Todo mundo podrá decirte, describirte e incluso advertirte de lo que conlleva asistir a Lollapalooza en caso de ser tu primera vez. Te dirán que es un lugar enorme, que la cantidad de gente es impresionante, que el clima es de lo más impredecible y que, aún cuando te lo estén diciendo, no lo puedes imaginar… Tienen razón.
La ciudad de Chicago, en sí misma, deja impávido a cualquier nuevo visitante, pero Lollapalooza provoca una sensación de incredulidad desde el momento en que se camina hacia Grant Park, su casa, pues se comienza a ver un desfile interminable de shorts, gafas de sol y playeras ligeras (si no es que torsos desnudos), que se dirigen a uno de los encuentros musicales más importantes del mundo, por su historia, longevidad, aforo y capacidad.
De ese modo inició esta historia: El primer día de la edición 2013 de Lollapalooza. A partir de las 11:30 horas iniciaron las actividades, mismas que irían ocurriendo a lo largo de ocho escenarios, unos muy cercanos a otros y algunos más en puntos opuestos del parque, lo que representa caminatas de 10 minutos (mínimo).
Deap Vally subió al Petrillo y de inmediato se apoderó de él, con esa potencia y feminidad que ha colocado a sus integrantes, Lindsey Troy y Julie Edwards, en la vista de miles de personas como un proyecto prometedor, más aún con la salida de su álbum “Sistrionix”. Y aunque el aforo que lograron fue considerable, muchos otros decidieron dejarse llevar por el electro pop mezclado con algo de indie de Icona Pop, otro par de mujeres talentosas que pusieron a brincar a los reunidos frente al escenario Lake Shore. ‘Nights Like This’, ‘Manners’ y canciones que presentaron como nuevas fueron bien recibidas por el público, pero aquella que hizo vibrar el lugar con saltos colectivos fue ‘I Love It’, tema con el que decidieron despedirse del público.
Justo en ese momento inició una lluvia que puso a temblar a más de una persona –incluida esta que escribe– debido al pronóstico de tormenta eléctrica del sistema meteorológico. Pero como en Chicago todo es sorpresas al final nada ocurrió, con sólo una precipitación de cinco minutos y un clima maravilloso. Esto no quitó que se formaran zonas lodosas, por lo que no fue raro ver asistentes descalzos y personas embarradas hasta en la cara.
A esas alturas del día era momento de recibir a Jessie Ware, quien lució sumamente contenta en el Petrillo pese a la poca recepción que tuvo. Eso no impidió que saltará de un lado a otro del escenario e incluso bajara de él, para tener mayor contacto con sus fans y cantar junto a ellos. El mismo caso fue el de Father John Misty, quien tuvo bastante interacción con el público aunque no al punto de dejar el entablado. Sin embargo, su personalidad y carisma lo llevaron a tener un show exitoso en el que los aplausos no se dejaron esperar.
Mientras Joshua Tillman –nombre real de Misty– daba por terminada su presentación, otra banda querida llegaba pero, en este caso, al escenario Bud Light. Se trataba de Band Of Horses, que subió y desde el primer minuto hizo sentir su calidad como músicos y como banda. ‘Knock Knock’, ‘Islands On The Coast’ y ‘No One’s Gonna Love You’ fueron algunas de las que tocaron, sin dejar de lado su muestra de respeto al recién fallecido JJ Cale, a través de su cover a ’13 Days’.
Con una gama amplia de ritmos dentro de su música, Theophilus London se presentó en el escenario The Grove, haciendo saltar al respetable y calentando el ambiente para lo que vendría: la llegada de la dupla inglesa conformada por los hermanos Lawrence, Disclosure. Buena actitud, visuales discretos pero dinámicos y un exitoso álbum debut fueron suficientes para que se echaran a la bolsa la aceptación, con aplausos y baile que reflejó perfectamente el gran momento por el que atraviesan; ‘F For You’ y ‘White Noise’ fueron grandes momentos, con ambos músicos expresando lo felices que estaban de formar parte de Lollapalooza.
