Texto: Diovanny Garfias
La historia de Alejandro Ghersi es la de alguien que encuentra dentro de sí mismo la manera y el poder para lidiar con sus demonios, aceptando en el proceso a su verdadero yo, con imperfecciones y virtudes, una especie de antihéroe que inicia su camino incomodando a todos por sus métodos poco usuales, diferentes a lo establecido, encajando poco o nada en una realidad preestablecida en la que nos tocó existir.
Alejandro nació en Caracas, Venezuela, sin embargo, la educación formativa le fue otorgada en Estados Unidos, donde particularmente la música, esa musa que lo había seducido durante su infancia, terminó por transformarse en el lenguaje con el que pudo abrir las puertas de su yo más profundo y presentarlo, finalmente, al mundo. Ese día que conocimos en carne y hueso a Arca.
Así, el relato tan personal de Ghersi termina por convertirse en la historia de todos aquellos que encuentran en las artes una herramienta para encarar su existencia, resistir, crear e innovar, destellando brillantemente una segunda piel. Ese halo de genialidad y honestidad es el mismo que ha deslumbrado a músicos como Kanye West, FKA Twigs y, claro, Björk, quienes decidieron unir su talento al del músico para hacer de su obra algo diferente, sin precedente sonoro.
Con 26 años de edad y dos discos en su carrera, Arca nos presenta una nueva variante de su intelecto sónico, un disco homónimo en el que su voz y el idioma español se convierten en el gancho para entrar a un mundo oscuro; posiblemente el trabajo menos accesible del productor pero también el más seductor.
– ¿Cuál es la historia de ese momento en el que te involucras en los sonidos y la música?
«La música forma parte importante de mi vida desde la infancia, comenzando con las clases de piano a las que mi mamá me obligaba y que yo odiaba pero al mismo tiempo amaba; amaba tocar música pero odiaba tener que memorizar las piezas de personajes muertos, me frustraba mucho.
«Como a los 15 o 16 años dejé de estudiar piano formalmente y ahí empecé a componer con software. Yo nací en Caracas y después mi familia se mudó a Estados Unidos, cuando llegué a primer grado regresamos a Caracas y a los 17 me mudé a Nueva York a estudiar, así que no me siento ni venezolano y mucho menos estadounidense, siempre me sentí outsider, incluso a nivel cultural, sin importar en donde viviera.»
– ¿Fue complicado tener una voz propia y que de pronto no encajaras en un lugar? ¿Lo padeciste?
«Sí, pero al mismo tiempo me resiento un poco ante la idea de que existe algo como la voz propia, me parece difícil decir que hay momentos en los que tienes voz y momentos en los que no, es mucho más ambiguo.
«Definitivamente una de las maneras de llevar mi crecimiento fue intentar transformar el sufrimiento en regocijo, lo oscuro en algo que para mí tiene belleza. Claro que padecí los cambios culturales pero hoy en día lo agradezco, porque me dejó experiencias que forman parte de quien soy.»
– ¿Cómo te involucras con los sonidos apoyados por computadora?
«Todos, desde una edad temprana, tenemos intereses e inquietudes particulares, ciertas cosas que nos apasionan, que nos atraen magnéticamente; sin embargo, dejamos de seguirlas porque se vuelve difícil fomentar y cultivar aquello que no encaja en el status quo. En mi caso fue la música electrónica experimental, y creo que me había expuesto a eso porque mi hermano traía varios discos y algo de ese género me llamaba mucho la atención.»
– ¿Cómo ganas la experiencia suficiente para decidir tomar un camino y producir un sonido particular?
«Comencé a componer música en computadora como a los 13 años pero nadie sabía, era mi hobbie. Mientras mis amigos hacían deporte o se divertían con videojuegos yo estaba metido en la computadora.
«Sentí que a medida que compartía con mi familia o amistades que me interesaba producir música eso me ayudaba a sobresalir. Creo que todos los seres humanos, en especial los artistas, tienen un deseo nato de ser amados, y la atención que obtenía al producir comenzó a influir en las decisiones que tomé como músico.
«Con mi proyecto anterior, Nuuro, empecé a negociar dentro de mí las razones y decisiones por las que hacía la música de cierta manera, la gente me empezó a poner más atención y así fue mutando la música para que fuera más accesible.
