30 años del Loveless de My Bloody Valentine, esa efervescencia pop-imperfecta del universo shoegaze
// Por: Rob Anaya
jue 4 noviembre, 2021
El 4 de noviembre de 1991 salió un disco considerado cumbre y que permanecerá en el olimpo del shoegaze entre todos los amantes de este género y trascendental hasta el día de hoy, se llama Loveless y es de My Bloody Valentine.
Kevin Shields fue y sigue siendo uno de los mejores guitarristas irlandeses o al menos de los más innovadores de finales de los 80 y principios de los 90, y de todo lo relacionado a su generación, pero no fue hasta que Loveless salió al mercado para irrumpir la escena con sonidos relativamente innovadores en una corriente musical que fue catalogada como shoegaze; el equilibrio perfecto entre el noise y letras pop depresivas que apelaban a la añoranza o a los sueños inconclusos de juventudes olvidadas, de juventudes invisibles ante el poder corporativo de la sociedad o de la industria.
El Loveless va más allá de cualquier etiqueta y de muchos portales, los abre, los rompe y deja su eco marcado, es de esos discos que desde los primeros segundos de una canción ya sabes de cual se trata, su esencia sigue muy viva y cinética ya sea que lo hayan escuchado hace 30 años o el día de hoy, no importa. Marcó un antes y un después en la música hecha con guitarras y efectos de pedales.
Su influencia entre notas y melodías permanece dando vida a nuevas bandas, y es que hay algo enterrado dentro de Loveless que también está enterrado dentro de nosotros, y la conexión que hacemos es algo increíblemente energética, ensoñadora.
Ningún mensaje más grande o poderoso como ese, ningún significado más grande o poderoso que ese, y pocas o muchas historias de fondo tan fascinantes como las que dibujaron los My Bloody Valentine con Loveless. Y es que quizás, haya esa efervescencia imperfecta dentro de sus canciones que encontramos nuestros propios recuerdos en cada una de ellas.
Este disco fue refugio para muchas bandas que vinieron después y una de las producciones más memorables de aquella década. El disco fue acogido por la disquera de Alan McGee: Creation Records, que perdió mucho dinero en el proceso de grabación, el mismo Alan McGee comenta:
“Recuerdo que cuando salió Nirvana estábamos haciendo Loveless y honestamente pensé que iba a ser el próximo ‘Nevermind’ y que iba a cambiarlo todo. Y, lo hizo, pero sucedió 20 años después. En realidad pensé de la misma manera que cuando salió ‘Psychocandy‘ de los Jesus And Mary Chain, que iba a ser una revolución. Grabarlo costó mucho dinero para nuestros alcances y nos dejó en la quiebra”.
La obra suprema de My Bloody Valentine, un disco que sigue siendo redescubierto cada año y que sin duda tiene su lugar ganado como uno de los discos de textura sónica en la atmósfera de las guitarras más impresionantes que se han hecho.