Pero eso era sólo el comienzo de un cierre épico, memorable, pues el día alcanzaba las 18:15 horas y todos estaban listos para ver, principalmente, a Queens Of The Stone Age, New Order, Nine Inch Nails y The Killers. Porque si bien es cierto que en escenarios de tamaño menor aún faltaban nombres como el de Frightened Rabbit y Flux Pavilion, es también cierto que no se comparan con los mounstros en que los que se han convertido los primeros, sea por trayectoria, calidad indiscutible o el boom por el que algunas bandas se sostienen (relacionen sujetos y calificativos como mejor les parezca).
Antes de esto vale la pena mencionar la situación con Lana Del Rey que, si bien se encargó de cerrar el escenario The Grove, no puede medirse con los nombres antes dichos. Con un éxito considerable y buen número de personas reunidas para verla –el más alto de dicho stage en todo el día–, Del Rey cuenta con un solo disco que ni siquiera fue bien recibido por la crítica, por lo que es un tanto incomprensible que haya sido destinada para cerrar un escenario, por muy pequeño que éste sea. Aún así el público manda y, como bien decíamos, la cantante aglomeró gran cantidad de espectadores y explotó ese aire de sensualidad que la caracteriza, con interpretaciones cumplidoras aunque con periodos de aburrimiento entre canción y canción, lo que refuerza el desconcierto de su show. En fin, sin hacer más crítica al respecto, Grant cumplió, con tracks como ‘Body Electric’, ‘National Anthem’.
Así pues, el escenario Bud Light recibió a Josh Homme y compañía con gran emoción de aquellos que los esperaban desde una hora antes, pues no faltó aquel que se quedó todo el tiempo desde la salida de Band Of Horses. En su recorrido musical, Queens Of The Stone Age llevó a la audiencia de “Songs For The Deaf” a “… Like Clockwork”, pasando por “Era Vulgaris” y un camino andado que coloca a la banda como un must en la lista de actos en vivo de cualquiera que se precie de escuchar música de calidad. Interpretaciones y ejecuciones impecables fue lo que se vivió durante más de una hora en uno de los extremos de Grant Park, con canciones como ‘No One Knows’, ‘My God Is The Sun’, ‘The Vampyre Of Time And Memory’, ‘Little Sister’ y ‘Go With The Flow’ junto con ‘A Song For The Dead’ para la parte del encore.
Al mismo tiempo y casi con la misma duración sobre el escenario es que pudo verse a New Order, banda que está más allá del bien y del mal y que siempre cumplirá, sea lo que sea que presente en vivo. Fue así que sus integrantes decidieron ejecutaron canciones de su repertorio particular –como ‘True Faith’ y ‘Blue Monday’– pero también de su historia con Joy Division, con cortes infaltables como ‘Atmosphere’ y, claro, ‘Love Will Tear Us Apart’, con imágenes de Ian Curtis entre los visuales que hicieron aún más entrañable el momento. El excesivo lodo formado frente al Red Bull Sound Select pudiera haber hecho incómodo el espectáculo, pero, por el contrario, sólo lo hizo más disfrutable, con grupos de amigos que bailaban al compás de la música.
De regreso al Bud Light, con los pies deshechos por las caminatas del día, era momento de ver a Nine Inch Nails y su regreso a Lollapalooza, algo prometedor por el simple hecho y a sabiendas del espectáculo especial creado por la banda para sus participaciones en festivales. Y sí, las recomendaciones infinitas de los seguidores de Reznor y compañía resultaron más que verídicas, pues se trata de un evento imperdible, lleno de energía, catatónico, extremo, en el que puede pasarte todo menos quedarte ensimismado y ajeno a lo que ocurre en escena.
Pero no fueron sólo los tremendos visuales con los que hipnotizaron a los presentes por casi dos horas, también fue la pasión interminable con la que el frontman de la banda interpreta su música, esa que se transmite y, te guste o no, no puedes dejar de aplaudir. No hay nada que se agradezca más que un show con entrega y pasión, y si a eso le agregas composiciones que han marcado a generaciones y a la música misma, entonces tienes a un headliner que no hace mas que engrandecer cualquier lineup del que forme parte. Algunas de las canciones que tocaron fueron ‘Came Back Haunted’, ‘Piggy’, ‘Gave Up’, ‘What If We Could?’ y ‘Hurt’, con la que se despidieron de Chicago.
