Por: Ulises Kentros (@UlisesKentros)
El mundo se sacudió el 16 de este mes al ver las imágenes de tanques en las calles es Estambul, casas volando sobre Ankara y la noticia que hubo un intento de golpe de estado en Turquía. Ni veinte días pasaron desde el letal ataque en el aeropuerto de Ataturk en Estambul (que dejó 45 muertos) y el país volvió al caos. Sin embargo, tan sorprendente como el intento, fue que tan pronto como éste comenzó, terminó, resultando en el fracaso de las (enigmáticas) fuerzas golpistas. A diez días del evento, sigue habiendo más preguntas que respuestas sobre aquello que sucedió en Turquía.
Mas, la situación política continuó desarrollándose, y el horizonte que enfrenta Turquía, y el mundo, puede cambiar profundamente tras los hechos. Con el polvo asentándose y Recep Tayyip Erdogan, el presidente turco que hubiera sido depuesto por el golpe, continuando en el poder, quizá ahora es la ocasión de ver con mayor claridad lo que ha sucedido.
Turquía ha estado en los encabezados ya múltiples veces este año. Desde el jet ruso que fue derribado por las fuerzas armadas turcas, hasta el gran trato entre la Unión Europea y Turquía al respecto de los refugiados sirios, la importancia de ese país para el arreglo internacional se constata recurrentemente. Por esa causa, el intento de golpe produce más incertidumbre acerca de cómo se desarrollará el papel de Turquía en el mundo en los meses y años siguientes. Antes de tratar el golpe, el contexto es clave.
El lugar de Turquía en el mundo, la península de Anatolia y el canal del Bósforo, ya sea como Turquía o como cualquiera otra fuerza política ocupando el mismo territorio, ha sido vital desde la antigüedad. Turquía es parte de la OTAN, la alianza militar más grande del mundo, contribuyendo la segunda mayor cantidad de personal armado a ésta (más de un millón, el primero es Estados Unidos, con dos millones).
La coyuntura también la hace un recurso crucial para la alianza; lo fue en la guerra fría y lo es ahora al respecto de la lucha contra ISIS/Daesh, y en general para resolver la larga crisis siria. Esto hace de su cooperación y contribución piezas claves para los países de Europa, como lo mostró el trato que tuvo la Unión Europa y Turquía este año. Algo que ha hecho particularmente preocupante este desarrollo es que Turquía es parte del esquema de la OTAN de compartir el arsenal nuclear de la alianza, lo que significa que desde la década de 1950 ha habido misiles estadounidenses estacionados en Incirlik, una de las bases amotinadas durante el golpe. Desde entonces, se ha argumentado que éstas no están seguras en Turquía. La posible inestabilidad del país puede poner ese arsenal, la lucha contra Daesh, el manejo de la crisis de refugiados, y más, en riesgo.
Esta no es la primera vez que sucede. De hecho, desde la fundación del estado moderno de Turquía, la relación entre las fuerzas armadas y el poder político ha sido tensa, con el primero entrando en el dominio del segundo en varias ocasiones. Desde el surgir de su república moderna, Turquía ha enfrentado cuatro golpes de estado (en 1960, 1971, 1980 y 1997), cambiando su gobierno en cada ocasión. Uno de los logros que se ha adjudicado a la administración de Erdogan es que ha podido sacar al ejército de la política, aunque cuando llegó al poder, en 2002, todavía circulaba el espectro de un golpe. La disputa entre el gobierno y el ejército varias veces ha estado orientada por el eje del conflicto entre fuerzas religiosas y conservadoras con los seculares y kemalistas (un tipo local de nacionalismo laico grosso modo), siendo los segundos desproporcionadamente representados por el ejército.
Actualmente, esto se reproduce con el partido de Erdogan, el conservador y religioso AKP (Partido de justicia y desarrollo en español) y su relación conflictiva con las fuerzas armadas. Las relaciones cívico-militares mejoraron, menciona Gonul Tol en Foreign Affairs, gracias a que Erdogan redujo el poder de los generales al respecto de las fuerzas armadas en general, como en su capacidad de injerir en la política en particular. Al mismo tiempo, les dio libertad de hacer la guerra contra el PKK (la organización kurda con quien el gobierno ha estado en guerra por años) dentro de Turquía, cosa que los militares empujaron anteriormente. Mas, en años recientes, la coyuntura política en Turquía llevó a Erdogan a ver en el ejército a un aliado político, dándole nuevo poder y capacidad de injerencia, llevando a Gonul Tol a pronosticar (¡en 2014!) un posible golpe de estado en el pronto futuro.
¿Qué ha sucedido desde el golpe? Para un gobierno que apenas sobrevivió un intento de golpe, la siguiente prioridad es doble: descubrir quién lo perpetro y tomar medidas para que no vuelva a suceder.
Quién produjo el intento es difícil saber y no hay hasta el momento evidencias contundentes para descartas todas las opciones menos una. Dos teorías predominan: una facción secular del ejército, preocupada por el giro más conservador y autoritario de Erdogan, o los así llamados “gulenistas”, un influyente grupo religioso, sufí, liderado por Fethulla Gülen. La segunda fue inmediatamente esposada por Erdogan, quien lleva un largo conflicto con Gülen y su movimiento.
Ahora, Turquía está en estado de emergencia (que ha sido comparado con el estado de emergencia de Francia). BBC ha reportado que, para el 21 de julio, han sido más de 50,000 personas afectadas por la “purga”; ante todo empleados estatales que han sido despedidos, suspendidos o de algún otro modo sancionados por el estado por la sospecha que tengan alguna simpatía por los golpistas o el movimiento de Gülen. Esto impactó desproporcionadamente al sector educativo, con 21,000 profesores cuyas licencias fueron removidas. Gülen, quien vive en exilio en Estados Unidos, se opuso al golpe, mas una petición del gobierno turco de extraditarlo a Turquía ya ha sido formalmente presentada al gobierno de su país anfitrión.
Las fuerzas armadas turcas enfrentan la posibilidad de una profunda reforma de su constitución y liderazgo. Miles de soldados y oficiales han sido arrestados o removidos de su cargo. Encima de eso, el ejército pierde el control de la gendarmería turca, compuesta por decenas de miles de miembros. A la vez, varias de las bases amotinadas durante el golpe, la de Incirlik entre ellas, apenas han vuelto al control del gobierno.
¿Qué sucederá con Turquía en el futuro? La teoría más circulada, es que el golpe beneficia a Erdogan, fortalece su posición a través de la purga, y desmembra a las organizaciones que pudieran oponerse a su gobierno. Esa es una teoría, mas el sistema electoral de Turquía no ha sido desmantelado, y la popularidad del gobierno, a pesar de haber sido defendido por la población contra los golpistas, no es tan alta (esto, independientemente de la alta popularidad de Erdogan). Observar los desarrollos de la política turca se volverá clave durante los siguientes meses.