//Por: Ruben Turok (@Ruben_Tkc)
En nuestra historia, no cabe duda que existirá un antes y un después de El Bufón, como llamaremos a Donald Trump de aquí en adelante, pues no sólo es el personaje sino lo que simboliza. Lo crean o no, El Bufón sólo es parte de una ola mucho más grande, el símbolo de la fragilidad democrática que vemos con el Brexit de Reino Unido, la popularidad de la ultraderecha en Europa, una élite política norteamericana totalmente vendida a los intereses corporativos y el fortalecimiento de los regímenes no democráticos (específicamente la Rusia de Vladimir Putin). El Bufón es todo eso pero vestido de payaso y llevado al ridículo. ¿Qué significa la historia después de El Bufón? ¿Cómo podemos explicar este fenómeno?
Repasemos las promesas de campaña más representativas del egocéntrico, narcisista e infantil líder del país del norte. Prometió, antes que nada, construir un muro en la frontera con México que impida la llegada de «millones» de indocumentados a su país (la migración de mexicanos ha sido negativa en los últimos años, además de que la mayoría llega por avión), que además son criminales (no existe dato que respalde esto y las pocas estadísticas que existen muestran a los hispanos como una de las minorías que más se apega a la ley), a lo que su núcleo de seguidores proclamó el cántico “build the wall” (cuando, por cierto ya existe una estructura así en la frontera).
Luego aseguró que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) es uno de los más infames en la historia de su país, señalando constantemente el déficit de 60 mil millones de dólares a favor de México (similar al que sostiene con Alemania y Japón, así como cinco veces menor al que se tiene con China y casi tres veces menor a aquel con la Unión Europea) pero dejando de lado que ese tratado hace a Norteamérica el segundo bloque más grande del mundo y que, a su vez, permite a Estados Unidos competir con las otras grandes economías en precio y calidad. Pero no esperemos que El Bufón lo comprenda.
En este sentido, El Bufón promete devolver puestos de trabajo a Estados Unidos (no crear, sino regresar empleos), sin importar que rompa tratados comerciales o aplique subsidios económicamente inviables que las empresas están más que felices de recibir, sabiendo que eventualmente pueden tomar ese dinero y regresar a un México severamente depreciado. La realidad no importa en la lógica de El Bufón, que a pesar de ser demagogo no me atrevo ni a ponerlo en la misma órbita que sus contemporáneos o antecesores.
Luego está la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), órgano fundamental para la conservación de la paz y los intereses democráticos en los últimos años. La respuesta de El Bufón —nuevamente sin sorprender su nulo conocimiento del tema— es que Estados Unidos se ve desfavorecido por dicho tratado. Eliminarlo, como han señalado los expertos, es garantizar futuras guerras, empezando con los países bálticos y Asia. También ha dicho que impulsará la tortura como método de interrogación y por si se me había olvidado niega la existencia del cambio climático, a pesar de que 99% de los científicos lo ratifican. ¿De lo dicho a lo hecho qué ha pasado?
En su primera semana como presidente creó más inestabilidad y controversia que en los ocho años de la administración de Barack Obama, al limitar el presupuesto ‘destinado’ a abortos (la interrupción del embarazo es una minúscula parte de lo que hacen las clínicas de mujeres), aprobó el Keystone Pipeline (algo que los científicos aseguran podría ser catastrófico e irreversible para el medio ambiente), firmó la autorización para empezar la construcción del muro con México y amenazó con aranceles del 20% a los productos mexicanos (hecho ilegal ante los acuerdos comerciales y que demuestra su nulo entendimiento del tema, pues ese impuesto le pegaría sobre todo a los consumidores estadunidenses).
¿México? Aunque el tema del futuro de la relación con nuestro país merece un artículo propio, en la primera semana de El Bufón como presidente se logró romper una alianza envidiada por muchos países, con constantes insultos que incluyeron el declarar el muro el mismo día que recibiría a una delegación mexicana y su intento de intimidación para renegociar el TLC.
Entonces, ¿qué podemos esperar en uno, dos, tres o cuatro años del bufón? En el 1, les garantizo que acabará por destrozar la relación bilateral con nuestro país, desestabilizará económica y políticamente diversas partes del orbe y empezará diversas guerras comerciales que únicamente tendrán impactos negativos. Sin embargo, su presidencia sobrevivirá el primer año porque aunque a la gente se le pueda olvidar rápidamente, Obama le dejó un país en bandeja de plata.
Para el año 2, de poco servirá su política discursiva y de subsidios insostenible. La familia promedio empezará a sentir el impacto de haber perdido su seguro médico universal, así como una creciente tasa de desempleo y una alza en los productos que consumen. A la par, la presión internacional crecerá para que sea removido o por lo menos le darán la espalda. Sorprendido estaré si logra pasar de este año, aunque no me parece una locura.
¿Del 3 en adelante? Lo mejor sería que se aceptara el grave error cometido, pero una guerra a gran escala (no necesariamente como la primera o la segunda guerra mundial) podría ser lo que se requiera para romper con la trayectoria global actual. De cualquier modo, dos años de El Bufón pueden causar un impacto tan negativo que nos cueste diez años recuperarnos (¿o se nos olvida que aún nos estamos levantando de la crisis de 2008?).
Lo único que puedo decir es que en la coyuntura se aprende que las crisis son ventanas de oportunidad y no momentos para convertirse en mártires. Espero que este artículo ayude a reflexionar sobre el papel de uno mismo en el futuro de nuestro planeta e historia.