La angustia ante la muerte: Una retrospectiva a Urban Hymns de The Verve

// Por: Oscar Adame

dom 1 octubre, 2017

En 1995 The Verve había rozado el éxito comercial en su país de origen, Inglaterra, gracias a un disco que, pese a no haber iniciado con el pie derecho en las listas y de no haber congeniado con los críticos a primera escucha, se levantaba a paso firme obteniendo después de 6 meses un lugar del Top 20 de los éxitos de su país, posteriormente aparecería en una gran cantidad listas sobre los mejores discos de la historia.

A Northern Soul tenía todo lo que a A Storm In Heaven le había faltado y no tenía lo que al segundo le sobraba. Toda la pretensión shoegazera con estructuras progresivas del disco debut había sido remplazada por una serie de preciosas baladas pop que, en su juego con un cuarteto de cuerdas, hacía sentir a las piezas con una complejidad acústica incomparable a cualquier otra banda de la época. Además las líricas, poesía escrita directo de la mano de Aschcroft, contenían varias de las verdades más dolorosas y nefastas de la época, mismas a las cuales nadie más estaba prestando atención en aquel momento.

El britpop, caricaturas de caricaturas politizadas, empezaba a decaer gracias al fracaso crítico de Be Here Now de Oasis y a la inminente transformación de Blur y Pulp a géneros más deprimentes. El sonido de la época estaba mutando a uno de tristezas, miedo y paranoia; fue entonces que los androides paranoides de Radiohead lograron hacerse con el título de la banda más grande del mundo, mismo que compartirían por un par de años con The Verve y su fijación con la muerte.

Richard Aschcroft: Su primer acercamiento a la muerte.

‘History’, ‘On Your Own’, ‘ Stormy Clouds’, todas presentaban la mente y el sentir de un hombre obscuro pero brillante, egolatra pero lo suficientemente sensible como para escribir hermosos relatos sobre hombres caídos y mujeres descorazonadas. Un año antes Noel Gallagher le había dedicado la canción ‘Cast No Shadow’, una hermosa balada en la cual describía a su amigo como lo que era: una alma solitaria y depresiva.

Esa depresión llevó a The Verve a su primera ruptura previo al lanzamiento de su obra maestra. Tras presentarse por segunda vez en Estados Unidos, Aschcroft sufrió una sobredosis que casi termina con su vida. Alejarse de la música, protegerse, buscar un refugio donde no tuviera que pensar más respecto a su casi inminente muerte fue su primera reacción, dejando de lado a un jugoso contrato discográfico con Sony y a tres de los mejores instrumentistas de su época.

Hubo algo dentro del alma de Richard Aschcroft que no permitió que se alejara de seguir escribiendo, agarrando la guitarra y soltando versos durante su recuperación.

La separación de The Verve no duró mucho, a las pocas semanas terminó llamando a todos sus ex-compañeros, incluyendo a un quinto elemento, Simon Tong, como segundo guitarrista. Empezaron a escribir una serie de canciones para levantarse y hacerle frente a la muerte no sólo dentro de sus líricas, puesto que también encontraron la inmortalidad que sólo se le da a aquellos que logran construir una obra maestra.

Urban Hymns: track por track.

‘Bitter Sweet Symphony’ es una canción que inicia con tres líneas de cuerdas impulsadas por un beat downtempo, cantos de aves modificados, sampleos de todo tipo y más… 27 elementos en un intro de la cual 4 elementos supusieron una de las batallas legales más feroces que ha vivido la industria discográfica.

La pieza no sólo supuso una el estreno de una gran canción que llegó a lo más alto de la listas, también supuso la gota que derramó el vaso dentro de la lucha por la libertad en las licencias, la creación de las Creative Commons y el inicio de una lucha por la libertad creativa bajo el slogan de ‘Everything Is a Copy’.

Sin importar que Keith Richards y Mick Jagger se terminaran quedando con la autoría, lo cierto es que ni siquiera el gran poder de la RIA pudo contener lo que la gente sentía por esta canción y la imagen que ya se había generado de la banda.

Una agrupación única y libre que se dejaba mostrar con paso firme, dentro de su seguridad musical y literalmente dentro del clásico video musical, que estaba destinada a ser una de las bandas más queridas de la historia.

La lírica es una opinión introspectiva que Aschcroft escribió respecto a sí mismo. No importando lo ridícula que resulte la vida, las metas sin sentido que nos mueven o lo insignificantes que seamos; lo que importa es ser uno mismo y siempre mantenerse en su molde, ser libre y voltear alrededor a observar a las aves que te cantan en el oído y a las alegres cuerdas que crean la base de tu camino.

‘Sonnet’, el sencillo final del disco, le sigue con una instrumentación creada con una guitarra eléctrica, una acústica que sirve para marcar el ritmo y una sección de cuerdas en primer plano en donde resaltan los violines.

La canción la escribió Richard en su tiempo separado de la agrupación, una carta de amor en la cual se dice a sí mismo que el mundo no está tan mal. Hay amor afuera si lo quieres recibir, el único problema eres tú que te pones barreras para conseguirlo.

‘The Rolling People’ es una canción en la cual la banda regresa a los tracks más densos de A Northern Soul, recuperando el fuzz shoegaze que les caracterizó como banda de shoegaze en sus inicios, pero ahora con un coro pop y una voz en primer plano.

Una canción de 7 minutos de largo que sobresale en su primer puente instrumental gracias a su inteligente uso de tres notas de piano, un momento de calma al cual le sigue un éxtasis derivado de unas guitarras con fuertes influencias de The Stone Roses.