«A los 17 años me di cuenta de que estaba produciendo música para otros. Es importante mencionar que uno no compone para otros o para sí mismo de manera binaria, eso no existe, yo lo veo como una conversación. A esa edad me concentraba más en darme a entender que en buscar dentro de mí algo que quisiera expresar y en ese momento decidí buscar un sonido propio.»
– En el momento en el que decides seguir ese instinto y generar algo propio atraes otro tipo de atención. Creo que eso te acreditó como productor, así que cuéntame ¿cómo te involucras con nombres que hoy son muy relevantes en la industria musical?
«Lo importante a nivel musical, para mí, es ver la composición como un método de autoconocimiento y sanación. Viéndolo a través de ese lente, las colaboraciones que haga no importan porque son mutuamente beneficiosas a nivel emocional. Por eso quiero replantear la pregunta, porque según mi creencia si el día de mañana a nadie le importara lo que hago el universo no me habría quita- do nada, porque para mí la música seguiría siendo la manera en la que entro en contacto con las partes desconocidas o aterradoras que hay en mí.
«He colaborado con cada persona de manera distinta. Me cuesta generalizar y explicar el porqué alguien puede confiar en mí o por qué se dieron ciertas colaboraciones. Dicho esto, me siento muy afortunado y orgulloso, mucho más satisfecho de todo lo que he pasado y de mi esfuerzo que de decir “colaboré con tal”. Si tengo química con alguien me va a importar mucho lo que pueda nacer a nivel musical pero se tiene que sentir orgánico, no como un sacrificio para ninguno de los lados.»
– ¿Cómo encuentras este sonido real?, porque cuando colaboras hay una conversación o un medidor. ¿Cómo lo haces cuando eres tú solo?
«Intento replantearme quiénes son los participantes de esta conversación. Para mí es una conversación con mi instinto y es algo que no controlo, busco escuchar y la manera de hacerlo es caminando y pasando tiempo solo, sin dejar que la ansiedad o el miedo me consuman, armonizando mis emociones.
«Para mí la composición es un proceso sicológico que se siente natural, que se siente bien, que no se siente forzado; suena esotérico pero es la manera más valiosa de percibir la composición.»
– ¿Te incomodó el momento mediático de relacionarte con nombres reconocidos que voltean los reflectores hacia ti? ¿Te incomodó toda esta atención cuando lo que tú haces es más íntimo?
«Hubo un momento en el pasado que sí, porque temía que mi perfil como artista o productor opacara lo que quiero comunicar, o peor aún, que le quitara peso. Hoy en día no me molesta para nada.
«Me gusta pensar que la música habla por sí misma. Yo voy a morir y la música seguirá ahí, tiene su propio mensaje.»
– Cuéntame del nuevo disco, ¿cómo empezaste el proceso, dónde grabaste, dónde produjiste, hay gente invitada o eres tú solo?
«Soy yo solo, aunque pienso que el “yo solo” no existe, pues soy resultado de mis relaciones y de las personas que amo. Este disco comenzó como los dos anteriores. Nunca dejo de componer, incluso cuando no estoy componiendo porque aunque pase dos meses sin tocar la computadora eso también es parte de componer, siempre hay un ansia de comunicar.
«Tuve que escuchar mi instinto para llegar al disco. Quiero mencionar que cuando trabajé con Björk en Vulnicura nos bajamos del carro en una tormenta de nieve, en Islandia, y me dijo, “oye, ¿no has pensado en cantar?”, a lo que respondí, “cállate”, y cambiamos de tema pero en ese momento se sembró una semilla de curiosidad en mí, me di cuenta de que era algo que tenía que aceptar y seguir ese camino aunque lo sentí como un paso a lo desconocido. Compuse y me sorprendí a mí mismo, no fue fácil aceptar el sendero por el que me llevaban las canciones, tuve que aceptar que el disco sería en español y que hablaría de amor y desamor; eso me sorprendió.»
– ¿Cómo es el show que tienes preparado para este disco?
«Siempre lo hago con mi mejor amigo Jesse Kanda, a quien conocí a los 14 años. Es muy audiovisual y confrontacional, me gusta decir que tiene mucha sensualidad, es un shock tanto para mí como para la audiencia, es muy visceral y al mismo tiempo tiene un sentido del humor oscuro.»