Por: Victor G. García (@M0N0T0NO)
Con una mayor afluencia a comparación del día anterior, el segundo día del Festival NRMAL estuvo empapado de ecos magnetizantes, atmósferas oníricas y rimas incisivas.
Desde temprano la gente comenzó a abarrotar el Deportivo Lomas Altas para ver el show de Ela Minus, quien acogió a los primeros asistentes con un pop ligero perfecto para acompañar con una cerveza al sol del mediodía. De Colombia nos fuimos hasta Tijuana cuando Grenda, el hijo del afamado Bostich, tomó el relevo con una electrónica downtempo impregnada de toques de hip hop, una sorpresa bien recibida para quienes no conocíamos su proyecto.
Luego siguió el turno de The Body, quienes enturbiaron el ambiente todavía distendido del festival con un sludge metal noisero. No obstante, The Body tuvo que detener unos minutos su set debido a algunos problemas con el sonido. Esto no desmotivó a esta banda radicada en Portland y lograron terminar su set de manera brutal. A la par, Gnučči inauguraba el escenario amarillo demostrando que en Suecia también saben hacer un hip hop confrontante y agresivo.
Por unas cuantas de horas, la atmósfera del NRMAL se tornó completamente etérea. Mark Fell hipnotizó a la audiencia con un ambient de vanguardia mientras los tapatíos de Baltazar emanaban nostalgia en el escenario amarillo, para luego continuar con el drone experimental de Blanck Mass, quien forma parte del repertorio de la alabada disquera neoyorquina Sacred Bones. A ello se les sumo otra artista de la misma disquera, la noruega Jenny Hval, quien frecuentemente ha sido comparada con Björk, lo cual es notorio si tomamos en cuenta la presencia que tiene en el escenario.
Esta atmósfera etérea llegó a su punto culminante con la presentación del legendario artista francés Pierre Bastien, quien es famoso por crear sus propios instrumentos para crear piezas sonoras tan sutiles como impredecibles. Bastien recibió una de las ovaciones más unánimes del festival.
Ya se acercaba el plato fuerte del festival cuando Battles subió al escenario para tocar una serie de jams improvisados que sirvieron como repaso de todo su repertorio musical. Con su math-rock experimental despertaron a la audiencia del estado onírico en el que se encontraba. Battles terminó su set con un “Fuck you Donald Trump!” que arrancó aplausos a todos los presentes.
Finalmente, Slowdive pisó el escenario para dar uno de los conciertos más bellos en toda la historia del NRMAL. Uno de los pilares más consistentes del shoegaze hizo justicia de su legado y logró congregar a la gran mayoría de los asistentes al festival, al punto de hacer notar lo reducido del espacio para una banda de este talante.
Por último, Acid Mothers Temple dieron por terminada la velada con una cátedra de psicodelia frenética y visuales viajantes. Sin duda, es imposible pensar en la permanencia de este género sin la influencia de esta prolífica banda japonesa.
El Festival NRMAL cumplió un año más apostando por brindar una experiencia integral. La impecable curaduría musical permanece rompiendo el mito de que para asistir a un festival es necesario conocer a la mayoría de las bandas. Aquí la lógica sigue funcionando al revés, y eso se aprecia.