gen- te pero debe haber un reglamento específico, lo que derivará en una discusión importante.
«No se debe dar marcha atrás. En los últimos años —por lo menos en el mundo occidental— ha cambiado la mirada ética. Esto es un proceso, con sociedades que van asimilando nuevas normas. Lo mismo ha pasado entre los seres humanos, con grupos étnicos y raciales y también con el tema de género. Hay que entender las necesidades de los otros animales para incluirlos en nuestra comunidad con un trato adecuado. En el caso de los animales domésticos nadie pide que se les trate como humanos, eso sería absurdo.»