Con el mismo periodo de tiempo, The Killers emocionaba a su público en el Red Bull Sound Select. Su setlist estuvo integrado por éxitos que los han colocado como grandes favoritos de generaciones actuales, por lo que ‘Mr. Brightside’ fue la canción que inició con su show, seguida de ‘Spaceman’ y, cuatro cortes después, una bonita sorpresa: Bernard Sumner, de New Order, como invitado para interpretar ‘Shadowplay’, original de Joy Division. ‘Somebody Told Me’ fue otro de los momentos más altos, con el público entonando la canción al unísono de Flowers.
Algunos temas después, contentos y agradecidos por la acogida, la banda interpretó su versión de ‘My Kind Of Town’, de Frank Sinatra, dedicada a la hermosa ciudad de Chicago. Nada hacía falta, todo había sido perfecto, y para cerrar el escenario y la noche misma, The Killers tocó ‘When You Were Young’, haciendo que varios corrieran para alcanzar a escuchar al menos su parte final.
Todo eso ocurrió tan sólo en el primer día de Lollapalooza 2013. WARP continúa en Chicago, para seguir contando todo lo que pase en este impresionante festival.
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Con un sol resplandeciente y un cielo despejado, Chicago se preparaba para celebrar el segundo día de Lollapalooza, con un lineup prometedor que desde el inicio de actividades puso los ingredientes necesarios para que fuera un día memorable.
Fue así que el escenario The Grove dio la bienvenida, alrededor de las 13:00 horas, a Pujol, banda liderada por Daniel Pujol que no logró demasiado aforo –debido también al horario en el que tocó– pero sí consiguió buena respuesta del público que se dio cita en dicha área de Grant Park, pues su ejecución fue impecable, con piezas de su álbum debut “UNITED STATES OF BEING”.
Desde esa hora, al caminar por las avenidas y el parque mismo ya era considerablemente alto el número de asistentes, todos listos con ropa ligera –como es costumbre en buena parte de los festivales de este país– y con toda la intención de divertirse. Algo que ocurre con el público estadounidense es la facilidad que tienen para gritar por cuanta cosa sea posible, sea por haberse encontrado a un amigo, porque se les perdió algún otro, porque ya está tocando su banda favorita o porque es el único tono que conocen, ya estando pasados de copas. Lo mismo para bailar y relacionarse, pues no es difícil ver a chicas contoneándose y saltando de un lugar a otro o que, al ir caminando entre la multitud, alguien se te acerque de la nada a querer bailar contigo o tan sólo a estrechar tu mano… sería maravilloso que en México –al menos– se nos quitara lo pudorosos en ese sentido.
Como sea era momento de ver a Ben Howard en el escenario Red Bull Sound Select y… ¿a St. Lucia en The Grove? No. Debido a una modificación en la alineación de este último escenario, luego haber sido anunciada la cancelación de Death Grips, quienes “decidieron no aparecer en Lolla”, según informaron los organizadores (su aftershow del viernes tampoco ocurrió, por cierto), dicho proyecto tuvo que aparecer más tarde, dejando su lugar a Family Of The Year, mientras que Howard endulzaba los oídos de miles con su excelente folk inglés.
Para Howard, con todo el talento interpretativo y de composición que posee, no fue difícil envolver a la audiencia en su música, pues desde que pisó el escenario cada asistente prestó atención y se desvivió en aplausos para el artista; hasta ese momento, el público más nutrido del festival. Canciones de su disco debut “Every Kingdom” lograron llamar a más y más personas, además de algunos tracks extra a formar parte de su próxima producción, entre ellos ‘I Forget Where We Were’. Un gran, gran momento fue el que vivió el cantautor en Chicago.
