Se siente casi ridículo tratar de describir el valor cultural de una trayectoria como la de Kim Gordon. Habrá quién le baste con tratar de disertar sobre Sonic Youth al punto más exageradamente analitico, pero así jamás se sentirá completa la crónica de Gordon.
Una carrera que pasó a ser parte imprescindible de una banda determinante para la música alternativa, fungió como actor principal de la escena de música no wave y experimental a final de los setentas y principios de los ochentas, innumerables menciones, colaboraciones, proyectos de arte y sobre arte, documentación de una misma escena y una insaciable competencia para lo creativo, es difícil generalizar, no romancear o incluso abordar satisfactoriamente.
Pero quizá más que todo esto, la presencia icónica de Kim Gordon para la cultura popular (e inevitablemente de vanguardia), sigue sin depender de la idea de un proyecto de arte o canción impactante.
Hoy la semblanza de Kim Gordon, parece más interesante justamente por el contexto que la rodeó y su irrepetible manera de conectar con el mismo. Para muchos, Gordon es la cara de una escena, de una idea de alternativa. Es ese tratamiento sobre la música que permite realmente renovar, ser receptivo eternamente a la novedad. Se trata sobre una generación en un momento y lugar que fungió como semillero de talento y de algunos de los elementos más permanentes en la cultura reciente.
Mientras Kim Gordon mantiene su plétora de proyectos y No Home Record llega como un trabajo solista, mientras mantiene su inquebrantable idiosincrasia descreída y su vida sigue tornándose hacia una historia de profundidad y descubrimiento, hablamos con la artista brevemente sobre algunos de los valores que han cambiado en lo social, la industria musical, sus proyectos en el tiempo y algunos recuerdos.
Quiero empezar hablando de tu primer trabajo como solista, No Home Record. A través de los años te has mostrado por medio de un prolífico output creativo. ¿En este punto de tu carrera, cuál crees que es tu objetivo como creativo?
No tengo objetivos, solo quiero acabar con la etapa promocional para poder pensar en otras cosas (risas). Quiero trabajar en una exposición de arte que tengo en enero, otras cosas…
Leí Girl in a Band: A Memoir (2015) hace tiempo. También leí Clothes, Clothes, Clothes, Music, Music Music, Boys, Boys, Boys (2015) de Viv Albertine, guitarrista de The Slits. Ambos libros me parecen recolecciones muy importantes de “el rol” que las mujeres tuvieron en aquel tiempo, claro también dentro de la industria musical. El contexto social ha cambiado para las mujeres, para algo que supongo es mejor, aunque nos queda mucho trabajo ¿Tienes alguna opinión de esto en retrospectiva?
Ya lo dijiste, yo también supongo que ha habido un poco de progreso. Hay aspectos que son un poco mejores, pero todavía es un boy’s club. Supongo que ahora hay más hombres blancos quejándose de que tan mierda la tienen ahora (risas).
En los Estados Unidos, cosas como Trump tratando de empujar legislaciones con jueces conservadores en contra los derechos de las mujeres, el derecho de elegir sobre tu propio cuerpo, todo eso es como un paso atrás (risas). Es como tratar de poner al genio de regreso en la lámpara.
Hiciste una entrevista en 1988 hablando de como te considerabas fundamentalmente una “fan” dentro de la música. ¿Cuál crees que es la responsabilidad de los fans de cualquier industria creativa hoy día?
No lo se, supongo que ir a ver a los artistas, leer sobre eso que te interesa. Si eres un “fan” de la música, supongo que lo mejor que puedes hacer, es descubrir sobre el contexto de donde viene. Con cosas como Spotify, ya no hay nada de información. El internet es genial para los jóvenes descubriendo música, pero si hay música en la que estas interesado, me parece que naturalmente quieres saber más de lo que estaba pasando a su alrededor, ese tipo de cosas. Diría también que si puedes, compra álbumes, pero eso no tiene nada de sentido (risas).
Gran parte de tu inicio dentro de la música fue en el no wave. Hace unos años tocaste con Ikue Mori, baterista de DNA. Me parece interesante este especie de regreso, una coincidencia social con esta misma escena. ¿Cuales fueron algunas de las cosas que pasaron por tu cabeza cuando regresaste a ver Ikue después de tantos años?
