Esta semana se están cumpliendo 52 años del fallecimiento de uno de los personajes más interesantes e ingeniosos de nuestro país, que ofreció al mundo entero un invento excepcional, el cual cambió por completo nuestra manera de observar la realidad y recrear la ficción e impulsó la transformación de las comunicaciones en todos los aspectos.
Guillermo González Camarena, Ingeniero mexicano, quién murió el 18 de abril de 1965 en un lamentable accidente automovilístico con apenas 48 años de edad, es uno de los creadores tecnológicos más importantes del s.XX y un visionario en todos los sentidos.
Aunque los inicios de la televisión como la conocemos y sus primeros desarrollos técnicos se remontan a finales del s.XIX, cuando el ruso Vladímir Zvorykin creó el iconoscopio y el norteamericano Philo Taylor Farnsworth inventó el primer televisor totalmente electrónico, González Camarena le dio el color, característica que terminó por catapultar la popularidad de esta nueva “maravilla de la tecnología” que sorprendió a todos.
Pero una vez creado el aparato para recibir imágenes y la mecánica para transmitirlas, lo más importante fue popularizar su uso, familiarizar a la gente con este innovador artefacto y sobre todo, generar contenidos atractivos para las nuevas audiencias que comenzaban a cambiar sus radios por televisores, fascinados por las imágenes en movimiento y con vida propia que de manera “casi mágica” aparecían en la pantalla.
Es importante recordar que en el momento en que la TV empezó a ofrecerse públicamente y se realizaron las primeras transmisiones, la radio era la “reina del hogar” en todas partes del planeta cuando familias completas se juntaban alrededor del radio-receptor a escuchar noticias del mundo, novelas y narraciones, así como a cantantes y música de todos los estilos.
Las primeras emisiones públicas de televisión las efectuaron la CBS y NBC en Estados Unidos en 1930, la BBC One de Inglaterra en 1936 y para 1935 la TF1 en Francia. En todos los casos se utilizaron sistemas mecánicos y los programas no se emitían con un horario regular.
En 1937 comenzaron las transmisiones regulares de TV electrónica en Francia y en el Reino Unido. Esto llevó a un rápido desarrollo de la industria televisiva y a un impresionante aumento de telespectadores, aunque los televisores eran de pantalla pequeña y muy caros.
Fue el 14 de agosto de 1940 cuando la Secretaría de Economía de nuestro país admitió la patente número MX-40235 para un “Sistema tricromátrico de secuencia de campos, utilizando los colores primarios rojo, verde y azul para la captación y reproducción de imágenes, tanto por cables como de manera inalámbrica” solicitada por el Ingeniero Guillermo González Camarena.
A partir de ese momento nada fue igual, las televisoras empezaron a proliferar y a adoptar la tecnología mexicana para sus transmisiones, viéndose obligados a mejorar también sus sets y escenografías y a presentar coloridas composiciones para atrapar el gusto del público.
Hoy, más de medio siglo después de la desaparición de éste insigne mexicano y a más de 100 años de la invención de la televisión este importante medio, tal vez el más poderoso de todos en la segunda mitad del s.XX, ha tenido que enfrentarse a una nueva realidad que le impone la necesidad de re-inventarse.
Y es que la diversificación de la internet y las producciones audiovisuales, de acceso libre y en plataformas de paga que existen en nuestros días, han generado el mismo efecto que cuando en los años 30 la tele derribó la supremacía de la radio… hoy lo digital le ha robado una enorme cantidad de público a los contenidos televisivos tradicionales y esa tendencia va en aumento.
Aunque no se puede decir que los sistemas para ver series y películas en línea sean “televisión” propiamente dicha, la enorme oferta que la red le da a los usuarios aleja cada vez más a la audiencia de los programas repetitivos y nada sorprendentes de la TV tradicional, poniendo a esta última en un encrucijada comercial y tecnológica que le ha llevado a trasladar muchos de sus contenidos a plataformas digitales.
La muerte del rating como lo conocemos ha llegado.
Sitios como Netflix, HBO, Amazon, Claro e incluso el extraño experimento mexicano llamado Blim, dan a su público una amplia gama de clásicos del cine y la tele y producciones completamente originales, así como series cada vez más adictivas que atrapan a clientes que se quedan cautivos para siempre.
El hecho de que las televisiones actuales, cada vez más grandes, delgadas e interactivas puedan conectarse directamente a internet, convierte la experiencia audiovisual en una manera inmejorable para pasar horas y horas tumbados frente a la pantalla, viendo como las historias circulan frente a nuestros ojos.
La radio ha tenido que mutar para no morir frente a la competencia que le representan las descargas digitales de música y los programas de radio en línea (que tampoco deberían considerarse “radio” en un sentido estricto, pues no se transmite su señal a través de una antena); la prensa escrita, igual en periódicos que en revistas, han llevado ya la mayor parte de su esfuerzo informativo a sus versiones digitales; igualmente la TV se ha visto obligada a replantear su concepto, compartiendo prácticamente toda su programación en plataformas on line y buscando ofrecer a la gente experiencias cada vez más interactivas.
La movilidad y globalización de los dispositivos digitales y una generación como la millenial, que ya no busca poseer objetos sino consumir contenidos al azar de entre un mar de opciones no tangibles (como las inmensas colecciones de películas y series en DVD que se acumulaban en los libreros y estantes hace años), están llevando a una revolución de los temas, formatos, propuestas y conceptos que se comparten en los medios a todos los niveles.
Una nueva televisión deberá impulsar, en un mundo ideal, a la obligación de crear también una “mejor televisión”, donde la calidad de lo que se ofrece y el respeto por la inteligencia del público sean el punto de partida de una nueva realidad mediática.
Pero siempre quedará en la historia la increíble aportación que México le hizo al mundo cuando cambiamos un entorno en blanco y negro por universos plenos de color… como es la vida misma.
Como dato curioso, las siglas legales del Canal 5 de Televisa XHGC se defineiron así en homenaje al Ingeniero González Camarena.
In memoriam Guillermo González Camarena (1917-1965).