//Por: Oscar Adame
No hay revolución más insufrible que la que se vive dentro de uno al crecer. Hay etapas en las cuales uno simplemente no puede dejar de odiar a todos, de sentirse miserable, de pensar que la vida no tiene ningún sentido.
Durante el penúltimo capítulo de The Catcher In The Rye, novela de J.D. Salinger que logró impregnar de forma fantástica todo lo que les explico, uno de los profesores del personaje principal, Holden Caulfield, le explica al chico que sólo hay dos maneras de confrontar estas etapas: una es el rendirse y caer estrepitosamente en una vida llena de desagrados y de amargura, y la otra es el seguir buscando aquello que te apasiona y tratar de alcanzarlo con todos tus recursos. La última, a palabras del personaje, es aquella en la cual te tienes que alimentar de todo lo que otras personas, como tú, crearon para atravesar esa etapa y a la vez crear algo para que en el futuro alguien más se alimente de ti.
En el mundo de la música hay innumerables ejemplos de creaciones que rompen con la amargura y la tensión que se genera durante la adultez temprana. Me atrevería a decir que prácticamente la totalidad de los discos debuts lo son, en el hacer música se tiene implícitamente la extracción de una cantidad risible de impulsos y también la búsqueda de reconocimiento. Sin embargo, hay casos que vale la pena revisar, como es el caso de Elías Arauz y su cambio radical de sonido en su nuevo proyecto: Kabul’s Regime
Elías se volvió bastante popular dentro de la escena musical independiente del centro del país, su banda, los Hawaiian Gremlins, fueron en gran parte los responsables de que las guitarras surf se pusieran de moda, nuevamente, dentro de la industria musical. Una propuesta juvenil, sin muchas pretensiones, sólo tres chicos haciendo música bastante simple pero pegajosa, divertida y bailable…con ganchos brillantes y un aura triste propia del post punk y el shoegaze que los influye.
Se manejaron muy bien, estéticamente terminaron creando un monstruo único en su tipo que combinó elementos del surf, el vaporwave y de… Elías, quien terminó siendo la cara de la agrupación en los memes y videos de la misma. Cosa que los ayudó a ser una de las propuestas más importantes de la ciudad y que los hizo partícipes de festivales como el Ceremonia y el Vive Latino.
Elías sin embargo no se ha sentido lleno, desde hace unos años, con toda esta atención. Un tipo que se la pasa ‘jameando’ día y noche, escuchando desde post-punk y dreampop hasta krautrock y drone, interesado en la grabación con cinta y experto en distorsiones de guitarra. Era obvio que tarde o temprano trataría de experimentar con otros estilos.
“A lo largo del tiempo me he dado a entender que el proceso de crear y de escribir canciones me va a acompañar siempre y así ha sido desde hace mucho. Supongo que a veces uno se puede llegar a sentir profundamente arraigado a una idea y busca promulgar dichas ideas como un pilar encarnado a nuestro pensamiento. La gente cambia y con ellos nosotros, el desapego ha sido una constante”, me dice respecto a la naturaleza de este proyecto. Más independiente, más libre y mucho más introspectivo que los Hawaiian o cualquier otro lanzamiento en el cual Elías se haya visto involucrado.
Lo primero que hizo, hace aproximadamente un año, fue abrir su propio sello independiente, Imaginary Square Room, para compartir bedroom projects de electrónica ambiental y slowcore. Tuvo cierto éxito gracias a Klaus, proyecto del también Hawaiian Gremlin, Francisco Sánchez, y a Dinamic Gipsy, cuyo Ep Low Memories es una belleza.
Al poco tiempo lanzó su propio proyecto: Kabul’s Regime, en Mayo del año pasado, con una canción titulada ‘Woman’. Una canción de 3 minutos y medio de duración que integra tres lineas de guitarra monótonas pero potentes, un sintetizador a la New Order, una caja de ritmos a tres tiempos y una voz difuminada al final de la canción. Un primer lanzamiento interesante, pero no tan relevante en cuestiones de evolución para Elías.
“Kabul’s Regime refiere al periodo un tanto obscuro en la historia del Afganistán de los años 80. Sufrieron varios golpes de estado durante esa década y teniendo una intervención soviética una de esas administraciones bélicas fue justo el régimen de Kabul”, relata Elías en su habitación. Un espacio de 20 mts cuadrados con un vestidor y dos armarios. Sus camisas favoritas están desdobladas sobre una silla plástica que se encuentra frente a su escritorio de madera triplay. Un Peavey VYPYR de metalero yace frente a los pies de su cama y un teclado MIDI rojo quebrado se encuentra sobre el suelo. Dos herramientas indispensables dentro de sus sesiones para Kabul’s.
Su primer Ep Opal Stone, conformado por 6 tracks, por otro lado ya muestra una cara más adulta, angustiada y enfurecida de los alegres arpegios que integran a las canciones más memorables y juveniles de los Gremlins. Con letras tétricas que van sobre la ansiedad que genera el futuro, hasta la propia muerte, la fatiga y la soledad y elementos sonoros característicos de la música experimental de los años 70 del krautrock de Can y Neu!, al drone de Tangerine Dream o Klaus Schulze.
Desde mediados del año pasado el día a día de Elías se ha centrado en la grabación de su segundo Ep como Kabul’s. “Creo que de alguna forma me habitué a jamear solo y eso ha permitido encerrarme días en mi casa sin mayor objetivo que el de terminar de grabar estas canciones. El aislamiento ha sido clave para esto; el aislamiento y el humo”
Se nota bastante. Su nuevo lanzamiento ya no hace uso de las guitarras características de Elías, en su lugar todo está integrado por elementos electrónicos que crean cierto sentir claustrofóbico. Ritmos bailables pero obscuros derivados del darkwave y del deathrock ochentero integran este nuevo Ep, lanzado el día de hoy en el que es el lanzamiento más maduro, complejo y sí… depresivo que se la ha podido escuchar a Elias y un must para todos aquellos, que como él, están tratando de salir de una época difícil llena de ansiedades y de incertidumbre.