No se si necesariamente lo común fue algo no wave, pero sí salir de una escena de música experimental. Siempre la amé como una baterista, hoy ella toca con muchas percusiones digitales, fue divertido verla tocar otra vez. Me parece que en el álbum [SYR5], hay un verdadero homenaje a Arto Lindsay, ese tipo de guitarras.
En tu trayectoria, te has involucrado en todo tipo de proyectos creativos. Me parece que el contexto alrededor de cuando empezaste X Girl, la línea de ropa, es interesante. Hubo gente interesante como Chlöe Sevigny, ¿Me puedes contar un poco lo que pensabas antes de empezar este proyecto? ¿Sabían que hacían o lo descubrieron en el camino?
Mi socia Daisy von Furth y yo, no pensábamos realmente en nosotras como diseñadoras. Quizá nos veíamos más como stylists o algo así. Queríamos simplemente encontrar t-shirts, courdoys… estábamos influenciados por gente como Anita Pallenberg, Francoise Hardy. Queríamos tratar de incorporar eso al streetstyle, porque no había mucho pasando en ese entonces. Chloe simplemente estaba ahí, tenía como 18 años cuando la conocí, salió en un video de Sonic Youth, es la primera cosa que hizo. Era solo una niña. Pero sí, no sabíamos lo que hacíamos. La compañía madre, X-Large, estaba acostumbrada a hacer ropa de hombres, no había mucho dinero para la manufactura o cosas así, pero Mike Mills hizo los gráficos y todo salió bien, funcionaba, era una gran combinación (risas).
¿Pensarías en un comeback?
No (risas). Digo hay demasiada moda ahora, ¿Por qué alguien querría agregar algo más? Es simplemente una locura. Eso simplemente fue un periodo de tiempo. Se lo vendimos a Japón, pero lo que hacen allá no es nada como lo que hacíamos. Ceremonias de apertura, colaboraciones, me parece un poquito corny. Pero lo que sea, no nos interesa hacerlo más, es como cualquier cosa en la vida, la gente no deja las cosas ir. Simplemente son nostálgicos y curiosos.
Me parece que tu trayectoria es un buen ejemplo, dentro de una industria sumamente difícil, de mantener las cosas íntegras, puras. En ese sentido, ¿alguna vez sentiste que tu arte fue comprometido por otras personas?
Estoy segura (risas). Seguramente con Geffen sentimos [con Sonic Youth] un poco de eso. Fueron de las primeras veces que tuvimos que poner una sticker del PMRC en un álbum, esa organización de Tipper Gore. ¿No se que paso con eso, sigue existiendo? (risas).
Sí, seguramente solo lucir en álbumes de metal. Kim, ¿Alguna vez escribiste para ARTFORUM?
Si.
¿Cómo fue esto?
Escribí un par de artículos, tal vez uno, no recuerdo. Hay un libro de mi escritura, Is it My Body? Selected Texts (2014), quizá esté ahí algo de eso. Escribí algo de Raymond Pettibon, Tony Oursler, Mike Kelley, creo que es la primera vez que alguien escribió del arte de Raymond Pettibon, fue antes de que tuviera una galería.
¿Alguna vez tuviste que jugar a ese rol de crítico de arte?
Escribí un par de artículos, pero realmente fue porque quería meter a Raymond Pettibon a ARTFORUM, así que lo puse junto a otros dos artistas que ya estaban establecidos. La mayoría de las cosas que escribía, eran yo pensando en una premisa ridícula y tratar de probarla (risas). Casi como una académica enfermiza, premisas absurdas.
Finalmente, me puedes contar sobre tu trabajo con Spike Jonze para el video musical de “Cannonball” de The Breeders.
Kim Deal me pidió dirigir un video y yo no tenía nada que ver con una compañía productora, ni nada por el estilo, así que le pedí a Spike que co-dirigiera conmigo. Había esta idea de el artista Dan Graham, el que hizo unos performances con un espejo detrás de él y trataba de describir la audiencia detrás. Tome estas partes de video y Spike tenía la idea del cannonball, al final funcionó bien, una gran canción y me gustan mucho The Breeders.