//Por: José Iván Ruiz Trejo
//Fotos: Cortesía Fórmula E
«Nada se ve bien en los carros», decía Gary Numan en la famosa canción ‘Cars’ de su álbum The Pleasure Principle, de 1979. La melodía que en su momento cautivó por su estilo futurista podía verse como una crítica a la velocidad y el paso moderno que destruía la tranquilidad de la sociedad; no por ello significa que el ser humano no amara pisar el acelerador para sentir desde la sien hasta la punta de los pies ese vértigo de alcanzar los kilómetros por hora que hacen volar sin importar el riesgo.
La Formula 1 ha desarrollado grandes premios desde 1950 en los que se han inmortalizado nombres como Juan Manuel Fangio, Niki Lauda (el mismo del que nos cuenta la cinta Rush, de Ron Howard), Ayrton Senna, Michael Schumacher y el actual campeón Nico Rosberg, pilotos que han llegado al límite de la rapidez y que han convertido a la industria de los mono- plaza en una de las más rentables del mundo, con ganancias de más de mil 500 millones de dólares al año.
El gran margen de éxito y la necesidad de desarrollar tecnologías amigables con el medio ambiente han dado pie a la creación de la Formula E, un espacio en el que los constructores innovan en el ámbito de las energías renovables y concientizan mediante una competencia con las mismas reglas que la F1, impuestas por la Federación Internacional del Automóvil. Diez equipos y 20 pilotos son los que participan, muchos de ellos con experiencia en carreras de la Formula 1, lo que le da una formalidad más grande.
Aunque el término ‘experimental’ parece no llamar la atención de los aficionados a los grandes premios, los gigantes automotrices se han volcado de buena manera a esta competencia. Renault, Audi, BMW y Mercedes forman parte, siendo McLaren el pionero al haber proporcionado los motores eléctricos de todos los participantes en la primera edición, hace tres años.
Una de las notoriedades de esta competencia es su apertura a países que no tienen un gran premio en el circuito de la FIA, acercando a dichas naciones a la industria y dándoles, incluso, la oportunidad de ser elegidas por categorías importantes. Así, ciudades como Marrakech, Punta del Este y Buenos Aires pueden ser tomadas en cuenta para ver de cerca a grandes pilotos como Nelson Piquet, Bruno Senna (sobrino de Ayrton), Lucas de Grassi o José María López.
En lo que refiere a la competencia, la Formula E tiene una variable importante, pues mientras con los combustibles fósiles basta una parada para llenar el tanque, esta modalidad ecológica requiere un cambio forzoso de auto, y en la clasificación se debe usar el mismo vehículo y sólo 200 kilowatts de energía, lo que puede medirse como 268 caballos de fuerza. Esto podría significar que a máxima velocidad se alcancen los 225 kilómetros por hora y una aceleración de 0 a 100 en menos de tres segundos.
Otra novedad del circuito es el llamado fanboost, en el que los aficionados ayudan a su corredor favorito con watts de potencia a su segundo coche durante seis segundos, energía que pueden utilizar al llegar a un límite de watts consumidos de entre 180 y 200. Estos cambios pueden verse en línea y el voto se cuenta con el hashtag #Fanboost en Twitter.
La Ciudad de México volverá a ser parte del calendario de la Formula E tras el inesperado éxito del año pasado y la excelente recepción que el Gran Premio de México tiene siempre, con boletos bastante accesibles y la entrada gratuita de menores de 16 años.
Significativamente, la Formula E es la esperanza de encontrar un nuevo modelo tecnológico acorde a lo que la humanidad pide tanto en el tema ecológico como en el entretenimiento. El dramatismo y emoción no se irán si se elimina el diesel y esto puede corroborarlo el suizo Sébastien Buemi y su equipo Renault-DAMS, actual campeón, que lucha en la tabla contra Lucas di Grassi, de ABT Schaeffler Audi, y su compañero de equipo Nelson Piquet.
Henry Ford decía: «Reunirse es un comienzo, permanecer juntos es el progreso y trabajar juntos es el éxito». Lo que hace exitoso al automovilismo se basa en la velocidad, una que no se alcanza sin estos objetos voladores construidos por ingenieros que luchan por un cambio en el armado de un automóvil.