Por: Fernanda Piña
Ustedes no están para saberlo, pero yo sí para contarlo (porque para eso se inventaron las crónicas), pero las dos veces que me ha tocado ver a Cut Copy en vivo han sido, por azares del destino, en días en que he estado muy cansada, francamente fatigada y al borde del colapso físico y mental. Han sido un par de fantásticos viajes astrales, por qué no decirlo.
Nunca es recomendable ir en esas condiciones a un concierto, pero si ya estás ahí, lo mejor que te puede pasar es que sea uno de la ya mencionada banda australiana. Inevitablemente vas a terminar soltando el cuerpo, olvidando el cansancio y sintiéndote en un loop infinito de luces y música (así como en la canción, bendito ingenio).
Los primeros beats que sintieron los cuerpos reunidos en el Plaza Condesa corrieron a cargo de los nacionales Mylko, que resultaron ser un warm up muy digno para la noche que nos esperaba. Unas luces monocromáticas recibieron a la agrupación comandada por Dan Whitford y permanecieron a lo largo de Need You Now. Sin embargo, los colores no tardaron en aparecer en las siete pequeñas pantallas verticales al fondo del escenario y realmente se pudo apreciar de qué trata Cut Copy, con qué se come y cómo se baila. Pocas bandas últimamente pueden decir que hicieron moverse hasta a aquel sector del público que suele estar bebiendo y platicando en la parte de atrás de cualquier venue. Sí, hasta esas almas bailaron.
Cut Copy no es una banda que interactúe mucho con su público, pues Whitford se limitó a dar las gracias en algunas ocasiones, expresar su alegría por volver a nuestro país y asegurarse de que todos se la estuvieran pasando de lujo. No faltó más. Incluso podría decir que más interacción hubiera entorpecido la fiesta.
La magia de los visuales cada vez es más importante en los conciertos, y en esta ocasión provocó sus mejores efectos durante canciones como Free Your Mind o Hearts On Fire. Si bien las luces no lo son todo en un show, en el caso de estos australianos me atrevo a decir que son, al menos, un cincuenta por ciento de la experiencia.
El setlist incluyó tanto las nuevas como las viejitas, pero evidentemente puso énfasis en su material más reciente, Haiku From Zero. El encoredevolvió al escenario a una banda que sujetaba con alegría la bandera mexicana.
Tras el paso del huracán categoría seis llamado Lights and Music, comenzamos a abandonar el Plaza Condesa con el cuerpo más relajado, la mente liberada y el deseo de hacer que esta semana siguiera valiendo la pena después de vivir un martes que dejó la vara muy alta.