Ahora sí, era momento de ver a St. Lucia, a.k.a. Jean-Philip Grobler, que con un discreto pero eficiente juego de luces y su muy gustado synth pop ofreció una buena presentación, aunque con un ligero retraso con base en el horario programado. Eso, al final, quedó compensado con el divertido momento que regaló a los asistentes, quienes disfrutaron de principio a fin de la potente ejecución de canciones como ‘We Got It Wrong’, su nuevo sencillo ‘Elevate’ y ‘All Eyes On You’.
Poco antes de que St. Lucia dejara The Grove, Local Natives llegó al Red Bull Sound Select con su “Hummingbird” bajo el brazo, sin olvidar su disco debut, “Gorilla Manor”. Como era de esperarse, la banda californiana no dejó a desear y continuó con el buen ritmo que llevaba el festival, haciendo un recorrido por su carrera.
Uno de los momentos cumbre de su show fue al interpretar ‘Airplanes’, en la que todo el publicó se encargó de corear y aplaudir al unísono con la banda, quien agradeció por el cariño mostrado. Casi a la mitad de dicho show, los organizadores del festival dieron a conocer la aparición de Perry Farrell –fundador de Lollapalooza– en el escenario Kidzapalooza, un hermoso espacio dedicado a los niños en el que el músico se encargó de presentar a Shawn White & Bad Things, además de tocar un poco con ellos, frente a varios pequeños que ocuparon la zona frontal al escenario; un gran recuerdo de infancia.
Y como la música no podía detenerse, Foals llegó al Petrillo para incendiar el lugar con enérgicas ejecuciones. Aunque sin duda no tuvo el alcance que momentos antes logró Ellie Goulding en el Bud Light –impresionante, por cierto– los originarios de Oxford hicieron valer la buena fama con la que cuentan sus shows en vivo, haciendo del atardecer en Grant Park un hecho aún más agradable.
Los rayos caían cada vez más débiles y pintaban el paisaje de naranja, lo que, unido a la música de Yannis Philippakis y compañía, hizo del momento algo memorable. Incluso el frontman de la banda decidió lanzarse hacia los asistentes en un momento de extrema fascinación, entre guitarrasos y energía pura que iban del escenario hacia fuera y de regreso. ‘My Number’, ‘Two Steps, Twice’, ‘Providence’ y ‘Blue Blood’ formaron parte del setlist de la tarde.
A la par de ese momento, The National también engalanaba las actividades en el escenario Red Bull Sound Select, promocionando su más reciente disco, titulado “Trouble Will Find Me”, y aprovechando las posibilidades de alcance que un evento tan importante como Lollapalooza ofrece.
Este show pudo ser visto por millones de personas alrededor del mundo, además de los presentes en el lugar, y el simple hecho no es fortuito, pues se trata de una banda prolífica que ha logrado colocarse fuerte en la escena. Con la hipnotizante voz de Matt Berninger el público no pudo mas que rendirse ante interpretaciones de tracks como ‘I Should Live In Salt’, ‘Bloodbuzz Ohio’ y ‘Abel’, con esa facilidad de llevarnos de la tranquilidad a la exaltación de las guitarras y la batería que esta agrupación tiene.
Nuevamente a moverse al otro extremo del parque, pues uno de los nuevos talentos del hip hop californiano subía al escenario Bud Light para poner en movimiento a tantos brazos como fuera posible, ese arriba abajo tan típico en este tipo de presentaciones. Y así fue que con su sola presencia, Kendrick Lamar puso a todos a moverse, a sentirse un poco negros –una disculpa a aquellos a los que incomode el calificativo, porque nunca faltan– y a rapear en su estilo particular. El artista no se cansó de exhortar al público a que formara parte del show, lo que creó una especie de unidad que no hizo sino llamar a más gente. Su debut en Interscope Records, “good kid, m.A.A.d city”, sonó fuerte durante la hora que le fue asignada, además de otros extractos de glorias pasadas. Gran tarde para Lamar.
