//Por: Oscar Adame
//Fotos: Diogo Heber, Nacorock, Héctor Márquez y Nadia Olvera para WARP
Es extraño, pero lo primero que me vino a la mente en cuanto Björk subió al escenario fue una historia que mi padre solía contarme durante la secundaria.
En ella se hablaba de varias cosas relacionadas a la figura del emperador japonés Hirohito, quien fue líder de la isla durante la segunda guerra mundial. Entre los asuntos se incluye una fuerte aseveración de que el emperador en ese entonces tenía que ser escondido del ojo público, pues toda la cosmovisión del Japón dependía de la figura religiosa del mismo, y dejarlo salir sin una máscara sería darle una imagen con mortalidad. Cuando Estados Unidos gana la guerra el general Roosvelt pide al imperio japonés la realización de una especie de performance, con la intención de solidificar la derrota del país nipón con un acto simbólico; lo que pidió Roosvelt fue que dejaran a Hirohito salir sin ningún tipo de máscara encima. Al día siguiente sucedió el récord histórico de mayor cantidad de muertes por suicidio.
Si sigues leyendo sé que estarás sacado un poco de pedo con este resumen histórico, pero es que lo sucedido el día de ayer dentro del escenario Vans de Ceremonia es algo que me ha dejado profundamente aturdido y que vale la pena analizar desde cada uno de los puntos posibles.
Lo de Björk ayer no fue un simple concierto. Fue un performance que hace uso de una gran bagaje, hecho por gente que sabe cómo manejar cada emoción con herramientas audiovisuales, y que retoma elementos que se han ido formando desde hace milenios para sus propios intereses.
El concierto empezó a la nueva hora estipulada por la gente del festival, tras la triste necesidad de posponerlo un día por razones de seguridad, con gritos fuertes tras la entrada de los 30 músicos mexicanos que esta noche tocaron las cuerdas para Björk, quienes se colocaron a los lados del escenario formando una especie de ‘U’ invertida. ARCA, el joven productor venezolano autor de una buena parte de Vulnicura, fue el siguiente en salir y entre aplausos del público se colocó justo en medio de los instrumentistas. Björk salió vestida con una máscara que la hace parecer una polilla y cogiendo el mando del instrumento principal, el micrófono, empezó a sonar ‘Stonemilker’.
A partir de ahí el foro, que hasta hace pocos minutos era una zona caótica llena de gritos chuscos y muchas risas, se detuvo para presenciar lo que literalmente es una experiencia religiosa.
Björk, con una máscara que le quita su mortaldad, se comporta como una niña que juega por momentos y que por otros sufre… con demasía. Ella es siempre iluminada desde las alturas y es el personaje más bajo que se encuentra en el escenario. Es extraño, pero siendo que es un concierto de ella en particular, a mí me pareció que su imagen fungió un rol sí, de extrema importancia, pero no el protagonismo dentro de la presentación.
ARCA, el hombre detrás de ella, vestido con una camisa fina y luciendo un porte de director de orquesta, parecía ser el gran orquestador de todo lo que sucedía debajo de él. Con sus manos a los lados tocaba los sintetizadores y cajas de ritmos con una elegancia sin precedentes para mí, mientras veía a los lados que todo estuviera ocurriendo como se deseaba y era iluminado desde un punto de vista nadir (debajo de él). Björk parecía ser sólo una criatura más cobijada por el gran poder de este hombre, un violín más, el más lindo y el más hermoso a su disposición. No había un sólo punto de vista al cual corriera Björk en el cual ARCA no pudiera verse detrás de ella, siguiéndola con la mirada.
Las cuerdas se agitaban más y más mientras los beats, como feroces criaturas, devoraban poco a poco el sonido esparcido por ellas durante ‘Lionsong’ y ‘Come To Me’. Era intrusivo y un poco molesto, pero en el mismo discurso de las canciones, de desamor, se llegan a sentir esas sensaciones. Ambas fueron constantes dentro de la presentación de Björk.
Fue hasta que llegó ‘Jóga’ cuando el espectáculo empezó a tomar un discurso un tanto más amigable, menos contemplativo, gracias al hermosísimo y ya clásico coro que la canción se carga. Sin embargo la ceremonia siguió a través de este y muchos otros hits sin cambiar ni un poco su imagen y densidad emocional.
