//Por: Ruben Turok (@Ruben_Tkc)
Un hombre que requiere poca introducción. Andrés Manuel López Obrador, nació el 13 de noviembre de 1953 en el Macuspana, Tabasco. Familia de pequeños empresarios, su juventud no se caracterizó por los lujos pero tampoco por la escasez. Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por parte de la Universidad Nacional Autónoma de México. Le tomo 13 años terminar la licenciatura, principalmente por las actividades políticas y sociales en las que desde joven participó.
Iniciándose en la juventud del Partido Revolucionario Institucional (PRI) al participar en uno de sus comités estatales, cuestión que no critico dado la inviabilidad de una carrera en la política fuera del PRI en la época, rápidamente se caracterizó por formar parte de las corrientes de izquierda. Trabajó en varias asociaciones e iniciativas, en muchas ocasiones a favor de los indígenas y agricultores. Es de los primeros en unirse al Frente Democrático Nacional (el antecesor al PRD), que lideraba Cuauhtémoc Cárdenas. Más adelante en 1988 y nuevamente en 1994, pierde las elecciones a gobernador del estado de Tabasco frente a sus rivales del PRI, donde destaca en 1994 Roberto Madrazo. En la primera de muchas, denuncia fraude electoral en ambas ocasiones.
Asciende rápidamente (principalmente por su llamada marcha Éxodo por la Democracia) dentro del Partido Revolucionario Democrático, partido que encabezó como presidente de 1996 a 1999. En 1999 gana las elecciones para encabezar el gobierno del Distrito Federal en el periodo 2000 al 2006. Obteniendo un alto índice de aprobación, decide buscar la presidencia en el 2006. Como claro favorito y las encuestas mostrando poca amenaza por parte de sus contrincantes (Felipe Calderón y Roberto Madrazo), Andrés Manuel se siente ya victorioso.
Un discurso que se tornó para muchos agresivo y arrogante, su pelea pública con el presidente Vicente Fox (llamándolo chachalaca) y su negativa a asistir al primer debate presidencial, no solo hablan mucho de su derrota pero también de su persona. El 6 de julio de 2006 pierde la contienda por la presidencia y pocas semanas después con la decisión de hacer una movilización, así como su bien conocido plantón, meten en crisis al sistema político mexicano. Esta decisión para muchos le costaría las elecciones del 2012, que exista o no la “mafia del poder” a la que le adjudica su derrota del 2006, el principal motor de esta fue el propio Andrés Manuel.
Claramente de este personaje, el más simbólico de las últimas dos décadas del sistema político mexicano, se podrían escribir una secuela de libros.
Su carisma es inigualable y difícil de encontrar en la política de hoy, en un medio altamente mediatizado. Yo le he escuchado hablar en vivo, entrar a un lugar abucheado y salir aplaudido. Su voto más allá de lo que podría indicar su discurso, es de la clase media y no de la clase pobre de este país. Muchos le temen, en gran medida por la capacidad de la oposición y de los medios de hacer de Andrés Manuel un villano casi de caricatura, pero mucho del daño se lo ha causado el mismo. Únicamente tiene un periodo como gobernante con un saldo gris, donde modernizo la capital del país en muchos sentidos, pero la falta de transparencia (aún no se sabe nada del segundo piso) y abusos de poder también fueron comunes en su periodo como jefe de gobierno.
Siempre le ha dificultado perder, siempre buscando culpables externos. Es un hombre sumamente capaz e inteligente, pero cuya arrogancia y necedad siempre le restan, esto le costó varias elecciones. A su crédito, sin un verdadero antecedente para reforzarlo, se ha apropiado de la imagen de pureza y de anti-corrupción. Admitiendo que voté por él en el 2012 y lo hubiera hecho en el 2006, a todos aquellos que le temen les digo que no lo hagan. Pero también, a todos aquellos que lo ven como la “salvación” de México están igual o más equivocados que aquellos que le temen. Andrés Manuel es un líder carismático, pero que al final del día (aunque haya logrado de manera sorpresiva revertir esta imagen) es parte del mismo sistema.
AMLO depende de un panorama dividido para una posible victoria en los comicios del 2018, cosa que luce posible, pero es esa misma necedad la que le podría cavar costando nuevamente la presidencia. Si gana “el país no se irá al infierno” (tema interesante para un artículo aparte) pero tampoco será ningún tipo de solución a los problemas que nos aquejan.
Quedo abierto a sus críticas y comentarios vía Twitter.