Siempre hay más opciones en Lolla, por lo que California volvió a hacer acto de presencia pero ahora de la mano de las chicas de HAIM, quienes se adueñaron de The Grove en un área cercana al Bud Light. Feliz, sumamente contenta estuvo la banda, con un tanto de incredulidad por estar sobre un escenario de Lollapalooza y ya no como espectadoras.
Su interacción con los asistentes fue considerable, totalmente alejado de un simple saludo o un agradecimiento corto; al parecer, la plática también es lo suyo. ‘Better Off’ y ‘Forever’ formaron parte de su set, a la vez que compartían tener listo su álbum debut y preguntában a un chico subido en lo alto de un árbol cómo carajos llegó hasta ahí. Potente show el de HAIM, lo que mantiene la expectación de ver qué es lo que ofrecerán en su esperada nueva producción.
Y así, sin siquiera darnos cuenta del todo, la noche había caído en Chicago con sólo dos bandas restantes: The Postal Service y Mumford & Sons, ambas de historia breve pero llegadas de temporalidades diferentes. Aunque era previsible la cantidad de gente que lograría cada agrupación, fue impactante ver la cantidad de personas que se dieron cita frente al Red Bull Sound Select, miles y miles de asistentes, cientos que seguían llegando, corriendo, para ver a los autores del aclamado “Babel”. Caso distinto el de Ben Gibbard y Jimmy Tamborello, quienes tuvieron mucha menos concurrencia. Pero vayamos por partes…
The Postal Service, una banda querida y añorada por muchos años en la industria musical, volvió este año para revivir éxitos añejos y ofrecer su álbum “Give Up” en Lollapalooza, un show que de acuerdo con el propio Gibbard se trató del penúltimo de su gira de reencuentro, pues luego del aftershow de esta noche en Metro, la banda no volverá a tocar. Con ese dato en mente, la presentación de la banda fue más entrañable para el reducido número de espectadores que pudimos estar ahí.
Sin embargo, ese pequeño dato no importó a la banda que de inmediato demostró lo contentos que estaban, con una sonrisa casi imborrable en sus rostros y una ejecución cuasi perfecta. Extremadamente complacido de la respuesta, Ben agradeció en nombre de la banda el haberlos elegido a ellos de entre los shows programados para esa hora: “Gracias por venir a vernos, sabemos que también están grandes músicos como Azealia Banks y Mumford & Sons, así que gracias por venir”, fueron sus palabras, visiblemente conmovido.
No era nada difícil deducir qué canciones formarían parte de la noche de The Postal Service, pero ir descubriendo el orden y escuchar los primeros acordes de cada canción siempre provocó gritos de sorpresa, de emoción, con títulos como ‘We Will Become Silhouettes’, ‘Be Still My Heart’, ‘Such Great Heights’ y, claro, ‘Brand New Colony’, con la que cerraron, invitando a la gente a cantar, junto con ellos, “Everything will change…”, cuasi como despedida de este regreso de la banda que satisfizo todo este tiempo de espera.
Si The Postal Service no logró gran cantidad de público, ¿en dónde estaba esa masa de gente que deambulo durante el día por el festival? Sí, eran las 20:20 horas y fue en ese momento en que un grito colectivo se escuchó en Gran Park, cuando Ben Lovett, Marcus Mumford, Winston Marshall y Ted Dwane subieron al Red Bull Sound Select y la gente, contenida hasta el momento, dejó salir la emoción de ver a Mumford & Sons en dicho escenario. Sin duda, esta presentación pasará a la historia del festival como una de las más exitosas, pues con 18 canciones la banda inglesa extasió al publico y viceversa, pues no ocultaron lo conmocionados que estaban con la respuesta obtenida.
‘Babel’, ‘Little Lion Man’, ‘Whispers in the Dark’, ‘Winter Winds’, ‘Holland Road’, una a una fueron sonando, con un encore que incluyó el cover a ‘I’m On Fire’, de Bruce Springsteen, definida por la banda como “la canción más silenciosa que escucharán este fin de semana”. El coro multitudinario en el cierre del show fue estremecedor, lo que se vio llevado al extremo de la euforia con los fuegos artificiales que sucedieron el momento.