‘The Drugs Don’t Work’ nació de la pasada experiencia de Aschcroft con la heroína, declarando para la revista Select en 1995 -”Así es como me siento en este momento. Ellas me hacen un hombre peor, hombre. Pero aun así las sigo tomando. La frustración y el aburrimiento te hacen tratar de escapar con algo más”.

La canción obtuvo un éxito mediático sorpresivo en parte debido a que se estrenó un día después de la muerte de la Princesa Diana, convirtiéndose en una especie de homenaje a ella dentro de las principales estaciones radiofónicas del Reino Unido, obteniendo un #1 que duró poco menos de un mes. Así es como la describió Channel 4, como -“un éxito mediático debido a que capturó el sentimiento de toda una nación tras un acontecimiento insospechado, aun sin desearlo”-.

‘Catching the Buttefly’ presenta el lado más experimental de la banda con una estructura confusa, elementos groovy y un imaginario creado a partir del flujo de conciencia, un método de escritura popularizado por obras como “Desayuno al Desnudo”.

Richard posteriormente analizaría la lírica a profundidad declarando que la mariposa dentro del sueño del cual habla en la canción representa aquella vida idealizada con la cual tanto ha soñado pero que resulta imposible de conseguir.

‘Neon Wilderness’ es una canción que se mantiene bajo la misma línea. Una canción con elementos ambient propios del shoegaze que sobresale por su lento tempo y por su lírica que recuerda a aquella historia asiática del hilo rojo, que nos brota a todos del pecho y hace que nos encontremos con quienes nos tenemos que encontrar dentro de la vida.

‘Space and Time’ es una canción más optimista que habla respecto a los sacrificios que se deben hacer en nombre del amor, aunque aquellos sacrificios sean alejarse por un tiempo de la persona amada para que el interés no baje.

Una pieza romántica en la cual sigue la idea de la muerte rodeando a la voz de Aschcroft dentro de su canto. Declarando que necesita alguien que lo conforte para hacer ver a la vida como un poco más valiosa cuando su hora llegue.

Para ‘Weeping Willow’ The Verve vuelve una vez más a sus raíces llenas de efectos de guitarra, creando líneas atmosféricas alrededor del canto de Richard rogando por un poco de compañía para pasar este plano existencial, declarando a su vez que no hay tiempo que desperdiciar en lloriqueos, es mejor seguir buscando la salvación.

La instrumentación se ve recompensada con contrabajos distorsionados, coros descompuestos a computadora y elementos que juegan con el efecto doppler. Una verdadera pieza cinemática.

‘Lucky Man’ fue pensada como el primer sencillo del disco en un inicio. Una bella balada que juega con elementos electrónicos, dos guitarras acústicas, un cuarteto de cuerdas, dos guitarras eléctricas, un flautín y una de las mejores interpretaciones vocales que Aschcroft haya grabado dentro de su carrera.

Pocas canciones tan esperanzadoras como esta, ‘Lucky Man’ trata de mostrar a través de sus sonoridades espacios abiertos y aros de luz. Una canción que posteriormente se ganaría el reconocimiento de la industria debido a la influencia directa que tuvo dentro del trabajo de bandas como Travis y Coldplay. Posteriormente Bono la seleccionaría como la canción que más desearía haber escrito.

Una oda al amor propio y a lo que ese amor puede hacer con decisión, re-afirmando su identidad y su posición en el mundo.

‘One Day’ es una canción tranquila en la cual Aschcroft recurre a la descripción de un tercero para poner de manifiesto lo perdido que se siente dentro de la vida, simbolizada en forma de una alberca, en soledad, sin nadie más a quien mirar.

Para ‘This Time’ se vuelven a las influencias rítmicas del madchester de The Stone Roses y Happy Mondays con una canción de una temática mucho más alegre, celebrando la esperanza y a la vida misma

‘Velvet Morning’ y ‘Come On’ terminan cerrando el disco con dos canciones largas con guitarras alargadas y distorsionadas sobre la soledad de Aschcroft, aunque en esta última tuviera como invitado a Liam Gallagher.

Recepción final: Éxito, inmoralidad y separación para The Verve.

Al final el disco fue un éxito comercial sin precedentes para la banda y su disquera Hurt, obtuvo el #1 en Inglaterra y se mantuvo en aquella posición por 8 semanas, convirtiéndose en el disco más vendido del año y en el segundo disco mejor reseñado de aquel año, sólo por debajo del Ok Computer de Radiohead.

Con el tiempo se terminaría convirtiendo en el disco #18 de los más vendidos en la historia de Europa con más de 10 millones de copias vendidas y sus cuatro sencillos promocionales se transformarían en verdaderos himnos urbanos. Cuatro canciones para luchar contra la muerte, para resistir en un mundo en donde lo único que tienes asegurado es a ti mismo y a tu propia felicidad.

Aschcroft lo comprendió y es por ello que logró capturar en 13 canciones el sentimiento frío y depresivo que todos cargamos en el siglo XXI con aquella ansiedad por levantarse y amarse a uno mismo.

Una fórmula que se repetiría hasta el cansancio en el denominado movimiento post-britpop de agrupaciones británicas que, al igual que The Verve, alcanzarían el éxito internacional con baladas sinceras llenas de tormentos con ligeros mensajes de amor.

Coldplay, Keane, Travis, Elbow, etc. le deben su estilo al visionario Richard Aschcroft a cuya banda no pudo hacer mayor gracias a las broncas personales y a sus demonios internos que terminaron por romper a The Verve a la brevedad.

Posteriormente se reunirían una vez más aunque ya sin la magia ni la frescura que 1997 significó para ellos.