‘Unravel’ y ‘Quicksand’ mostraron el lado más contento y juguetón de la pequeña Björk, mientras que ‘You’ve Been Flirting Again’ e ‘Isobel’ (de Post) mostraron un lado un tanto más sórdido, se mostraba aterrada rogando por ayuda mientras ARCA orquestaba su terror a su alrededor y las pantallas nos mostraban videos cada vez más densos, llenos de terror y de una lucha constante con el mismo yo de la soprano islandesa.
‘Bachelorette’ fue una delicia con la orquesta de cuerdas. Todos en perfecta sincronía empezaban a imitar los extraños movimientos eufóricos, con espasmos, de Björk y de ARCA. Todos en unión, se movían como si se trataran de los títeres al mando de la canción que siguiera.
‘5 Years’, ‘Wanderlust’, ‘Notget’. ‘Mouh Mantra’, ‘Mutual Core’, ‘Hyperballad’ e ‘History Of Touches’ siguieron con el performance hasta la salida de todos los músicos, de Björk y de ARCA en lo que a mí me pareció un concierto con una carga de significados que en resumen trata de delimitar la importancia de estas figuras ‘religiosas’ o ‘públicas’ al presentarse de una forma tan extremista como el montar una ceremonia religiosa con obvias figuras religiosas dentro del escenario.
Siendo Björk esta mujer tan ‘endiosada’ por la industria de la música resulta apabullante verla siendo tan inocente y pura. Fue un baile a la mortaldad mientras ella vestía como alguien que no puede morir, de ahí la importancia de la máscara.
Los externos a Björk parecían ser una representación de la lucha entre el bien y el mal que se vive dentro de cada uno de nosotros y dentro de nuestro entorno. La figura de ARCA, el padre, con sus intrusivos beats, artificiosos, odiosos y fuertes; y la orquesta, los seguidores, con sus largas notas tan lindas y sintéticas, luchaban por la mayor atención posible mientras Björk gritaba en el centro.
A un nivel emocional no tengo palabras para expresar lo ocurrido ayer dentro de esta presentación. Estoy apabullado, Björk y todos los involucrados me han tocado en lo más profundo de formas en las cuales nunca esperé que un concierto me pudiera tocar. Fue tan inmersivo como extraordinario.
El resto del festival transcurrió con un sobresaliente éxito, tras la cancelación del día de ayer. A las 2 y cuarto ya había sujetos con 4 vasos de cerveza terminadas viendo a quienes fueron una de las más grandes sorpresas de la tarde: Tayrell. Un dúo mexiquense de música electrónica que con sus beats suaves evidentemente influidos por el french-house, atiborraron la carpa roswell. ¿El mejor momento?, un remix precioso a ‘Move Your Feet’ de Junior Senior.
James Blake hacía lo mismo, atiborrar de gente, en el Escenario Corona, como era de esperarse, siendo su acto de apertura en un lindo set que incluyó a muchas de las canciones de su último disco de estudio, pero que también agregó a clásicos como ‘Overgrown’ y ‘ Limit To Your Love’, las cuales la gente amo y canto a todo pulmón.
Sotomayor tomó de sorpresa a muchos que se dirigían a comer a los distintos foodtrucks del campo del festival, pues sus tambores no dejaban que retumbar y la fiesta pronto tuvo que comenzar. A los que todavía no se decidían a mover las caderas, un cover a Natalia Lafourcade y el agregado de un chico de Torreblanca, terminó por convencer a cada alma que se encontraba dentro del Foro Pegaso.
Mija, dentro del Camp Roswell, mantuvo a todos en pleno baile con un set espectacular que incluía unos visuales basante vistosos llenos de los emojis que utilizas día y noche en el WhatsApp.
La Banda Bastón tuvo a invitados de lujo, dentro de los cuales se encontraba Denise Gutierrez, y un público entregado.
Tristemente Snakehips y Majid Jordan no fueron más que una experiencia de espera para la llegada de Björk al escenario principal de la edición de este año de CEREMONIA. Sin embargo las risas, el ambiente, los gritos y las cervezas no pararon en esas 4 horas. Fue una fiestototota al ritmo de los sampleos generados por los irónicamente llamados por el público ‘serpientes caderas’ y el canto melodramático de los Majid Jordan, quienes hay que decirlo tenían a un público ansioso de verlos, pero muy limitado.
Al final el Festival Ceremonia se realizó con un gran éxito otorgando presentaciones divertidas, DJ sets que se convirtieron en grandes fiestas, un parrandón enorme a la espera por Björk y uno de los performances más espectaculares del año con la presentación de esta última.