Más actos imprescindibles están por ocurrir en Lollapalooza, por lo que saldremos hacia Grant Park ansiosos por vivirlos y, poco después, compartirlos con ustedes.
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Cuando un festival cumple con puntos básicos como la buena organización, asistentes dispuestos a pasar un gran fin de semana y música de calidad, entonces el último día de actividades se resiente más por el simple hecho de significar la despedida y el fin de una cuasi efímera relación. Quizá por eso también se vuelve justificable la necesidad de disfrutar más y ver a cuanta banda sea posible aunque, aceptémoslo, la extensión territorial de Lollapalooza lo hace un tanto complicado.
Pero ni la extensión de Grant Park pudo detener el entusiasmo de este domingo, pues desde temprano inició el arribo de cientos de personas, moviéndose cual hormigas a los diferentes escenarios y espacios. Porque no todo era música al pie del Red Bull Sound Select o Petrillo, familias completas, personas con la poca energía que deja el correr de los años o jóvenes simplemente necesitados de un espacio donde comer, se reunían al pie de árboles, en zonas de comida con bancas de madera e incluso en zonas con cómodas sillas de mimbre, con transmisión de lo que ocurría en los escenarios completamente en vivo.
Quienes sí recorrimos el parque completo, en más de una ocasión, disfrutamos de mucha música, entre ella la ofrecida por Wild Belle, a partir de las 13:30 horas, en el escenario Lake Shore. La dupla conformada por Elliot y Natalie Bergman consiguió aglomerar a mucha gente con temas de su recién lanzado “Isles”, que fueron del reggae al soul, pasando por el indie pop, una mezcla bien nivelada que hizo pasar el mejor momento como inicio del día. Como cada una de las bandas que formaron parte de esta edición, Natalie agradeció los aplausos tras cada interpretación, los cuales no fueron fortuitos, pues Wild Belle lo hizo sumamente bien, con la voz de ella a la Nancy Sinatra y la ejecución instrumental de él, especialmente del saxo barítono. Gran inclusión en este lineup.
Con quince minutos de diferencia en el inicio de su presentación, respecto a lo hecho por Wild Belle, el cantautor inglés Jake Bugg demostró el talento que posee sobre el Petrillo. Y es que en ocasiones no se trata de ser magistrales en un instrumento, en ocasiones se trata de la voz expresando sentires. Eso es lo que hace Jacob Kennedy –nombre real del músico–, interpretar, tomar su guitarra y hablar de situaciones y sentimientos compartidos con una multitud que se ve reflejada y que ama ese estilo folk con el que cuenta su música. ‘Fire’, ‘Broken’, ‘Trouble Town’, ‘Two Fingers’ y un cover a Neil Youg con ‘My My Hey Hey (Out Of The Blue)’ fueron acompañadas con coros, palmas o contoneos cadenciosos al ritmo de la música. Excelente debut de Jake Bugg en Lollapalooza.
Cabe destacar que este día de festival también nos trató de la mejor manera, con un sol radiante y con una temperatura, aunque calurosa, disfrutable, pues fue acompañada por viento fresco que hacía más llevaderos los trayectos; nada de tormentas, sólo una ligera llovizna al caer la tarde. Pero eso sería después, porque con el clima delicioso fue como MS MR subió a The Groove, siendo un proyecto joven que saludó a la audiencia que ya los esperaba desde varios minutos antes. Su disco debut, “Secondhand Rapture”, fue el protagonista, con cortes que pusieron a bailar al respetable al tiempo que éste halagaba la belleza de MS (Lizzy Plapinger). ‘Hurricane’ y ‘Think Of You’ formaron parte del listado de canciones de su show, con el tiempo suficiente para dejar su huella este domingo.
Y justo a la mitad del día llegaban los platos fuertes, esos nombres que ya cuentan con prestigio sobrado y que ocupan un lugar importante, ya sea en la escena actual o en la historia de la música.
