Por: Juan Manuel Pairone
Vacaciones, playa y chicas. Un lugar común en el sueño idílico del verano perfecto y una materia prima fructífera como pocas en la historia del rock: de los Beach Boys a Weezer, pasando por Aerosmith y Sublime. ¿Vale la pena seguir insistiendo con el tema? ¿Acaso se puede decir algo que no se haya dicho ya?
Pareciera que no. Pero un buen día llega el argentino Franco Saglietti, quien desde el fin del mundo publica ‘Aloha’ y rompe con todos los pronósticos. La pieza sigue los lineamientos clásicos de una tonada de amor pasajero pero intenso, solo que lo hace con una frescura y una actitud que logran renovar completamente el paradigma de la canción veraniega, al menos durante cuatro minutos. Desde el inicio, el tema retoma líneas instrumentales propias de los Beatles y su amor por los años 50 y la voz de Saglietti se mece con una comodidad apabullante sobre el entramado sonoro cargado de reverberancia. Las guitarras remiten al shoegaze y al dream-pop y el bajo dibuja libremente con el apoyo casi melódico de la batería. Es el contexto perfecto para que Saglietti cante sobre una chica a la que quiere volver a ver todos los veranos.
Aunque poco importa lo que dice la letra: más allá de las palabras es la música la que pinta un paisaje. Se trata de una canción que parece haber vuelto al futuro, con una serie casi infinita de recursos que “suenan a…”, pero que puestos en el conjunto logran dar forma a una interpretación distintiva y personal. De esas que hoy, en pleno 2015, aumentan su precio en la bolsa de valores de un pop muchas veces chato y sobre-calculado.
Lo curioso es que la canción tiene una versión previa que sirve para entender el crecimiento de Saglietti y su proyecto, Francisca y Los Exploradores, uno de los registros más interesantes de esa nueva fauna del rock argentino que pretende actualizar y enriquecer el canon musical del género. La versión anterior del tema era mucho más explícita y concreta, incluso desde su título (‘Chica de la playa’). Desde esa interpretación en clave de postal caribeña, no podía desligarse del sol, la arena y los turistas; parecía destinada a vivir y morir según el flujo de la marea y quedaba hermanada con casi cualquiera de los éxitos de Onda Vaga o Jack Johnson. Pero al transformarse en ‘Aloha’, la canción no solo ha ganado un link psicodélico al paraíso hawaiano, también ha logrado hacer propio el espíritu de ese oleaje cansino que se escucha hacia el final del track.
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