//Por: José Ricardo
Estimado y sabio lector, tu que detienes la mirada en esta -nuestra- columna, que vuelves posible cada semana al atender lo que este furtivo escritor tiene que decir, y que -debería agregar- deliberadamente preparo con la intención de -literalmente- meterme en tu retina o que minino, recortes la columna y la lleves contigo.
Elocuente lector, apenas me daba la mañana con un té sin azúcar-por eso de la diabetes (mas vale prevenir)- cuando ya estaba recibiendo la primera mala noticia del día, aunque esta vez me llamó la atención que no fuera por algo que no hice. Resultaba que Donald Trump amanecía a solo dos puntos de distancia con respecto a su rival, Hillary Clinton. Desde el descenso del Atlante nada me estremeció como aquella noticia.
Rápidamente, como mexicano ofendido, imagine un Trump presidente y a mi mente vino la imagen de un muro, una negativa (espero) (en serio) por parte del gobierno mexicano, fuga de capitales, crisis económica, muerte lenta del TLC y un inusual pero increíble aumento de población no endémica de la CDMX (deportación masiva) buscando otra oportunidad aquí (si como no).
Y es que (perdona si eres gringo) los gringos están locos. En serio. Son capaces de votar por el albino (apoco no lo parece) y volverlo su presidente, así como lo leen, y ¿porque? Es un fiel representante de los WASP y creanme, es el grupo mas poderoso que hay en EEUU. Cuando menos el mas radical. O el mas racista. Quizás el mas extremo.
Sin embargo, al estar pendientes de todo esto, poco ha sido comentada la enorme trayectoria de su contrincante, la ex senadora, ex primera dama, ex secretaria de estado, excelente político (pues) Hillary Clinton. Cuenta con un bagaje envidiable, y como lo dijera en un acto de campaña la primera dama, Michelle Obama, incluso mas que el ex presidente Clinton y el actual, Hussein Obama (gloria a Alá), lo cual la posiciona como el perfil idóneo para estar al frente de la (decreciente) hegemonía.
A estas alturas, enardecido lector, yo que había prometido no ponerle azúcar al té, ya le había puesto hasta paracetamol y prozac, azúcar con canderel y hasta miel de abeja. De todo lector, de todo. Pero esto debe continuar, así que me lo tomo acabando esta -nuestra- columna.
La señora Clinton tiene en su haber una serie de decisiones que han sido determinantes en situaciones como votar a favor de la invasión y guerra contra Irak cuando fue senadora por Nueva York, o el impopular rescate bancario durante la crisis de 2007-2008 (algo así como el FOBAPROA). Y no olvidemos la ley patriota, que aprobaba el espionaje por parte de la NSA. Así es, también es stalker.
Se trata de un político visto como parte del Establishment americano, quien beneficiándose de la desafortunada forma de ser de Trump, aparece como la candidata ideal y quien podría ser la panacea para temas delicados como la inmigración, por ejemplo, esto a raíz de su acercamiento con los latinos por la animadversión mostrada hacia estos por parte de Donald. Mentira, falso. A ella no le importa y creanme, es mas fácil que si los intereses lo indican, se muestre tan radical como su contrincante en temas de inmigración.
Y la forma en que sospechosamente se maneja la fundación Clinton, me dan la razón. O ¿acaso piensa usted, paciente lector, que la inyección millonaria por parte de una empresa petrolera colombiana no influyo en su repentino cambio de decisión sobre un acuerdo comercial entre su país y Colombia? Le doy mi dirección y venga a golpearme si cree que no. He dicho.
Afortunado lector, la verdad es que a estas alturas ya no quiero el te radioactivo, quiero cianuro o DDT. La economía mexicana deberá tomar medidas significativas sobre todo en materia de comercio con nuestro par estadounidense, el escenario, sea quien sea presidente, pinta difícil para México, quien debería aprovechar la crisis para exportar, y exportar, y exportar… y exportar, pero de eso, presunto lector cotidiano, hablaremos en la siguiente columna. Me despido no sin agradecerte y recordándote que -si quieres- -yo se que si- me podrás leer la siguiente semana para seguir cultivando ese criterio inmenso que ya posees. Buen día. A tomarnos el té.