El cine es una experiencia extraordinaria y alucinante, entrar a una gran sala con una inmensa pantalla que en la oscuridad total es lo único que atrapa tu atención, percibir cómo los sonidos acompañan a la imagen y cuentan una historia que siempre altera nuestras emociones y en el mejor de los casos… toca nuestro corazón… eso, es una experiencia única…
Hoy en día y en plena era digital son sitios como Netflix los que se vuelven una adicción inevitable para una generación que creció con la internet más que con el cine o la televisión.
Durante algunos años las plataformas como YouTube fueron la onda para millones de personas que encontraban fantástico y súper divertido que cualquiera en cualquier lugar del mundo pudiera crear y difundir pequeñas filmaciones de la realidad, cosas muy chidas, sorprendentes y desquiciadas que convirtieron el fenómeno de los influencers y la viralización en la orden del día.
Se calcula en millones de dólares la fortuna que muchos de estos personajes salidos de la nada lograron con apenas un video de unos cuantos minutos, sin gastos de producción, recursos digitales o grandes actores… si lo dudan pregúntenle a Psy…
Ya desde los 80´s la creación de las cámaras portátiles de video y los reproductores caseros Beta, VHS o DVD lograron dar a la gente común el poder de la creación fílmica: documentales, cortometrajes, videos testimoniales o musicales y cualquier cantidad de locuras se pudieron crear y distribuir a través de plataformas en línea y home videos.
Hoy en día preferimos por mucho las series en línea, historias contadas por capítulos que mantienen a los espectadores como “esclavos virtuales” de sus juegos de suspenso y emoción que se pueden dar el lujo de extender su presencia en la mente de las personas durante varias temporadas.
Sin embargo y a pesar de esta cambiante realidad en los medios, las herramientas y las redes sociales, el cine como arte sigue vigente, es un concepto que forma parte de la condición humana y ninguna peli o serie en internet o en DVD han podido sustituir esa experiencia única que implica meterte a una sala con cómodas butacas donde, durante dos horas de delicia, te puedes desconectar de la realidad… para entregar tu mente y tus neuronas a una gran película.
Sensorama al alcance de la mano
Obviamente para que un filme logre eso tiene que estar basado en una buena historia para contar, en un guión que pueda traducirse en imágenes que, acompañadas de una evidente creatividad en dirección, actuaciones, fotografía, sonidos y música consiga conmover, emocionar y finalmente capturar a la gente en torno a una idea convertida en una gran producción.
El cine, a diferencia de las realizaciones digitales o los videos, tiene el poder de la permanencia, el poder de hacer clásicos que sobreviven al tiempo, las grandes sagas desde Star Wars, Harry Potter, El Señor de los Anillos y muchas más demuestran cómo el cine cruza por entre las generaciones, adaptándose y reinventándose y logrando siempre crear nuevos fans para sus historias emocionantes y desquiciadas.
Pero además en los últimos años inevitablemente el cine también ha utilizado elementos virtuales para hacer su propuesta visual, películas como Avatar y varias aventuras infantiles desde Toy Story hasta las más recientes producciones de los estudios Pixar y Disney han conseguido involucrar a la gente en las historias que se cuentan, a pesar de que se inserten en ambientes que solo existen en un universo digital.
In the land of heroes
Por otro lado, los héroes en todas sus versiones siguen mostrando lo eficaces que son para emocionar a la audiencia, es un fenómeno muy interesante que personajes de ficción con varias décadas de vida como Spider-Man o Batman, los X Men o Ironman sigan teniendo los argumentos necesarios para que nuevas camadas de espectadores vean las películas y se exciten con la vida aventurera de cada uno de estos freaks.
Sin embargo, aún los héroes han tenido que adaptarse a una nueva realidad, de ahí que filmes como Los Juegos del Hambre y muchos más hayan tenido que involucrar a hombres y mujeres cada vez más jóvenes y con diferentes habilidades y poderes.
El cine, igual que la música, proponen experiencias irrepetibles que la gente consume, disfruta y comparte en sus redes y sus conversaciones en línea, con esto las películas expanden sus tentáculos a la red, se vuelven sociales, virales e inevitablemente populares.
And the Oscar goes to…
Aunque siguen existiendo importantes asociaciones y gremios ligados a la industria del cine, como los Premios Oscar, los Bafta o los People Awards, que otorgan galardones a los mejor de las películas estrenadas año tras año (desde su perspectiva), cada vez más es el gusto subjetivo del público el que da una legitimidad social a los filmes que cada temporada nos llegan, ya no solo de Hollywood y sus clichés… sino de todo el planeta.
Por eso se vuelve muy importante que los que hoy habitamos esta cambiante realidad defendamos, degustemos y sigamos consumiendo lo que el arte fílmico produce, pues hasta nuestros días el cine sigue siendo la forma más interesante de llevar a la novia a disfrutar de una experiencia divertida sin que los papás de ella se saquen de onda, bueno… eso depende de qué tanta gente esté en la sala esa noche en que decides escaparte con la dueña de tus sueños para ver cómo la Guerra de las Galaxias… conquista nuevos mundos.