El primero de ellos fue Two Door Cinema Club, con Alex Trimble elegantemente vestido y con copa en mano, limitándose a saludar para dar inicio a un show potente, lleno de exitosos temas como ‘Undercover Martyn’, ‘Something Good Can Work’, ‘Cigarettes In The Theatre’ y ‘What You Know’, con la que dijeron adiós al efusivo público del escenario Bud Light. Esta no es la primera vez que la banda se presenta en Lolla, por lo que agradecieron el estar de regreso con tan tremenda acogida.
Un poco encimados en tiempos con TDCC, el cuarteto inglés Alt-J tomó el escenario Lake Shore en medio de aplausos, con discretas sonrisas que revelaron el gusto que les causó estar ahí, ante tan lindo público. Así fue que, acto seguido, Joe Newman, Gwil Sainsbury, Thom Green y Gus Unger-Hamilton interpretaron el tema abridor de su excelente álbum “An Awesome Wave”, para después dar muestra de su bien acoplada voz con el segundo track del mencionado disco, ‘(Ripe & Ruin)’.
Es impresionante lo bien que sonó la banda oriunda de Leeds, un show que en su próxima visita a México seguramente dejará encantados a los asistentes, pues más allá de la carencia de elementos visuales atractivos, se trata de un proyecto que apoya su acto en vivo en su música, algo sobrio que encanta por el producto central que motiva a la gente al asistir a un concierto: la música. ‘Dissolve Me’ fue uno de los tantos momentos de brillo, una hora completa en la que cautivaron a todos.
Pero mientras unos disfrutaban del acto tranquilo y con ambientes musicales sicodélicos de Alt-J, otros decidieron dirigirse al Petrillo, donde The Vaccines arribaría con el poderío que se le conoce. Bastó verlos pisar el escenario para que todo el público estallara en gritos e iniciaran a moverse, agitados, con los tintes punk de esta querida agrupación.
Algo que se agradece y se contagia es la energía desbordante de un músico, no sólo a través de sus canciones, sino también de su ejecución instrumental, de su interpretación, de sus gestos, de su convulsivo mover, y eso es algo que The Vaccines sabe ofrecer muy bien, con un Justin Hayward-Young elocuente, un Árni Árnason preciso y con cada integrante al cien por ciento, tocando como debe hacerse en un festival, dándolo todo de principio a fin. Qué buen momento fue ‘Ghost Town’, ‘Wetsuit’ y ‘Nørgaard’. Imborrables recuerdos dejan en Lolla.
Inmediatamente después de que The Vaccines dejó el escenario, era el momento preciso para dar la vuelta y correr justo al área de enfrente, donde se ubicó el escenario Bud Light, para ver el inicio de Vampire Weekend, que arrancó su set recordando su placa anterior, “Contra”, con la divertida ‘Cousins’; mejor elección no pudieron hacer, pues fue rememorar ese disco que los catapultó a través de saltos, baile, emoción total. Lo que presentó la banda no fue más que un compilado musical de toda su carrera –incluida su más reciente producción– mediante cortes como ‘Diane Young’, ‘Step’, ‘Ya Hey’ y más.
Si algo tienen estos músicos es carisma, por lo que bastaba una sonrisa de Ezra Koenig para que todos se desvivieran en aplausos. Si se intenta buscar qué show fue el más divertido del día, Vampire Weekend compite fuerte, pues era bastante fácil girar 360 grados, desde donde se estuviera, y ver un mínimo de tres grupos de amigos bailando al ritmo que marcaban estos neoyorkinos, eso, nos guste o no la música que suena en ese momento, siempre causa una sonrisa en cualquiera que lo presencie.
Como decíamos, por variedad no se detuvo Lollapalooza, por lo que Lake Shore tuvo el gusto de recibir a Beach House y su dream pop a lo largo de 60 minutos. Si bien la respuesta no tuvo punto de comparación con lo logrado por The Lumineers un día anterior, a esa misma hora como cierre del escenario, pudo verse a la audiencia gustosa de su trabajo, disfrutando de un momento de tranquilidad en medio del bombardeo auditivo que en momentos puede convertirse el ambiente; no es que no sea parte del encanto del festival, pero siempre se agradecen esos espacios de simple contemplación.
