Tuvieron que pasar 11 años desde la publicación del primer álbum de estudio de Ólafur Arnalds para que el compositor minimalista más famoso del presente islandés pisara suelo mexicano. Este multi-instrumentista generó lo impensable para un artista de su género, al expandir su público nicho de música clásica, llenando una fecha con escuchas jóvenes dentro de un espacio del tamaño del Foro BlackBerry.
Hay algo dentro de estos nuevos exponentes de música instrumental que hace que miles los sigan, generando un fanatismo similar al de cualquier otro rockstar o boy band. Contrario a ellos, Ólafur Arnalds es un músico entrenado, uno que sigue componiendo música académica con instrumentaciones frías, repletas de elementos electrónicos sutiles, melodías a piano in-crescendo y el acompañamiento de un cuarteto de cuerdas.
Sus composiciones son tan crudas como emocionales y al igual que otros artistas mayormente instrumentales de Islandia, como Sigur Rós o Múm, sus texturas dirigen inmediatamente a aquella tierra solitaria. Es música para escuchar en soledad, que se disfruta con los ojos cerrados, y los más de 1,500 asistentes se comportaron a la altura del exponente. Tranquilo y en completo silencio, el público disfrutó al dejarse asombrar por el brillante juego de luces de la producción y las frágiles melodías, conversaciones entre los pianos y violines que significan a la sensibilidad de Ólafur. Canciones que cuentan historias, desde el pasado mitológico de Escandinavia, hasta los recuerdos del compositor tras el fallecimiento de su abuela.
“Ella me sentaba cada que iba a visitarla, me preparaba panqués y me dejaba escuchar a Chopin“, mencionó previo a la interpretación de ‘Lag Fyrir Ömmu’, una bella y suave pieza de piano que se presentó en su cuarto álbum de estudio, el personal Living Room Songs (2011) del cual también se interpretó ‘Near Light’.
De su pasado, interpretó ‘3326’ de Eulogy For Evolution (2017) y ‘Only The Winds’ de For Now I Am Winter (2013). Sin embargo, el principal objetivo de la noche fue hacerle honor a su último material, uno nostálgico sobre la cultura islandesa titulado re:member (2018), mismo que fue tocado de principio a fin ante un público emotivo; varios se limpiaron las lágrimas y otros simplemente no podían quitar la mirada de los músicos.
Tres violinistas, una chelista y un baterista lo acompañaron a lo largo de las dos horas que duró el evento. En algunas ocasiones, el compositor les dio la luz, escondiéndose entre las sombras del foro para que toda la atención estuviera sobre sus músicos, algunos de los cuales presentaron solos brillantes. Aquello y la fuerza rítmica en algunas de sus piezas, hicieron que el escenario siempre se viera coloreado por las luces. Como si se tratara una obra de teatro, los actores aparecían con su participación y desaparecían al terminarla.
Es así como a miles de kilómetros de su casa, en un país tan distinto al suyo, Ólafur Arnalds decidió recordar a sus dos mayores influencias, remarcados por esos panqués de su abuela y por el álbum de interpretaciones al padre del romanticismo musical, The Chopin Project (2015). Una noche que muchos recordarán por aquella intimidad y romance que ambas figuras ejercieron sobre el joven pianista.