En la columna de opinión de hoy en el New York Times se hizo una interpretación de Adam Kirsch en donde hizo un análisis y comparación entre dos acontecimientos que tienen varias décadas de diferencia. En el verano de 1964, Bob Dylan lanzó su cuarto álbum, Another Side Of Bob Dylan, que incluye la pista ‘It Ain’t Me Babe’. Ese otoño, el filósofo Jean-Paul Sartre tocó una variante de la misma melodía en una declaración pública que explica por qué, a pesar de haber sido galardonado con el Premio Nobel de Literatura, él no lo aceptó: “El escritor debe negarse a permitir que lo transformen en una institución, incluso si esto ocurre en las circunstancias más honorables”. Dylan estaba hablando a hacia un amante imaginario, como Sartre a la Academia Real de Suecia, y el mensaje fue similar: “Si me amas por lo que soy, no me hagan ser lo que no soy”.
No sabemos si Bob Dylan estaba prestando atención a Sartre hace 52 años pero ahora que ha sido galardonado con el Premio Nobel de Literatura, parece estar siguiendo los pasos de Sartre. De hecho, Dylan ha hecho algo mejor: En lugar de rechazar el premio, él simplemente se ha negado a reconocer su existencia. Él no ha emitido una declaración y tampoco ha regresado las llamadas telefónicas de la Academia Sueca.
Y los suecos, que están acostumbrados a recibir más gratitud que sus galardonados, parecen estar perdiendo la paciencia: Un miembro de la Academia ha llamado la conducta del señor Dylan como “grosero y arrogante.”
Hay una buena cantidad de justicia poética en este giro de los acontecimientos. Durante casi un cuarto de siglo, desde que Toni Morrison ganó el Nobel en 1993, el comité del Nobel actuó como si no existiera la literatura americana y ahora un estadounidense está actuando como si el comité del Nobel no existe. En 2008, el secretario permanente de la Academia, Horace Engdahl, declaró que los escritores estadounidenses “realmente no participan en el gran diálogo de la literatura y están limitados debido a su ignorancia”.
Nadie sabe lo que tiene sus intenciones, Dylan siempre ha sido difícil de interpretar, tanto como persona y como poeta, una de las razones por que la gente lo ama. Pero tal vez la mejor manera de entender su silencio es volver a Sartre, y en particular al concepto del mismo de “mala fe”.
La mala fe, Sartre explica en Being and Nothingness, es lo contrario de la autenticidad. La mala fe se hace posible debido a que un ser humano no puede ser simplemente lo realmente es, en la forma en que un tintero simplemente es un tintero. Más bien, porque somos libres, “nos hacemos a nosotros mismos lo que somos”. En un famoso pasaje, Sartre utiliza como ejemplo un camarero del café que realiza cada parte de su trabajo demasiado bien, con entusiasmo: “Él es un camarero que juega el papel de camarero”.
Esta forma de pensar es lo que solía ser llamado existencialismo, y Bob Dylan es uno de sus grandes productos. Viviendo como un completo desconocido, como una piedra rodante, está viviendo de buena fe sartreana, y gran parte de la extrañeza de la vida del señor Dylan puede entenderse como un intento desesperado por conservar esta libertad en la cara de la terrible presión de la fama.