We can never go nowhere unless we share with each other.
Tupac Shakur
Durante muchos años conduciendo programas de radio musicales y generando los contenidos de los mismos, así como haciendo el playlist para cada emisión, defendí como lo hago hasta el día de hoy que la negritud es parte de toda la especie humana y que la música es el mejor ejemplo de ello.
Si consideramos que la paleontología y la antropología han comprobado ya que nuestro brinco como especie de primates a homínidos se dio en África, más específicamente en Etiopía donde encontraron los restos de Lucy, el último Australopithecus conocido y que representa esa transición, realmente todos los seres humanos provenimos del continente negro.
Se sabe que los primeros grupos de Homo Sapiens, nuestra especie, caminaron hace 195,000 años cientos de kilómetros a través de territorios ignotos, cruzando desde la parte norte de África, la actual Europa y llegando a América por medio del estrecho de Bering para empezar a poblarla hacia el sur, consolidando los pueblos y países que hoy conocemos.
Todos, sin importar el color de nuestra piel ni lo rubio de nuestro cabello, somos inevitablemente…negros.
Es por eso que dentro de nosotros vive una memoria musical asombrosa que provoca que el ritmo de las percusiones se acople al de nuestro sistema cardíaco y que nuestro cuerpo y pies reciban oleadas de corriente que los obliga a moverse siguiendo los tambores, dejándonos atrapar por los sonidos.
Y es que, a excepción de la música clásica, que tiene una genética un tanto distinta (aunque también integra elementos percusivos a las melodías) toda la música popular del mundo tiene toques de negritud evidentes y compartidos.
Del jazz, al rock, pasando por el blues, el R&B, el góspel, llegando a la cumbia, la bambula, el calypso, el reggae, la salsa, el vallenato y rematando en el drum&bass, el electro, el techno, el dance, al igual que en el pop o el metal, todos los géneros comparten esa energía que nos viene de nuestro espíritu rítmico, negro y enfiestado.
Sin embargo, hay una cultura que expresa como ninguna otra esta presencia tribal y oscura de nuestra genética y es el hip-hop.
YO YO YO
Normalmente la gente suele confundir y reconocer como sinónimos el rap y el hip-hop, nada más equivocado, el hip-hop es una cultura completa, una forma de vida no solo para quienes lo viven como creadores día a día, sino también para quienes los siguen a través de todas sus expresiones.
El hip-hop, “la doble hache” es un movimiento global que incluye 4 elementos básicos desde su origen, pero al cual se han venido integrando muchos otros a lo largo de los años.
El primer elemento es el DJ, el tornamesista, preferentemente hábil en el scratch y buen productor de sus propios beats, que crea las bases sobre las cuales se rapea.
El segundo ingrediente es el MC, el que a través de las rimas en un compás de 4 x 4 principalmente, aunque no siempre, va contando una historia, en este caso se puede hacer con letras pre-escritas o en el estilo libre o free style donde dos o más contrincantes se tiran líneas a capella o sobre algún beat en una auténtica batalla de palabras.
He visto MC´s hombres y mujeres que lanzan ideas de un sarcasmo, ingenio y velocidad, a rima y sobre la base, que definitivamente dejan pasmado a cualquiera que presencie ese talento en ejecución, sobre un ring de rap.
El tercer complemento es el Break Dance, que vive en la cultura hip-hop desde el final de la década de los 60 y que impone el estilo de baile sobre el que los llamados B-Boys y las B-Girlz sorprenden con sus flexiones, sus habilidades y expresión corporal y su energía sobre el escenario.
Y finalmente el Graffiti, el nuevo muralismo, forma de expresión del arte libre que se muestra principalmente en espacios urbanos, por supuesto ilegal y con muchos distintos estilos, pero que por supuesto funciona perfecto como válvula de escape para los jóvenes que buscan alternativas divertidas e interesantes para exorcizar sus emociones.
En los últimos años se han venido acoplando nuevas “disciplinas” a la cultura hip-hop: el skate, ride en patinetas, el parkour, performance urbano donde se salta por los muros y se trepan sobre cualquier estructura de calle, el tattoo, con su tradición milenaria de ornato corporal, el beat box, la creación de ritmos y sonidos usando solo el cuerpo, la boca y la expresión gutural… y mucho más.
Back to the future
Pero retomando los 4 elementos básicos que existen como pilares de este movimiento, desde que Afrika Bambaataa le dio nombre y concepto a tal conjunto de expresiones artísticas a finales de los 70, la negritud de la que hablamos se percibe con una claridad asombrosa.
Hombres y mujeres creando ritmos, cantando y generando un patrón para comunicar ideas, bailando en comunidad como hacía la tribu con movimientos complejos y sincronizados… pintando sus sueños en los muros.
¿Qué tan lejana parece esta escena de las que vivieron los primeros humanos? El descubrimiento del beat que nos habita, la voz como instrumento para transmitir la tradición oral de todo un pueblo, el baile frenético y el ritual colectivo a través del movimiento del cuerpo, los muros cubiertos de animales fantásticos y figuras cósmicas…
Hoy, en pleno 2017, el hip-hop se recrea y evoluciona todos los días y en distintas partes del mundo, han pasado muchos años desde que fuera solo un concepto propio de los Estados Unidos y de aquellos días cuando el West Side y el East Side se atacaran con rap, para terminar matándose en las calles… con balas.
Ahora el hip-hop y el rap son patrimonio de la humanidad y en México, como en todo el planeta, se escuchan y se pueden reconocer talentos increíbles en todas las áreas de esta cultura progresista.
Sin embargo, hoy las letras hablan más de vida que de Bling Bling (joyería excesiva), más de destino conquistado que de metralletas y autos lujosos, cuentan historias de personas reales, que de la calle al escenario la han pasado dura, pero también han disfrutado momentos de profunda satisfacción y plenitud, que igualmente plasman en sus rimas.
Así es como el hip-hop se percibe también como parte de nuestra esencia humana, cuántas veces al escuchar retumbar las bocinas con una buena base no comienzan nuestros brazos a hacer ademanes de negro del Bronx y nuestros cuerpos a moverse con una cadencia imparable.
Hacia el futuro la rima y el poder de la palabra seguirán siendo un aspecto vital de cómo habitamos el mundo y seguirán contándose las historias de todo lo que se aprende en la Universidad más importante del en nuestra existencia…la calle…ahí donde no hay filtros y donde la realidad ataca.