//Por: José Ricardo
Qué tal estimado y doliente lector, es para mi un placer -por segunda semana consecutiva- manifestarme en forma de texto ante tus respetables retinas.
Te preguntarás el por qué te califico reiteradamente bajo el modelo de desgracia, con el perfil de quien padece, del que sufre. Y es que desde el martes pasado hasta hoy se ha apoderado de nosotros los mexicanos un pesimismo a raíz del triunfo del candidato incómodo, de aquel que usurpa el nombre de un pato muy popular.
Y efectivamente, hay motivos para sentirse preocupado, acongojado lector. Si bien el primer discurso, ya como presidente electo, tuvo más coqueteo con el reconcilio que con el divorcio, que la controversia, ya para el día lunes dejaba en claro que deportaría cerca de tres millones de ilegales con antecedentes penales. Podría sonar lógico, Pero a ver que se le ocurría hacer con el resto. En sus palabras.
Otro factor -fundamental- que ha sentido el efecto Trump de manera negativa, es el peso mexicano. Y que el peso navegue a la deriva golpea de fea manera a nuestra economía. ¿Recuerda usted el “knockout” de Juan Manuel Márquez a Manny Pacquiao? Bueno, pues peor.
Y gran parte de esta incertidumbre que tiñe nuestros días, poético lector, es el contraste entre una moneda cuyo rendimiento en el gasto diario es cada vez menos eficiente, y los insumos que inevitablemente se encarecerán agraviando esta inicua situación económica.
Sin embargo, al ir de la mano con el sinsabor y el desasosiego, hemos ignorado alguna de las bondades que ofrece el libre mercado cuando la moneda nacional se encuentra en desventaja con el dólar, por ejemplo, y no es otra que la capacidad de una industria para exportar bienes y servicios de calidad, ¿a cambio de qué? De dólares.
Asé es, México cuenta con una red de 12 Tratados de Libre Comercio con 46 países (TLCs), 32 Acuerdos para la Promoción y Protección Recíproca de las Inversiones (APPRIs) con 33 países y 9 acuerdos de alcance limitado (Acuerdos de Complementación Económica y Acuerdos de Alcance Parcial) en el marco de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI).
A pesar de tantas ventajas que nos integran a una economía global, no hemos sido capaces de sacarle un provecho real a los acuerdos alcanzados, seguimos siendo un país que importa más de lo que exporta, esto según cifras de la OMC (Organización Mundial de Comercio) cuyos conteos durante el primer cuatrimestre del año indicaban una baja en las exportaciones de 4.1 % con respecto al mismo periodo de 2015. Y del mismo modo, las importaciones subieron durante el mismo periodo en un 2.4 %.
-Pero, ¿qué necesidad, para qué tanto problema?-, en tono satírico podría interpretarnos el finado Juan Gabriel con respecto al tema. Y es que la vulnerabilidad de nuestra economía reside intrínsecamente en la adquisición de estos bienes y servicios pero del extranjero, desamparando el desarrollo de nuestra propia industria y volviéndola solo un espectador incapaz de competir de manera global.
Ahora en este escenario, en donde el dólar oscilará entre los 19 y 21 pesos, ¿no cree usted que es momento de apoyar a las empresas exportadoras y desarrollar una industria paralela a la extranjera dominante? ¡Pues claro!
Si basamos los esfuerzos en el desarrollo y fortalecimiento de PyMES, por ejemplo, que dediquen sus esfuerzos en desarrollar productos sustitutos a Coca-Cola, Nike, Apple, que podrían llamarse, no sé, -Rica-Colita, Migue, Perita- o como usted lo prefiera, dependeríamos en el mediano y largo plazo cada vez menos de las importaciones, tendríamos una industria madura capaz de satisfacer tanto las necesidades como los gustos superfluos, que son los dominantes, y tendríamos ademas, real presencia en el mundo. Económicamente hablando.
No todo es tan negro como parece, en la medida que el peso decaiga frente al dólar, a los compradores extranjeros les convendrá adquirir los bienes y servicios bien hechos, que se producen en el país, por el sencillo hecho de adquirir más pagando, si usted quiere lo mismo. Para cualquier importador es el escenario ideal y por lógica para el exportador también.
¿No cree usted que las empresas que exportan, al incrementar sus ventas y empezar a necesitar ampliar la producción, no lo harán? El libre mercado a pesar de ser lo macabro que es, tiene alternativas como ésta, donde colocando la inversión en el lugar y cantidad adecuados, estamos ante el escenario ideal para desarrollar, fortalecer y consolidar a nuestra incipiente y desprotegida industria nacional.
El gobierno mexicano seguramente pondrá sus esfuerzos en este ideal para depender menos de lo que venga del extranjero, aún por encima de sus propios intereses. La verdad es que hasta yo me di ternura con lo que puse, pero como mexicano abnegado, supongo que sería lo ideal.
En fin, entre sueños recuerdo alguno con Juan Gabriel ofreciendo un concierto gratuito en alguna aduana del país interpretando el tema ‘Pero Qué Necesidad’ y no olvido nunca un verso que decía:
Pero qué necesidad
Para qué tanto problema
No hay como la libertad de no importar,
De si exportar, de ir
De amar, de hacer, de hablar
De andar así sin penas…
Me despido lector, no sin agradecerte una vez más el haber prestado tu valiosa atención a lo que este furtivo escritor tiene que decir. Nos enfrentaremos letra a mirada la próxima semana como empieza a ser ya, una costumbre.