Pese a tener una especie de paredes luminosas a sus espaldas, la oferta visual de Victoria Legrand y Alex Scally fue poca, con luces de diferentes colores que encendían de vez en vez sin ser impresionantes. Si hablamos de la forma en que la banda ejecutó piezas como la hermosa ‘Wishes’ –con la que decidió cerrar– no hay nada de qué quejarse, pues la dupla sabe bien lo que hace; aún así hubiese sido maravilloso poder verlos apoyados de atmósferas luminosas, un poco de humo quizá, herramientas que dieran a su música ese realce del que es posible. Como sea, siempre es un gusto ver a Beach House en escena.
Termina Beach House, unos minutos de silencio, y The Cure, justo enfrente, hace suyo el Red Bull Sound Select, abrazando al público con los primeros acordes de ‘Plainsong’. Vaya ovación la que obtuvo. Acto seguido ‘Pictures Of You’ y un set constituido en buena medida por éxitos que arrancaron coros multitudinarios y aplausos, muchos aplausos. ‘Lullaby’, ‘High’, ‘In Between Day’, ‘Fascination Street’, grandes canciones de principio a fin, sin momentos extraños que causaran un dejo de desencanto a aquellos que no son admiradores fehacientes. Como siempre, Robert Smith se mostró dedicado a su quehacer, sin embargo era imposible no detectar ciertos movimientos o leves gestos de alegría por estar en este, su primer Lollapalooza. Llegó así ‘Desintegration’ y con él la salida fingida de la banda, pues era claro que volverían, a sabiendas de que el show debía concluir a las 22:00 horas… si a Smith no se le ocurría desobedecer.
Ya de vuelta, The Cure arrestó ese último golpe musical con ‘Lovecats’ y un encore de seis cortes magníficos: ‘The Caterpillar’, ‘Close To Me’, ‘Let’s Go To Bed’, ‘Why Can’t I Be You?’ y ‘Boys Don’t Cry’, con lo que The Cure cumplió con los organizadores y con cumplió los asistentes, quienes pedían un poco de rebeldía con su regreso al escenario. No ocurrió, pero eso no demeritó ni un ápice el acto impecable que acababa de ocurrir.
Para ese momento Phoenix ya había dejado el escenario también, pero veamos que ocurrió allá, en el Bud Light. Las 20:30 horas y la multitud impaciente, de repente se escucha una especie de marcha imperial y Phoenix sube, en penumbras, para ser iluminados segundos después con la inmensa pantalla roja que resaltaba sus siluetas. ‘Entertainment’ sonó entonces poderosamente y la gente explotó en gritos.
Hace unos días recibía comentarios muy positivos sobre el show en vivo de los franceses, hecho que quedó más que comprobado la noche de ayer, pues, sin duda, una cosa es escuchar un álbum de ellos y otra extremadamente distinta verlos en directo; una grata sorpresa para aquellos que no son adeptos fervientes de su música. Esto sólo hace imaginar que si incluso los escuchas ocasionales quedaron impresionados, quienes aman lo que esta agrupación ofrece quedaron complacidos al extremo por el espectáculo de Thomas Mars y compañía. ‘Long Distance Call’, ‘The Real Thing’, ‘Run Run Run’ y ‘1901’ –con Thomas al pie del escenario, entre la gente– son parte de los momentos que no se olvidarán de este cierre, uno por demás exitoso que no hace sino reafirmar la posición de Phoenix en la escena musical y respaldar por qué se han convertido este 2013 en headliners de festivales internacionales.
Lollapalooza 2013 llegó a su fin, dejándonos recuerdos imperecederos y vivencias irrepetibles. Porque cada festival es eso, la oportunidad de crecer experiencias, de disfrutar de la música y de llevarnos fotografías en la mente gracias a todos los elementos que lo conforman: la gente, los atuendos, las risas, los bailes, las bandas, su música y, en el caso de Chicago, la ciudad misma que rodea Gran Park. Ahora sólo queda, esperar el próximo año.
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