Por: Diego de la Vega
En punto de las 8:45 de la noche salió LUNICE a sorprender a la audiencia con un DJ set que inició con trap, pasando por hip-hop para terminar con algo de techno oscuro, Azaelia, Rihanna y Kanye fueron parte del repertorio de este DJ canadiense.
A las 10:15 pm se apagaron las luces y cayó el telón acompañado de gritos, aplausos y chiflidos, pues uno de los conciertos más esperados del año estaba por iniciar. Precedida por un intro como salido de la mente de Steven Klein donde hasta Mike Tyson hace su aparición. Madonna descendió al escenario en una gran jaula de acero para cantar las primeras notas de ‘Iconic’ y para enloquecer a más de 16,000 fans que con ansias esperaron a la cantante por mas de 2 horas.
Una espera que no fue en vano, pues la reina del pop, imponente y vestida en una túnica roja había arrancado con lo que sería una noche extraordinaria. Con una estética que oscilaba entre la liturgia y el samurai, siguió con ‘Bitch, I’m Madonna’, también tomada de su más reciente producción discográfica. Después tomó la guitarra eléctrica y se desplazó en medio de la inmensa pasarela en forma de cruz para continuar con la versión rock de ‘Burning Up’. El discurso religioso no se hizo esperar y la oportunidad para causar controversia llegó con ‘Devil Pray’ donde hizo una emulación de la Última Cena del pintor Leonardo Da Vinci (con fondo incluido y toda la cosa).
Monjas y dance poles fueron los elementos de ‘Holy Water’ que luego se transformó en ‘Vogue’ como nunca la habíamos escuchado. Bajos potentes y tarolas estridentes muy a la Diplo predominaron a lo largo del show.
Después del primer interludio, el escenario se convirtió en un taller mecánico para dar paso a la sección ‘Rockabilly Meets Tokyo’ donde la cantante, flanqueada por su séquito de bailarines vestidos en cuero (atuendos diseñados por Miuccia Prada) interpretó ‘Body Shop’, acompañada por las palmas del inmueble entero. Después interpretó una emotiva versión acústica de ‘True Blue’ para seguir con ‘Deeper and Deeper’, canción que puso a bailar a todos. Una escalera de caracol descendió hasta la punta de la pasarela para presentar uno de los momentos más íntimos de la noche: ‘HeartbreakCity’ y ‘Love Don’t Live Here Anymore’ fueron interpretados en medio de coros y lágrimas de los fans que estaban conmovidos por ver a la reina una vez más. Los aplausos se dejaron venir en serio cuando Madonna interpretó la canción que la llevó a la cima 30 años atrás: ‘Like a Virgin’ retumbaba por el domo de cobre con el característico sonido que acompañaba su último álbum de estudio. La cantante se paseaba y arrastraba por la inmensa pasarela iluminada de rojo para dejar claro que la edad no es obstáculo, por el contrario, es uno de sus mayores soportes y atractivos, pues a Madonna nadie le viene a a enseñar nada. “Nobody Fucks With The Queen. ¿Entiende?” dijo la cantante antes de desaparecer para dar paso al siguiente interludio que era un collage de imágenes de su época de Erótica. El escenario se tiñó de rojo y los toreros aparecieron en las pantallas: era obvio, uno de los momentos más esperados por todos había llegado. Las primeras frases de ‘Living for Love’ seguidas por un potente arreglo (que honestamente dejaba al del álbum muy por debajo).
Vestida de torero con un diseño sumamente cuidado y elaborado por una casa de costura española, Madonna bailaba al centro del escenario haciendo honor a sus tablas, tal vez más fina y distinguida que nunca, pues la señora abandonó el concepto de sus 2 giras anteriores para dar un twist más maduro y acertado. Un acto de flamenco se apropió del escenario antes de que la cantante saliera vestida de gitana para cantar ‘La Isla Bonita’ con la guitarra española. La pasarela se convirtió en una fiesta al estilo antillano donde los colores y los ritmos caribeños dieron pie al mash-up mas coreado de la noche: “Dress You Up/Into the groove/Everybody/Lucky Star” hicieron bailar a grandes y chicos por igual. El domo de Añil se había convertido en una gran fiesta.
Después, la reina del pop se tomó un largo rato para bromear con sus fans y dedicar el show a Frida Khalo diciendo “Si Frida estuviera aquí esta noche, le rendiríamos tributo toda la noche”. Volvió a tomar la guitarra acústica para cantar ‘Who’s That Girl’ y continuar con otro de los momentos más emotivos y coreados de la noche: ‘Ghosttown’. Y ahí estaba, la reina del pop, parada sobre el corazón que estaba al final de la enorme pasarela, con lagrimas en los ojos e inmersa en luz de todos los asistentes. Agradeció más de una vez a su público mexicano con voz quebradiza, pues estaba sorprendida de tanto amor y de la excelente respuesta de su público. Luego siguió la canción que da título a su más reciente álbum “Rebel Heart”.
Era momento de comenzar a aterrizar. El desenlace fue anunciado cuando el ultimo interludio llegó con ‘Illuminati’ y un acto bastante impresionante: sus bailarines parados sobre unos enormes postes se abalanzaban sobre el público haciendo acrobacias. La reina volvió a tomar el escenario vestida en lentejuelas muy a lo flapper. El art-decó se adueñó de las pantallas y alguno que otro sampleo de trompeta nos mandaba de regreso a los 20s. ‘Music’ y ‘Candy Shop’ fueron causa de alboroto. La reina seguía moviéndose con una maestría que dejaba a todos sus fans impresionados, hasta los menos devotos.
Otra de las más coreadas hizo su entrada con un excelente arreglo muy en la línea del trap ‘Material Girl’ fue de las más coreadas. Con fondo de terciopelo rojo y sentada en medio de la pasarela nuevamente, cantó aquella canción de Edith Piaf ‘La Vie en Rose’, extendiendo el micrófono para que todos cantaran con ella, haciendo una sola voz de todo el recinto. Con ‘Unapologetic Bitch’ subió a una fan al escenario y volvió a rendir tributo s Frida. Con un “Bye Bitches” se despidió de su público, para volver unos segundos después con ‘Holiday’.
Madonna es cosa seria: cuando dice algo es porque será fuerte y claro, como un statement seguro. Y eso fue lo que presenciamos en su primer concierto en la Ciudad de México. Bien dicen que Madonna no pasa de moda, y es que su característica capacidad para reinventarse en cada disco e incluso cada show son factores clave que a la diva y su equipo tienen muy bien en mente, dejándolo bien claro en la puesta, el concepto, y sobre todo en los arreglos musicales. A pesar de algunas partes en blanco y algunos altibajos en el ritmo del show, la presentación fue satisfactoria. La veterana y controversial artista nos recordó una vez más cómo se hacen las cosas y cómo se da un buen show; dejó ver que los años no han pasado en balde, pues la presencia escénica y el dominio de la señora Ciccone son ejemplo de experiencia en la industria.