Por: Ulises Kentros (@UlisesKentros)
Al terminar el 2015, parecía que la paz volvería a predominar en Sudán del Sur. El cese al fuego entre las fuerzas leales a Salva Kiir y a Riek Machar prometía
suspender las hostilidades entre ambos grupos y poner fin a la guerra civil del país más joven del mundo. Pero para el quinto aniversario de su independencia, Juba,
capital del país, ha visto cuatro días de combate que han traído la posibilidad que vuelva a estallar la guerra. Desde el viernes 8 hasta el momento de escribir esto, se han mencionado alrededor de 300 muertos, y 42,000 desplazados. Para el lunes 11 un nuevo cese al fuego fue proclamado, y desde entonces gobierna una tensa paz.
El temor actual es que el enfrentamiento en Juba sea el preludio a una nueva explosión de guerra civil. La guerra comenzó sólo dos años después de la independencia de Sudán del Sur. Cuando era parte de Sudán, el país también tuvo épocas de recurrentes conflictos internos, como de guerra abierta contra la parte norte de Sudán. En esa guerra, Machar y Kiir fueron ocasionales aliados como comandantes del Ejército de liberación popular de Sudán (SPLA por sus siglas en inglés), y luego ambos estarían en el gobierno el país independiente, Machar como vice presidente y Kiir como presidente. Mas, el 16 de diciembre de 2013, Kiir anunció que un intento de golpe de estado, que hubiera sido perpetrado por Machar, fue frustrado. Esa pugna por el poder luego adquirió tintes étnicos, como una herramienta de movilización política. A pesar de ello, la guerra pronto se estancó, de modo que ninguno de los dos bandos tuviera la capacidad de vencer al otro, ni de aspirar a tener un control completo del país. Aunque las metas políticas de ambos grupos parecían frustradas, la población sufrió. En el reporte anual de Amnistía Internacional se describe una obscura imagen del conflicto. Fue una guerra en la que masacres y contra-masacres fueron cometidas, cubiertas por una cultura de impunidad, como por un sistema de justicia insuficiente. En el proceso, libertades civiles, como de expresión y acceso a salud, sufrieron.
En agosto de 2015 un acuerdo de cese al fuego pareció definitivo. Ese fue el último en una larga cadena de intentos de traer paz al país; mas, cada uno fracasó por violaciones hechas por ambos grupos, y una falta de voluntad de llegar a un acuerdo de poder compartido. Por fin, éste se acordó, y Kiir y Machar gobiernan de manera compartida. El repentino colapso de la paz esta semana parece que se mantuvo en esas líneas, pero el grado de control de Kiir o Machar hacia sus respectivas milicias o grupos leales es dudoso. Hervé Ladsous, director de las operaciones de paz de la ONU, declaró que la situación se mantiene “fluida e incierta”, y que los patrones de movilización de las fuerzas encontradas no permiten descartar la posibilidad de nuevos combates.
La comunidad internacional ha injerido en el conflicto. La ONU lo ha hecho imponiendo sanciones económicas y a través de la misión local de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas, UNMISS. Su mandato ha involucrado proteger civiles, monitorear derechos humanos, preservar la paz para la entrega de ayuda humanitaria y apoyar la implementación de los acuerdos de paz. Entre otros países, el vecino Uganda ha tenido un papel más allá de la misión de paz. Durante la guerra, mandó soldados para respaldar a las fuerzas del gobierno, de Kiir. Una cantidad no conocida de tropas operó en el país durante el conflicto jugando un papel clave protegiendo la capital; se retiraron del país en octubre de 2015 como parte del acuerdo de cese al fuego. Con la nueva explosión de violencia, múltiples países mandaron soldados para evacuar a sus ciudadanos y para proteger sus embajadas. Estados Unidos lo hizo esta semana, desplegando 47 soldados para proteger a la embajada. Uganda también, mas para evacuar a cerca de 3,000 ciudadanos ugandeses en Juba.
Muchas preguntas quedan: ¿qué harán los grupos de Kiir y Machar? ¿Cómo reaccionará la comunidad internacional? ¿Cómo lo harán los países vecinos, Uganda y Sudán en especial? ¿Podrá volver la guerra civil? Sudán del Sur queda como uno de los sitios más peligrosos del mundo, y una de las guerras vigentes más crueles. Que vuelva y se mantenga la paz en ese país sería un gran éxito para este joven siglo.