//Por Jesse Valenciana – National Brand Activation Manager en Goose Island Beer Company
Esta es una historia de amor. Existen incontables artículos sobre la tendencia de las cervezas artesanales, con tantos números y estadísticas que te dejarán mareado. Esto se ha convertido en una competencia por descubrir cuándo, dónde y por qué comenzó la fama de las cervezas artesanales, así como quién será el primero en predecir cuándo morirá; con precisos datos segmentados y analizados, compitiendo por ser el primero en olfatear la posibilidad de dar con este momento crítico. Pero, esto no tiene nada que ver. Esta es una historia de un hombre y su admiración, mejor dicho, búsqueda, de un delicioso trago compuesto por los ingredientes básicos: agua, malta, esperanza y levadura.
En papel soy un profesional de la industria cervecera y autor de dos libros de cocina, los cuales contemplan a la cerveza y sus complejidades como prioridad, pero en la vida cotidiana, sólo soy un tipo que vive en Chicago con un flatulento Boston Terrier llamado Gus. Soy un hombre sencillo, apasionado por la música, la comida y la cerveza. Aquí es donde la historia comienza.
Fanático total de la música, estoy continuamente en la búsqueda de nuevos sonidos que digan algo especial, que muevan algo en mí o simplemente que coincidan a la perfección con los sucesos de un día determinado. Soy orgullosamente perteneciente a la Generación X, comencé mi amorío con la música en la década de los 90, con la explosión del grunge, una época emocionante que representó el inicio de una nueva era musical y ahí estaba yo, en medio de todo. Fue la invasión inglesa de mi generación, con bandas populares como Nirvana, Soundgarden y Pearl Jam fungiendo como pilares equivalentes a The Beatles, Led Zeppelin y The Rolling Stones en la década de los 60.
La música de los 90, según me dijeron los baby-boomers, no tenía nada que ver con la de los 60, pues estaba mucho más interrelacionada con un movimiento cultural, un levantamiento social, era el soundtrack de un evento mucho más grande. El grunge fue el espíritu musical de la época, como el punk a finales de los 70, o el hair metal y el synth pop en los 80. Los boomers insistían en que la música de cualquiera de las caras del Verano del Amor alimentaba la revolución de una contracultura, y que los nuevos sonidos de la era funcionaban como sountrack para dicha revolución. Sin embargo, podemos argumentar con facilidad que la música de 1960 creó nuevos caminos, y sin ella todos los demás movimientos del rock no existirían. En lugar de construir un esquema histórico para encontrar la mejor época musical, veamos los cambios bruscos en la música popular, los cuales hicieron posible el nacimiento de las diversas eras que les precedieron: el punk, el synth-pop e incluso mi amado grunge.
Mientras estoy aquí sentado, bebiendo una cerveza belga clara de Phantom Carriage, escucho Pet Sounds, de The Beach Boys y no puedo evitar pensar en los caminos paralelos entre la música y la cerveza, así como en la narrativa que rodea a cada una como movimiento. Así como la música de 1960 marcó trayectos de importantes momentos en la subcultura musical que le precedió, 1988 fue un momento revolucionario en el mundo de la cerveza. El soundtrack creado por Goose Island, Deschutes, Great Lakes y un montón de cervecerías que le dieron un giro a la ordinaria ruta popular, abriendo el camino a otros movimientos posteriores.
Podría tratarse de una simplificación llevada al extremo, si no es que una verdadera traición a sí mismo, el lamentarse por “nacer en la época equivocada”; sintiendo una punzada dentro de mí, por haberme perdido los momentos clave de dos cosas que amo tanto: la música y la cerveza. Pero este sentimiento no dura mucho; el cuándo de un descubrimiento no es necesariamente lo que define las cosas que amaremos o cuánto las amaremos, el cuándo es en realidad mucho menos importante que el hecho del descubrimiento en sí.
Así que no presencié el nacimiento de la subcultura del rock n’ roll de primera mano, sin embargo, encontré mi propio despertar dentro de un movimiento subsecuente. Fue muy parecido con la cerveza; a pesar de no haber estado ahí para contemplar lo que ahora es el movimiento de la cerveza artesanal, logré encontrar mi lugar dentro de esta comunidad en una época muy emocionante, en la cual es experimental, creativa, impulsada por la comunidad, que flota en el mismo espacio que se mueve hacia la subcultura y lo popular. Lo mismo sucedió con el grunge, y muchas eras musicales que surgieron gracias a los giros bruscos que dio originalmente la cultura popular en la década de los 60.
Tanto en la música como con la cerveza artesanal, los esfuerzos de los pioneros aseguran hoy en día una infinita variedad de estilos. No hay bueno ni malo, es cuestión de gustos, preferencias y convicción para experimentar cuando se trata de conectar profundamente con la música o con una cerveza.
“La conformidad aprisiona la libertad y es el enemigo del crecimiento.” -John F. Kennedy
Podría decirse que la cerveza artesanal está en su apogeo. Según Brewers Association, para 2015 Estados Unidos contó con 2 mil 397 cervecerías artesanales, un notable incremento en comparación con las 354 mil de 2005. De 2014 a 2015 hubo un incremento de 17.9% del total de cervecerías abiertas.
Si bien es engañoso declarar como tal una revolución a partir de un movimiento, el inicio de las cervezas artesanales en 1988 no conllevó una revolución como tal, pero fue el inicio de una. Hoy en día, estamos en la época de una cerveza artesanal renacentista, y creo que todos concordamos en que ha mejorado.
La cerveza artesanal es una muestra de arte con una gran lista de talentos en el mando, donde cada uno la interpreta y reimagina a su manera. Para cada grupo comercialmente exitoso en la década de los 70, había alguien como Black Sabbath, que le daba la espalda a todo lo comercial. En los 90, cuando las grandes agrupaciones planeaban giras en inmensos estadios, héroes silenciosos como Fugazi, Jawbreaker y At the Drive In hacían lo suyo, sin conformarse o exigiendo el éxito por medio de radiodifusoras. La cerveza artesanal funciona de una forma similar. Podemos encontrar monumentales cervecerías como Sierra Nevada, Rogue Ales y Brooklyn Brewery, que piensan en grande y difunden su marca alrededor del mundo; mientras tanto, cervecerías más modestas como DeGarde, Off Color y Wicked Weed, crean bebidas increíblemente únicas y se mantienen felices en sus mercados locales.
De las mejores partes de la cerveza artesanal son su libertad y creatividad, son como un gran lienzo en blanco que puede llenarse con cualquier cosa que se tenga en mente. Algunas personas siguen estrictamente las reglas de estilo, otros las aprovechan como un punto de inicio para abrir un universo completamente nuevo, diseñan sabores nunca antes probados que probablemente no se vuelvan a encontrar nunca. Es como rastrear un vinilo especial de tu artista favorito, encontrar esos tesoros es lo que hace a la cerveza artesanal tan emocionante y mantiene a los ávidos consumidores regresando por más.
Conforme la cerveza artesanal crece exponencialmente, la comida ha tenido su propia revolución. En el pasado no era llamativo, pero hoy en día no es raro escuchar sobre movimientos de comida local, con eventos de comida traída directa de un huerto y platillos irrepetibles en restaurantes de grandes ciudades, gastronómicamente hablando. Una buena cena es un concepto que ha sido redefinido por innovadores chefs, muchos de los cuales han introducido la cerveza a sus mesas, lugar que antes era dominado por el vino. El matrimonio entre comida y cerveza no es, entonces, algo completamente inesperado.
“Todo lo que quiero hacer es beber cerveza en el desayuno” – The Replacements.
Mi primer acercamiento a la cerveza artesanal fue hace 18 años, cuando el padre de un amigo nos invitó una “verdadera cerveza” en su pub favorito: Goose Island. Esta era la primera de su tipo, en toda la ciudad. El padre de mi amigo pidió un muestrario de cervezas y nos fue explicando los diferentes estilos y las características de cada sabor. Esa fue mi introducción oficial y a la fecha no he olvidado todo lo que aprendí ese día. Desde ese momento, siempre pienso en la cerveza que beberé antes de pedirla, ya no me conformo con lo que sea que ofrezcan como especial o popular.
15 años después, comencé a formar parte del equipo de marketing de Goose Island Beer Company. El padre de mi amigo fue uno de los primeros en saber dicha noticia dado que, en el pasado, él fue gran influencia para mi iniciación en el mundo artesanal. El día de hoy, como Manager Nacional de Activación de Marca en Goose Island Beer Company, me dedico completamente a la cerveza. Mi trabajo consiste en difundir esta cultura y contar la historia de Goose Island Beer a través de eventos interactivos en Estados Unidos y el mundo.
En los últimos tres años he visitado 50 ciudades, al menos una cervecería por ciudad y en ocasiones hasta cuatro. Desde los locales más pequeños hasta enormes instalaciones de distribución, cada experiencia es completamente nueva. Cada cervecería, cada cervecero y cada miembro del equipo tiene su propio estilo, que se expresa en la individualidad de la cultura cervecera, en la maquinaria que usan y, en definitiva, en la cerveza que hacen. De alguna u otra forma, todos forman parte de la narrativa que la envuelve.
Dedicarme a la cerveza artesanal me ha ayudado a volver realidad eventos y escenarios que sólo existían en mis sueños. Ciertamente, a la cabeza de la lista se encuentra aquel momento en el cual, orgullosamente, pude llevar la primera cerveza artesanal de Chicago a México, de donde mi padre originalmente emigró.
También ayudé a fortalecer el conocimiento de Goose Island en Canadá a través de historias sobre los modestos inicios de la cervecería, así como del compromiso de nuestro fundador, buscando ofrecer la mejor cerveza. Asimismo, tuve la suerte de encabezar eventos educativos en varios países de Asia. Todas estas experiencias me llenan más allá de lo que puedo describir, porque no trabajo para la cerveza, yo vivo para la cerveza.
“Estoy muy emocionada, no lo puedo controlar” -Britney Spears
En esta era renacentista, las nuevas cervecerías se planean y se abren con frecuencia, con colaboraciones que reúnen a las mejores mentes cerveceras y presentan un sinfín de creativos tipos. Los chefs no se quedan atrás, ellos también hacen colaboraciones que fungen como influencia e inspiración, aportando nuevos perfiles de sabor que llevan a la cerveza artesanal en direcciones desconocidas.
La mejor manera de encontrar cervezas nuevas es la misma para encontrar música nueva: salir y mirar alrededor, probar todas las variedades al alcance y compartir los hallazgos con amigos. (Si no sabes por dónde comenzar, busca en línea The Brewers Association, es una excelente fuente de referencia con información muy interesante. Si quieres profundizar sobre los estilos disponibles puedes buscar en Beer Judge Certification Program. Y si estás interesado en certificarte o adquirir conocimientos a nivel profesional, revisa lo que el programa de Cicerone tiene en su oferta educativa).